martes, 20 de septiembre de 2016

SORTEO de Mamá por Triple Partida: A participar! (Ampliación de fecha)

Han pasado ya siete meses desde que empecé a escribir regularmente en mi blog, y es que aunque el primer post lo colgué en el 2014, no fue hasta febrero de este año que me decidí a bloguear firme y parejo.

Como lo señalo en mi perfil, soy una periodista que dejó de trabajar para quedarse en casa a raíz de la llegada de su tercera hija en septiembre de 2013, asumiendo un cambio de vida y de rutina que no había experimentado antes.

Mi nostalgia por escribir me llevó a la idea de abrir este blog, y que mejor que contando mis experiencias y compartiendo mis vivencias de mamá de tres niñas en diferentes etapas de desarrollo.

Ya llevo 25 posts y más de 3,300 visitas, y aunque aún Mamá Por Triple Partida es un blog literalmente en pañales, quiero celebrar, con las personas que me leen, estos siete meses de blogueo materno.

Y lo haré organizando un sorteo! Se trata de una bata para niña, fabricada en fino polar y de un lindo color rosado. El ganador o ganadora escogerá entre las tres tallas disponibles, 8 (de 6 a 8 años), 10 (de 8 a 10 años) y 14 (de 12 a 14 años).

SORTEO DE MAMA POR TRIPLE PARTIDA


El UNICO e Indispensable requisito para participar es:

1. Escribir un correo a mamaportriplepartida@gmail.com con el título de SORTEO, indicando su nombre, DNI, lugar de residencia, y señalar el tema que les gustaría sea tratado en el blog.

He reducido los requisitos únicamente a éste porque algunas personas dieron compartir al blog pero no escribieron el correo, de modo que me es imposible conocer quiénes son. Es importante que envíen el correo para poder participar en el sorteo.

Por otro lado, he ampliado la fecha de vigencia para participar. El sorteo se realizará el día 10 de Octubre. Mucha suerte a todos!!

Participa en el sorteo de esta bata para niña - Portriplepartida.blogspot.com

lunes, 12 de septiembre de 2016

Parte II: Crónica de la hospitalización de una menor de 3

Creo que a todas las mamás, la sola idea de que nuestros hijos sufran dolor físico nos aterra, y sino recordemos las primeras vacunas. El pinchazo en la piernita o bracito de nuestro bebé nos podía doler tanto o más a nosotras.

Niña con vía - Portriplepartida.blogspot.com

Y ése era un pinchazo de dos segundos, pero una aguja clavada en el dorso de la mano de tu hijita por quién sabe cuánto tiempo, eso eran palabras mayores. Por eso cuando el doctor me dijo que tendrían que tomarle muestras de sangre y además ponerle una vía a mi pequeña hija, se me estrujó el corazón. "¿Pero es tan grave así?", pensaba. "¿Es necesario hacerle pasar por todo eso?".

Yo había ido a la clínica con la nana de mi hija. Ella y yo nos mirábamos desconcertadas anticipando el mal rato que mi hijita iba a pasar. En eso, llegó la enfermera encargada de sacar la muestra de sangre y me pidió que agarre el brazo de mi hija para que no lo moviera. Ella dormía en la camilla inocente de todo. Tragué saliva.

Cuando la enfermera la pinchó, mi enana despertó de golpe, y empezó a llorar, y como se movió, la enfermera no pudo completar la extracción de sangre. Me dijo que ojalá que la cantidad que tenía sirviera, porque de lo contrario iba a tener que pincharla una vez más.

Al rato que se fue, llegó otra enfermera encargada de ponerle una vía a mi hija. Con mucha solemnidad me explicó lo que tenía que hacer y pidió refuerzos para iniciar el procedimiento. Mi esposo justo llegó para ese momento.

Aparecieron dos enfermeras más y me dijeron 'señora usted va a agarrar a la bebé para que no se mueva', y yo pensaba "¿por qué siempre me tienen que pedir que yo la sujete? ¿Por qué tengo que ser la mala de la película que tiene que sujetarla para que personas extrañas le causen dolor?".

Miré a la nana de mi hijita, y la ví con los ojos húmedos y enrojecidos. Miré a mi esposo, y me dijo con la cara pálida: "yo no puedo ver, voy a salir" y abandonó la habitación.

Respiré hondo, solo quedaba yo para asumir la responsabilidad del momento. No tenía otra alternativa que ser fuerte, tenía que trasmitirle fuerza a mi pequeña, tenía que ayudarle a soportar el dolor, pero ¿cómo lo haría?.

Una de las enfermeras me dijo entonces que la primera muestra de sangre que le habían sacado era insuficiente, y que necesitaban sacarle más, que aprovecharían que iban a ponerle la vía para extraerle de ese mismo pinchazo más sangre, pero que sí no se podía hacer las dos cosas a la vez, entonces tendrían que pincharla otra vez más para obtener la sangre que necesitaban.

Las enfermeras le amarraron una liga en el brazo para que se le hinchen las venas, y mi hijita se puso a llorar. Yo me acomodé encima de su cuerpecito para que no me moviera, como me habían pedido las enfermeras. Una de ellas le agarraba fuerte el bracito, y la otra medía, examinaba, calculaba y se tomaba su tiempo antes de introducirle la aguja.

En ese momento, mientras pensaba cómo ayudar a mi enana a pasar por el trance, tuve una idea. Me acordé de nuestros juegos sobre la arañita, que consisten en hacerle cosquillas simulando que mi mano es una arañita que le sube por la espalda.

Entonces le dije: "mi amor, te acuerdas de la arañita?. La arañita traviesa está subiendo por tu mano y te va a picar. Es la arañita, mi amor, piensa en la arañita, es solo una pinchadita rápida, es la arañita que está picando".

Ella lloraba con los ojos cerrados y decía "auu!, auu!, auu!, duele! duele!", mi pobrecita hija!!. Yo seguía hablándole de la arañita, y sufriendo con ella. No se si lo de la arañita sirvió de algo, pero creo que sí. En ningún momento dio de alaridos o chillidos histéricos, ni tampoco se agitó para librarse de las manos que la sujetaban. Creo que lo toleró muy bien, como toda una valiente!.

Pero para su mala suerte, las enfermeras no pudieron sacarle más sangre, solamente sirvió el pinchazo para ponerle la vía, entonces tuvieron que pincharla otra vez más, ahora en el otro brazo.

Nuevamente repetí la estrategia de la arañita para ayudarla con el tercer pinchazo. Ahora que lo pienso tal vez lo que estaba haciendo, sin ser consciente de ello, era una técnica de visualización, esas que consisten en visualizar en la mente cosas agradables para relajarse.

Recuerdo que cuando estaba embarazada y asistí a las clases de preparación para el parto, nos instruían sobre esas técnicas para tolerar el dolor de las contracciones. Entonces, ¿visualizar una arañita amistosa y traviesa que le pinchaba la manito a mi hija, hizo quizás el dolor más tolerable que pensar en una aguja larga y fría que le perforaba la vena?

Cuando terminó todo, me quedé tan aliviada. Finalmente luego de todo eso, dejaron dormir a mi hijita en la camilla con su vía puesta en la mano y una férula para impedir que se mueva la aguja. Lucía tan inocente, tan indefensa y pequeñita, es así como la capté en la foto que ilustra este post.

Eran ya como las 10:30 de la noche. Le pedí a mi esposo que mejor regresara a la casa a descansar. Lo único que quedaba por hacer era esperar a la ambulancia que iba a trasladar a nuestra hijita a la clínica donde iba a quedar internada, y yo iba a ir con ella obviamente.

La ambulancia llegó a la 1am! En el tiempo de espera, yo no pude descansar, me la pasé conversando con el médico de turno que vio a mi hija primero, y con el pediatra, y también gestionando la posibilidad de que trasladaran a mi gorda a una clínica cercana a mi casa. Sin embargo, no tuvimos suerte, no había disponibilidad de camas en las clínicas más cercanas.

Cuando llegó la ambulancia, subieron a mi hija en su camilla, y yo subí con ella y una paramédico. La noche era fría y garuaba. Mientras íbamos en camino a la clínica pensaba que era la primera vez en mi vida que me encontraba dentro de una ambulancia trasladando a un familiar.

Al llegar a la clínica, instalaron a mi hija en una habitación, y vinieron enfermeras y doctores asistentes para tomarle sus signos vitales. Recién media hora después, a las 2 de la mañana, finalmente la dejaron descansar.

Día 1

A las 6 de la mañana, desperté de improviso cuando una enfermera llegó a la habitación para nebulizar a mi hija y tomarle la temperatura. Tenía 38,7. Con tan pocas horas de sueño que ella había tenido, no le gustó para nada que la despertaran y empezó a llorar. Menos quiso tener la mascarilla que usan para la nebulización pegada a su cara, luchaba por sacársela y lloraba. Además también le molestaba la vía y tuve que detenerla para impedir que se la sacara.

La enfermera y yo no sabíamos qué hacer para que se dejara nebulizar. Entonces me percaté del televisor. "Quieres ver tele mi amor?", le pregunté. -"Sí", me dijo. "Peppa". Y ohh maravilla! A las 6 am, estaban dando Peppa Pig en la televisión!! ¡Qué suerte! Se quedó tranquilita el resto de la nebulización y concentradísima mirando sus dibujos animados.

Cuando terminó, apagué la tele y las luces para que siguiera durmiendo. La acomodé en la cama, la arropé, y la dejé ahí con los ojos entrecerrados, hasta que le viniera nuevamente el sueño. Ella estaba tranquila y quieta, no se movía, no hacía ningún ruido. Yo estaba sentada al costado de su cama en un sillón reclinable en el que había dormido, estaba revisando mi teléfono, cuando en eso escuché la vocecita de mi hija diciendo: "Ya me saqué".

Yo salté del sillón para mirarla, y ví que ya no tenía la vía en la mano. ¡Se la había arrancado!! Toqué como loca el timbre de llamada para las enfermeras: "La bebé se ha arrancado la vía!", le dije a la que me contestó, y escuché que dio un grito ahogado "¡Se ha arrancado la vía!", les repitió a sus compañeras.

Vinieron rapidísimo, y constataron que la vía ya no estaba en la mano de mi hija. Una de las enfermeras me regañó: "Señora, tenía que haber estado mirando que no se la sacara". No contesté nada, pero pensé: ¿en qué momento alguien me previno de que eso podía pasar y que debía estar atenta para impedirlo?". "Es la primera vez que tengo una hija así de pequeña internada en la clínica con vía en la mano. ¿Cómo iba a saber que iba a quitársela?"

Ahí entendí que las enfermeras le temen al momento de tener que pinchar a una criatura tan pequeña, que deben odiar tener que hacerlo, porque es muy penoso y hasta traumatizante. ¿A quién no le van a conmover los gritos de un bebé que llora por miedo o dolor?

Así que ni modo, otra vez iban a tener que ponerle la vía, porque era necesario administrarle los antibióticos y medicamentos por vía intravenosa. Un momento después, llegó mi esposo con mis hijas mayores a quedarse con la enfermita. Quedamos en que yo regresaría a la casa a bañarme, a dormir un poco y almorzar. Me sentía como una zombie. En el trayecto manejando a casa, los párpados se me cerraban de sueño, tenía miedo de dormirme, qué peligroso!

Durante el tiempo que no estuve en la clínica, le pusieron nuevamente la vía a mi hija pero en la otra mano. Mi esposo presenció el momento. Afuera en el pasillo, estaban mis papás y mis hijas mayores, y escuchaban sus gritos, pobrecita!. Dicen que llamaba "mamá". Cuando terminaron de ponérsela, sus hermanas entraron al cuarto y se encargaron de consolarla y hacerla reír.

Luego vino el neumólogo para examinarla y notó que otra vez tenía fiebre. Ordenó que le hicieran a mi hija una terapia respiratoria consistente en masajes en pecho y espalda para ayudar a movilizar las flemas atrapadas en sus bronquios. Además continuaban con las nebulizaciones cada cuatro horas.

Todos estos procedimientos la mortificaban tremendamente y se ponía a llorar. La única manera que se tranquilizara era ponerle la televisión, así que la TV estuvo prendida prácticamente durante todo el día todo el tiempo que estuvo internada.

Día 2

El domingo el pediatra vino temprano para evaluar a mi hijita y la vio de mejor semblante. Ya no tenía fiebre, pero me dijo que tendría que pasar en la clínica por lo menos unas 48 horas sin fiebre antes de poder darle de alta.

A la hora del almuerzo, dejamos a la nana con mi hija en la clínica, y nos fuimos a almorzar con mis papás y mis hijas mayores a un restaurante cercano porque era el cumpleaños de mi mamá. Luego regresamos a la clínica. Todo estaba tranquilo.

A las 5 aproximadamente mi esposo y mis hijas mayores regresaron a la casa, tenían que preparar sus cosas para el colegio, bañarse y cenar. Nuevamente me quedé yo sola con mi gordita. Los cuentos que sus hermanas le habían llevado para que estuviera entretenida no le interesaban más que cinco minutos. Todo lo que quería hacer era ver la televisión.

Al anochecer empezó a quejarse de la vía, parecía que le molestaba. Se lo informé a una enfermera y vino a examinarle la mano. Vio que la piel alrededor de la vía no estaba enrojecida ni hinchada. Me explicó que cuando la vena ya no da más, la piel enrojece y se hincha la zona de la vía, entonces hay que colocar la aguja en otra zona. En el caso de mi hija, todo estaba bien, me dijo.

Pero hacia las 9 de la noche, mi hija decía que le dolía la mano y lloraba. Yo no sabía qué hacer. Solo me quedó echarme a su lado y tratar de consolarla. Yo le acariciaba la cabeza y le hablaba bajito y rogaba en mi mente para que se durmiera. Felizmente, eso ocurrió una media hora después.

A las 10pm hubo que nebulizarla nuevamente y para eso había que despertarla, pero afortunadamente recibió la nebulización durmiendo. Estaba muy cansada. Y yo también. A las 10:30 pm caí privada de cansancio.

Día 3

A las 02:00 de la mañana, una enfermera entró al cuarto para nebulizar otra vez a mi hija. Yo pensé que podría seguir durmiendo mientras lo hacía, ya que el cuerpo me pesaba horrores, pero mi hija empezó a llorar y llamarme, entonces no tuve más opción que levantarme y estar a su lado. Eran 20 minutos de nebulización y de ahí a seguir durmiendo. Yo caí como piedra nuevamente, cruzando los dedos mentalmente para que la enfermera de la siguiente nebulización no nos despertara sino hasta las 6:30.

Pero a las 5:40am el llanto de mi hija me despertó. Me levanté para consolarla como siempre hacía, y ví a una enfermera que pensé era la que iba a nebulizarla, pero no. Estaba tratando de tomar sus signos vitales, pero como mi hija se puso a llorar fuerte, dijo: "mejor vuelvo en otro momento", y se fue.

Entonces miré mi reloj y ví que eran las 5:40am. ¡Casi asesiné mentalmente a la enfermera!! Cómo se le ocurría entrar a despertarnos a esa hora, para tomarle los signos vitales, si a las 6am le tocaba nebulización?, acaso no podía esperar 20 minutos??!!. Además mi hija ya iba a ser dada de alta ese día, o sea no era que estuviera grave y que fuera tan necesario examinarla e interrumpir su sueño para hacerlo.

Cuando se fue la enfermera, me recosté nuevamente y me quedé dormida, estaba tan cansada. Habrían transcurrido 20 minutos o más, cuando escuché que mi hija se levantaba buscando agua en la mesita al costado de su cama. Yo me incorporé para verla, y en la penumbra ví que la vía, la férula, los espadadrapos que la sujetaban a su mano, todo!, ya no estaba estaba en su lugar. Se había arrancado la vía otra vez!.

Y cómo lo habría hecho! Tenía una mancha de sangre en su bata de la clínica, en la mano, en la mejilla! Llamé a la enfermera a cargo, y ésta me regañó otra vez: "señora, cómo le deja quitarse la vía!". Pero yo estaba durmiendo!, ambas estábamos durmiendo, cómo se suponía que iba a impedir que se la arrancara?!

La enfermera me dijo que quizás ya no iba a ser necesario ponérsela de nuevo, que afortunadamente había cumplido la noche anterior con todas las dosis de antibióticos que tenía que administrarle, y que iba a llamar al doctor para pedir instrucciones.

Y gracias a Dios, el doctor dijo que ya no era necesario que se la pongan de nuevo, pues ese día ya iba a ser dada de alta. Lo que sí ordenó es que le tomaran una radiografía de tórax para ver cómo estaban los pulmones de mi pequeña y si ya había desaparecido la atelectasia con la que había llegado a la clínica.

Vinieron las enfermeras al cuarto para llevarla en silla de ruedas a la sala de rayos X. Sentada en una silla de ruedas de tamaño normal, y tapada con una manta, mi gorda lucía tan pequeñita, tan diminuta, tan pulguita, que algunas señoras se quedaron enternecidas mirándola cuando la llevaban.

Y felizmente, el pulmón salió limpio en la radiografía. Luego el doctor vino a conversar conmigo, y me dijo que mi hija estaba lista para salir de alta. Recibimos la noticia realmente con alivio y gran alegría porque tres días en la clínica habían sido más que suficientes.

Mientras esperábamos que la clínica preparara los papeles para el alta, mi enana pedía salir al corredor a jugar, y se ponía a saltar en su cama!. ¡Estaba llena de energía! Qué diferencia con el primer día de internamiento.

Dejamos la clínica al mediodía. Yo súper agradecida de que el internamiento de mi hijita no se hubiera prolongado mucho, y es que a raíz de esta experiencia, me contaron de otros casos de bebés de dos años hospitalizados por neumonía por 11 días. ¡Qué difícil! ¡No puedo imaginar cómo sería eso!

Y bueno, así termina esta crónica del internamiento de mi pequeña. Demás decir que deseo con todo el corazón jamás volver a pasar por una experiencia similar. Fue muy duro y hasta diría yo traumático para mí ver a mi gorda pasar por cosas que una niñita de su edad no debería pasar. Probablemente ella se olvide de todo rápidamente, pero a mí, su mamá, me quedan muchos recuerdos e imágenes fuertes de esta experiencia que no creo serán fáciles de olvidar.

Corolario

Dos días después de ser dada de alta, llevé a mi hija para su control post-internamiento. El doctor la encontró bastante bien, y me dijo que en realidad le quedaban dudas de si lo que tuvo mi gorda fue en verdad una neumonía como había sido su diagnóstico.

Le pregunté por qué. Me respondió que las neumonías suelen ser rebeldes y no suelen curarse tan rápido como pasó con mi hija. Pero de lo que sí no hay dudas, me dijo, es que se trató de una infección bacteriana en el pulmón con presencia de una atelectasia. Ver: Crónica de la hospitalización de una menor de 3

La verdad es que a dos semanas del internamiento de mi hija, aún seguimos batallando contra la tos, pero una más de tipo viral. Desde entonces ha dejado de ir al nido y la mantengo en la casa con tratamiento de inhalador.

Glosario

- Neumonía: Es una infección en los pulmones de origen bacteriano o viral, que ocasiona la inflamación de los alveolos pulmonares. Sus síntomas son fiebre alta, escalofríos, respiración entrecortada, tos, dolor en el tórax.

-Atelectasia: Es un colapso parcial o total del pulmón o de un lóbulo del pulmón que ocurre cuando los alveolos se desinflan. Puede ser causada por la obstrucción de los bronquios por flemas o por presión en la parte externa del pulmón. En bebés o niños pequeños es muy peligrosa.