martes, 31 de octubre de 2017

La charla: ¿Cuándo es el momento para hablar de sexo con tu hijo?

Hace un par de meses, el colegio de mis hijas organizó una charla para los padres de la sección primaria sobre el tema de Cómo hablar de sexualidad con tus hijos. La respuesta a la convocatoria fue masiva y es que este tema es uno de los que más inquieta a los padres, especialmente de niños grandes.

pareja besándose - portriplepartida.blogspot.com

He estado oyendo y participando en conversaciones de mamás sobre este tema, y lo que saco en conclusión es que la gran mayoría prefiere obviar el tema por pensar que sus niños están muy chicos para saber de sexualidad y sexo, y otras que no tienen la menor idea de cuándo será el momento de charlar al respecto o hasta qué tipo de información se les debe dar.

Pero es que existe un momento adecuado para sentarte con tu hijo o hija y contarle la verdad de la milanesa? Yo pensaba que los 10 años era una edad adecuada, pero cuando quise abordar el tema con mi hija mayor cerca de su onceavo cumpleaños, me encontré con una pared. "No mamá, no quiero saber", fue su respuesta rotunda. Y hoy a los 12 años sigue sin querer saber del tema.

Resulta que la reacción de mi hija no fue para nada inusual, sino bastante común, según pude escuchar de otras mamás durante la charla que nos dieron en el colegio. Una mamá dijo que su hija de 10 años también se negó a hablar del tema con este inobjetable argumento: "No me arruines mi niñez!".

Y otras mamás también contaron lo mismo que sus hijas de la misma edad no tenían ningún interés ni curiosidad por saber de temas de sexualidad.

Hace varios meses atrás, durante las vacaciones de verano, mis hijas y yo empezamos a ver una serie en Netflix sobre una niña de 11 años y sus muchos dilemas existenciales de púber, y uno de los capítulos se llamaba "La Charla".

Resulta que los padres de la niña notan que a ella le empieza a gustar un chico de su clase de karate, y deciden que entonces es momento de sostener "la charla" con ella. Todo el capítulo trata sobre los vanos intentos de sus padres por abordarla y las hilarantes formas que encuentra la niña para evitar que sus papás le den "la charla".

Recuerdo que mi hija mayor me dijo "Ves mami?, lo ves? yo tampoco quiero hablar de eso".

En las charlas a las que he asistido en el que se ha tratado este tema de cómo conversar de sexualidad con nuestros hijos, se ha dicho que incluso la negativa de un niño o niña a abordar el tema significa que sí hay una curiosidad sobre el tema sexual.

En realidad hay varios tipos de niños en cuanto a su curiosidad por la sexualidad, los que preguntan de frente a boca de jarro: Mamá, ¿qué es sexo? o ¿Cómo se hacen los bebés?, los que preguntan indirectamente, y los que nunca preguntan nada al respecto. Pero no se equivoquen, ese no preguntar evidencia que el tema sí está en sus cabecitas.

Una de las cosas que aprendí en estas charlas para padres, es que tan temprano como desde el tercer grado de primaria, los niños (especialmente los varones) empiezan a sacar el tema sexual en sus juegos, o en sus bromas, pero siempre es una sexualidad infantil aún la que empieza a manifestarse.

¿Qué quiere decir esto? Que usan vocabulario que a los padres podrían alarmarnos pero que no entienden de lo que se trata o lo que realmente significa. Por ejemplo, la psicóloga que nos habló en una de esas charlas, contó que un niño de tercer grado le dijo a su madre: "Mamá, en la casa de Fulanito, estuvimos jugando con un condón".

La madre del niño casí salta de su silla de la impresión, recuperó el aliento, y le preguntó: ¿Qué es eso, hijito?. y el niño le contestó: "Esos globitos que se ponen en la nariz". Es decir el niño no tenía ni la menor idea de lo que estaba hablando.

Otra madre participante en una charla dijo que había descubierto a su hijo de cuarto grado de primaria y a sus amigos a quienes había invitado a casa, queriendo abrir en la computadora una página sobre pornografía. Otra mamá dijo que su hija del mismo grado le había contado que sus compañeros de clase hacen movimientos pélvicos y se reían entre ellos, y la niña no sabía lo que significaba eso.

Otra niña le contó a su mamá que había escuchado a sus compañeros jugar con un muñeco de peluche a hacerlo gemir (como en un acto sexual), y otra que vio a sus compañeros bromear entre ellos haciendo un gesto obsceno con las manos, y ambas preguntaron a sus mamás que significan esos juegos.

Por supuesto que el resto de mamás que escuchábamos esos relatos, nos quedamos con la boca abierta. Por lo menos yo no tenía idea que niños de la edad de mi hija estuvieran evidenciando tanta inquietud por la sexualidad, y tampoco imaginé que mi hija pudiera estar viendo este tipo de comportamientos y juegos.

O sea el tema sexual está rondando las cabezas de nuestros hijos aunque no pregunten nada al respecto, ya sea porque han oido ciertas cosas de otros chicos mayores, hermanos o primos, o porque son testigos de los juegos y bromas de los amigos.

Entonces, ¿cuándo es el momento de hablar con los chicos de sexualidad?.

La idea del momento nos la van a dar ellos mismos, Cuando tu hijo te pregunte es cuando debes absolver sus dudas. Además si pregunta, quiere decir que siente curiosidad y está listo para escuchar sobre el tema.

Pero cuando llegue el momento en que él te pregunte, trata de actuar con naturalidad, no con sorpresa ni incomodidad, ni tampoco dándole demasiada seriedad o ceremonia al momento, porque puedes inhibirlo y hacerlo sentir incómodo, y puede que ya no quiera tratar el asunto contigo o no vuelva a recurrir a tí cuando tenga alguna inquietud.

Una mamá contó que un día que recogió a sus hijos del colegio, su hijo mayor, de 9 o 10 años le soltó la pregunta: "Mamá, qué es sexo? La pregunta la agarró por sorpresa, y no quiso intentar dar una respuesta en ese momento, porque también se encontraba en el auto la hermanita menor. Entonces le dijo al niño que más tarde en la casa hablarían al respecto.

Pero la madre no abordó el tema inmediatamente con el niño apenas llegaron a la casa, sino que llamó al padre para contarle lo que el chico había preguntado y para decidir qué hacer, y cómo abordar el asunto.

Por la noche, cuando el niño estaba acostado en su cama, los dos, papá y mamá, entraron a la habitación, se sentaron a su lado en la cama, y la madre le dijo: "hijito, te acuerdas que me hiciste una pregunta hoy al salir del cole?". Y el niño respondió: "¿Yo? Noo". "Sí tú me preguntaste algo de...". "No, no, no, yo no pregunté nada", dijo el niño.

Entonces el papá intervino: "Bueno está bien hijo. Cuándo quieras preguntarnos algo, aquí estamos. Buenas noches", y salieron aliviados de la habitación por no tener que hablar del asunto.

Si los papás se sintieron aliviados por no tener que explicar al niño qué es sexo, a todas luces el niño se arrepintió de haber preguntado, quizás por ver tanta seriedad y solemnidad, o tal vez fue por la intervención de su papá, cuando en realidad fue a su mamá a quien él había preguntado.

¿Hasta dónde hablar del asunto?

Esta es la gran pregunta que se hacen los padres, hasta dónde contar?, una parte? o todo? absolutamente todo con pelos y señales? Esto va a depender de la edad del niño.

Hay un vídeo en Internet, que me causó mucha gracia, con respecto a esto. Se ve a una madre preparando la cena en la cocina mientras su hija de unos 6 o 7 años la acompaña haciendo sus tareas al lado de los utensilios de cocina. En eso, la niña le pregunta: "Mamá, qué es virgen".

A la mamá se le suben los colores al rostro, y empieza a explicar que hombre y mujer son diferentes y que papá tiene algo especial, que pone en la cosa especial de mamá, y que se pone muy contento y sienten como una explosión de felicidad.

Luego le dice, "hasta que no hagas eso por primera vez, eres virgen". La niña con cara de no haber entendido absolutamente nada, le pregunta, "¿y qué es extra virgen?". Y a la madre se le abren los ojos, porque cae en la cuenta que la niña solo había leído la etiqueta de una botella de aceite de oliva.

Por eso para no excederte en la información que darás a tu hijo, lo aconsejable es indagar o averiguar qué ideas tiene acerca de lo que está preguntando. Por ejemplo si pregunta qué es virgen, pregúntale dónde escuchó o leyó esa palabra antes de intentar responderle, o podrías preguntarle qué cosa cree o ha oido que es virgen.

Si tu hijo es pequeño y pregunta cómo se hacen los bebés, la explicación de la semilla de papá y de mamá que se unen y dan lugar a la formación de un bebé, por lo general satisfacerá su curiosidad y será suficiente. Pero si es grande, podría preguntar cómo llega la semilla de papá al interior del cuerpo de mamá, y entonces ahí con esa pregunta, estará dando la señal de que está listo para conocer todo el tema.

¿Cómo hablar de sexo con los chicos?

Esto es lo más difícil para los padres, cómo abordar el tema. Yo esperaba que en la charla de padres, nos dieran los tips para iniciar la conversación con nuestros hijos, pero fue justamente eso lo que faltó. La psicóloga a cargo más bien quiso escuchar las inquietudes de los padres, las experiencias que habíamos tenido con nuestros hijos respecto del tema, pero sobre cómo darles la charla, nada.

Sin embargo, sí tuve la oportunidad de escuchar otras experiencias, de algunas madres y padres que por tener hijos mayores, ya habían vivido la experiencia de la charla de sexualidad. Por ejemplo, hubo quienes contaron que cuando se dio el momento, compraron libros respecto del tema, y los leyeron y discutieron junto con sus hijos. Fue una manera de ayudarse creo, y aliviar la tensión o la incomodidad que les genera a muchos hablar de este asunto con los chicos.

Pero el testimonio que más me gustó fue el de una mamá, que contó cómo su conocimiento acerca del sexo había ocurrido de una manera de la que no guarda un buen recuerdo y cómo ella quiso que las cosas fueran diferentes para su hija.

Contó que cuando estaba en tercer grado, oyó a un grupo de compañeras de colegio hablar lo que ocurría en un acto sexual y narrado de una manera grotesca y morbosa. Ella asustada buscó a su mamá y le preguntó, y su madre sorprendida buscó bibliografía adecuada para hablarlo con ella.

Resulta que a esta mamá no le pareció que esta debía ser la manera en que una niña debe conocer de sexualidad y sexo, y decidió tomar el toro por las astas, no esperar a que su hija de 10 años se entere por amigas.

Ella ya le contó todo a su hija, y cuando hubo momentos en que la niña reaccionaba con sorpresa y escandalizándose con la información recibida, ella la calmaba y le decía: "tranquila, es natural, es algo hermoso" y haciendo mucho énfasis en lo bonito que es el amor entre un hombre y una mujer adultos, que ella como niña no puede entenderlo ahora, pero que cuando sea grande lo hará.

Definitivamente es así como quisiera poder explicárselo a mis hijas. Aún no lo he hecho, ni siquiera con la mayor de 12 años, porque no quiere hablar del tema, se siente incómoda. Ya he preguntado también a las psicólogas que debo hacer, cómo debo actuar, y su respuesta es que si ella no quiere, no debo presionarla, solo decirle que cuando ella quiera hablar, me busque y me pregunte, y absolveré todas sus dudas.

Siempre me queda el temor de que se entere antes por amigas, porque una vez leí que nosotros los padres debemos ser la primera fuente de información sobre sexo de nuestros hijos, porque si lo descubren por otras fuentes, ya no van a recurrir a nosotros cuando tengan más inquietudes.

La psicóloga me dijo que también le hable a mi hija de este temor que siento, tal vez así ella esté más llana a buscarme a mí para que le absuelva sus inquietudes antes de creer todo lo que escuche en otros lados.

En cuanto a mi hija de 10 años, que también ya está en una edad de saber de sexualidad, que no se incomoda como se incomoda la mayor, y con quien es más fácil conversar de estos temas, le he preguntado: "¿Quieres que te de la charla?"

-"Antes que a mi hermana?", me dijo.
-"Si, si quieres saber, te la doy a tí primero".
-"Hmmm, ahora no, pero en unos meses sí"
-"¿Cuándo?"
- "A ver... que sea en diciembre".
-"¿Diciembre? Está bien"
-"Sí, que sea el 17 de diciembre".
-"Okay, listo!"

Así que ya tengo fecha dada por mi propia hija para que tengamos "la charla".

lunes, 16 de octubre de 2017

Ideas de cumpleaños para niñas grandes

Cuando tenemos hijos pequeñitos, las fiestas de cumpleaños pueden demandarnos un dineral y una logística y organización impresionantes, pero conforme avanzan en edad, la complejidad de las celebraciones va disminuyendo. En el caso de las niñas, cuando crecen y llegan a una edad de dos dígitos, una celebración pequeña con sus mejores amigas es lo que les va a hacer más felices.

mesa de cumpleaños - portriplepartida.blogspot.com

Cuando el bebé cumple su primer año, muchos papás y mamás están dispuestos a hacer una mega celebración y tirar la casa por la ventana, mientras que otros no, porque piensan que el niño "no se va a acordar". Los del primer grupo de papás suelen invitar a sus familiares y a sus amistades, casadas o no, con hijos o no, y la celebración puede llegar a ser bastante numerosa y costosa también.

Para el segundo, tercer, cuarto, quinto y sexto año del niño, la fiesta usualmente incluye show infantil, juego inflable,  cama elástica, decoración de la mesa, caritas pintadas, carritos de pop corn, carritos de hot dogs o hamburguesas. Además por supuesto de la torta, las sorpresas, la piñata, las tarjetas de invitación, y algunos detallitos más.

A partir de los siete años, las fiestas empiezan a simplificarse, primero porque los niños se separan por género, las niñas solo invitan a niñas y los niños a niños, y la necesidad de shows infantiles con princesas o superhéroes ya no es lo que les apetece.

Pero yo quiero hablarles en este post de las opciones para celebrar el cumpleaños de niñas grandes, de aproximadamente la edad de mi hija del medio, que cumplió hace unos meses 10 años. Ella quiso una celebración pequeña con sus amigas más cercanas y afines, y eso fue lo más importante para ella.

Y según observé, otras compañeras de su colegio también optaron por el mismo tipo de celebración sencilla. Solo se de dos casos de niñas que invitaron entre 25 y 35 chiquitas para festejar sus cumpleaños. La mayoría optó por números de 15 niñas a menos.

A los 10 años entonces las cosas son mucho más simples. Estas son algunas ideas para celebrar los cumpleaños de niñas que pude conocer durante este año.

1. Juegos de Competencia.

Hay empresas que dan este servicio, y la última que he conocido y de la que he escuchado muy buenas referencias (otras mamás y mi hija, que me dijo que fue "divertidísimo") es Games4U. Pero para este caso la fiesta tiene que ser numerosa con muchas invitadas porque la dinámica se basa en formar dos equipos que compiten entre sí.

2. Pijamada

Cuando las niñas crecen empiezan a soñar con hacer pijamadas con sus amigas. Lo malo es que no todos los padres aceptan la idea de que sus hijitas se queden a dormir en otra casa que no sea la suya. El plan de la pijamada es quedarse despiertas hasta muy tarde viendo películas, y lo más probable es que todos en la casa duerman muy mal esa noche (lo se por experiencia propia). Existen empresas que ofrecen el servicio de organización de pijamadas usando los populares teepees, esa especie de carpitas al estilo apache, y una decoración especial que incluye cojines o colchas alusivas al tema del cumpleaños.

3. Karaoke y/o Just Dance

Para cumpleaños de niñas grandes existe también la opción del karaoke para que las invitadas disfruten de cantar las canciones de moda. Eso además puede ir combinado con el Just Dance, ese videojuego que consiste en bailar las canciones del momento siguiendo los pasos y coreografías que aparecen en la pantalla. Si además se contrata un juego inflable y una cama elástica, la diversión está asegurada.

4. Tarde de manualidades

Esta actividad fue la más frecuente en las fiestas de cumpleaños a las que asistió mi hija de 10 este año. Como se trata de niñas más grandes, las manualidades a realizar también suelen ser más complejas que las que van a dirigidas a niñas más pequeñas como la típica decoración de cupcakes o galletas.

Algunas de estas actividades para niñas grandes son:

- Teñido de polos con la técnica del tie dye (anudado)
- Pintado de cajitas o urnas de vidrio
- Pintado y decoración de bolsos o de cojines.
- Preparación de pan y/o pizzas.

En el caso de este tipo de manualidades, lo bueno es que ya no hay que entregar sorpresas a las invitadas ya que la sorpresa viene a ser la "obra" que hicieron.

Y en cuanto a la decoración de la casa o la mesa, también se simplifica mucho. Casi todas las fiestas de cumpleaños a las que asistió mi hija este año no tuvieron una decoración especial que fuera contratada o hecha por una empresa organizadora de eventos y cumpleaños.

Como lo ves, los años en que te volvías literalmente loca organizando la fiesta soñada de tu peque, quedaron atrás, y seguirá siendo así por unos años más, hasta que llegue a la adolescencia y un día te sorprenda pidiendo para su cumple un mega tono con todos los chicos de su promoción del colegio.


lunes, 9 de octubre de 2017

Mi dilema de mamá con mi hija menor

En estos días me he encontrado frente a un dilema, que supongo lo tienen muchas mamás también y tiene que ver con el crecimiento de mi hija menor que cumplió hace poco 4 años. No es una bebé obviamente, pero al ser la menor y nacida después de varios años, creo que una parte de mí se aferra a esa imagen de bebé que desde siempre ha proyectado en mí.

mamaehija - portriplepartida.blogspot.com

Fomentar su autonomía o dejar que siga siendo mi bebé, seguir dándole de comer en la boca o dejar que coma sola aunque apenas pruebe bocado, seguir vistiéndola o hacer que aprenda a vestirse sola, seguir cargándola en brazos cuando me lo pide o decirle "no, ya eres una niña grande", he ahí el dilema.

No me pasó lo mismo con sus hermanas mayores. Con ellas siempre busqué que maduraran, que alcanzaran hitos, que aprendieran a ser cada vez más autónomas. Por ejemplo a los 4 años, ya las hacía vestirse solas. Cuando tuvieron tres años me negaba a llevarlas cargadas en brazos "No, tienes que caminar", les decía. Mi hija segunda empezó a ducharse sola a los 5 años, bueno, en realidad ayudada por su hermana de 7. Yo las metía a la ducha a las dos, y les animaba a jabonarse y enjuagarse, y ayudarse por ejemplo a jabonarse la espalda.

Hoy que la última de mis niñas ya llegó a los 4 años, la idea de empezar a exigirle que se vista sola, me apena. Solo de pensar que ya no volveré a vestirla una vez que haya dominado la tarea, se me estruja el corazón de tristeza, entonces me digo, puedo seguir haciéndolo, total es la más chiquita, es mi bebé.

Pero en ese preciso momento cuando creo haber llegado a ese convencimiento, sale a relucir mi otra parte, mi parte racional. "¿Qué de bueno estarías haciendo por tu hija? ¿Convirtiéndola en una niña incapaz de hacer algo por sí misma?, ¿una bebona?¿una engreída? ¿una que espera que todo le hagan?

Si, dicen que los últimos hijos son los más engreídos. ¿Será porque las mamás somos más flexibles y blandas con los menores? ¿Que no les exigimos tanto como se lo exigimos al mayor o a los mayores? ¿Que les permitimos más cosas que las que permitimos a los hijos más grandes? por ejemplo, que hagan berriche, que se porten mal, que no sean responsables?

Puede ser. A veces he observado el comportamiento de niños, a todas luces mimados, y luego he descubierto que se trata de los últimos hijos, los menores de tres o de cuatro hermanos, los engreídos.
Son niños que creen que todo el mundo, especialmente su mamá, debe estar a su servicio, que no toleran que les hagan esperar por algo, o que no toman la iniciativa, esperan que alguien les resuelva sus problemas.

Y la verdad, no quiero que ese sea el perfil de mi peque cuando sea más grande. Así que aunque me cueste, aunque me de pena, ahora estoy en proceso de enseñarle que tiene que ir al baño sola, que tiene que comer sola, y que tiene que vestirse sola.

Ella sabe ir al baño por sí misma pero a veces como que le dan ganas de ser bebé de nuevo, y empieza a gritar "baño! baño! y hacer aspaviento para hacer que alguno de nosotros vaya corriendo a ella y la lleve al baño.

También sabe comer sola, pero se distrae, o quiere irse a jugar, y cuando se le pide que coma sola, nos responde "ayúdame", o "que alguien me ayude a comer". Como ella es una niña difícil para comer, la mayoría de las veces, cedemos, y le ayudamos para asegurarnos que coma por lo menos algo.

En cuanto a vestirse sola, sí puede hacerlo y le divierte jugar a hacerlo en "x" minutos. "A ver, en cuánto tiempo te pones el pantalón", le digo, y empiezo a contar, 1, 2, 3... y ella se afana en ponérselo, igual hago con las medias, la camiseta, la chompa, etc. Desvestirse sí se le hace más difícil sobre todo cuando se trata de sacarse las mangas de una camiseta.

Así que no hay vuelta atrás. Es un proceso irreversible. Mi peque aprenderá a ser más autónoma hasta que ya no le quede nada de la bebé de mamá, y aunque yo me muera de la nostalgia, es la ley de la vida. Los hijos crecen más rápido de lo que imaginamos o queramos, se hacen mayores y ya no nos necesitan más. Y lo que es peor es que no recordarán nada de lo que como mamás hacíamos por ellos en el día a día. Eso solo quedará para nosotras.

Solo me queda en este tiempo gozar todo lo que pueda a mi chiquitina. Como tengo a mis hijas mayores de 12 y 10 años como referencia, observo en la peque características o costumbres de niña pequeña que las mayores perdieron hace tiempo. Y eso me hace valorar esas cosas más. Por ejemplo, la peque se frota los ojos cuando tiene sueño. Ese es un rasgo de bebé que aún le queda, que ya no es propio de niñas mayores, y que me llena de ternura cuando la veo hacerlo!.

También su espontaneidad. Cuando le doy una buena noticia o le anuncio algo que le va a gustar, por ejemplo le digo: "hoy vamos al cine!", ella empieza a gritar de alegría y a saltar en dos pies sin parar. Me encanta! Obviamente, sus hermanas mayores no reaccionan así.

O su afán por ponerse disfraces y pasear disfrazada por toda la casa, o de ponerse alas de mariposa, y revolotear por todas partes sintiéndose una mariposita de verdad. Son cosas típicas de su edad que valoro tanto.

Ahora comprendo a otras mamás del colegio que conocí cuando mi hija mayor iniciaba pre kinder en el cole, junto con sus hijas de la misma edad. Las niñas eran las hijas menores de estas mamás y ellas se afanaban tanto con llevarlas al colegio y pasar tiempo con sus niñas en el patio de juegos en las mañanas, con estar presentes en todas las actividades del cole, con llevarlas a las fiestas de cumpleaños, en organizarles tardes de juegos en casa con sus amiguitos, mientras que yo me sentía más relajada.

Al final comprendí que su actitud era por eso, porque al tratarse de sus hijas menores, querían gozar esos años de su infancia al 100%, ya que eran conscientes que una vez pasados esos años, ya nos los volverían a vivir más.

Y ahora eso es lo que me pasa a mí.

lunes, 18 de septiembre de 2017

Cómo ayudar a los niños con hipotonía o bajo tono muscular

Hace varias semanas atrás, estaba con mi hija menor de 3 años en el jardín echadas en el césped, y por algún motivo, que ahora ya no recuerdo, le pedí que levantara su cabeza sobre el pecho, pero ella en vez de hacerlo como le pedía, se incorporaba y se sentaba. Se lo volví a pedir, y volvió a hacer lo mismo.

niño jugando - portriplepartida.blogspot.com

"Solamente levanta tu cabeza", le decía yo, pero ella se sentaba todas las veces. Me quedé intrigada, algo no estaba funcionando y acabé dándome cuenta de que mi peque no podía levantar la cabeza con solo la fuerza de su cuello.

Me quedé totalmente sorprendida, es más, perpleja de que en más de 3 años de su vida, no me había dado cuenta que ella no podía hacer un movimiento tan básico. Entonces, se me vinieron a la mente recuerdos de cuando era una bebé recién nacida, y de esas pruebas que hacen los pediatras de ponerlos boca abajo para que intenten levantar su cabeza.

Recordé que con pocos días de vida, mi hija mayor se las arreglaba para levantar la cabeza, y que yo me admiraba por eso, y luego recordé cómo la menor de mis hijas no podía hacerlo. En ese entonces yo lo justifiqué diciéndome que como había nacido con una cabeza más grande que la de su hermana mayor, seguro que por eso le costaba levantar su cabecita.

Otras diferencias entre ambas cuando eran bebitas: cuando jugábamos al avioncito, mi hija mayor mantenía todo su cuerpo derecho con las piernas rectas al mismo nivel que la espalda, mientras que la menor tenía las piernas caídas. Cuando levantaba a la mayor por los brazos debajo de las axilas, yo sentía la resistencia de su cuerpecito, mientras que cuando cargaba a la menor, sentía que se me "chorreaba".

Ya a principios de año, la profesora del nido de mi hija menor me había dicho que era medio hipotónica, y de que necesitaba reforzar su psicomotricidad gruesa. El año pasado me habían dicho también que le faltaba un poco de coordinación, y que eso se notaba porque al empezar a correr, en el segundo tranco se caía al suelo.

Como tengo una amiga que ha sido profesora de nivel inicial, le pregunté si mi hija debería poder levantar la cabeza y el cuello, y me dijo que sí. Entonces no perdí tiempo y le comenté lo que había observado a la miss del nido, y ella me ofreció pedirle a la terapeuta de psicomotricidad que le haga a mi peque una evaluación.

En el reporte que hizo la terapeuta, salieron varias cosas de las que yo no tenía ni idea, decía que mi enana es "hiperlaxa", también que no tenía fuerza en la cintura escapular, y que se cansaba fácilmente al hacer actividades físicas, todo esto por la hipotonía de sus músculos.

Hasta la miss se sorprendió al ver el reporte, porque todo esto no es muy evidente en mi hija, ella juega y se mueve como una niña cualquiera, salta, trepa, corre, gatea, pero aparentemente hay un trasfondo de hipotonía.

La terapeuta me dijo, sin embargo, que no era una hipotonía patológica lo que tenía mi peque. Cuando la hipotonía es patológica aparentemente interfiere con el desenvolvimiento del niño, es decir no juega, o no se integra en los juegos con los demás niños porque no puede seguirles el ritmo. En esos casos se indica que el niño siga una terapia.

En los casos más graves, los bebés se demoran en lograr sentarse o en gatear, y también en caminar debido a la hipotonía. He leído de casos de niños hipotónicos que lograron caminar casi a los 2 años de edad. Otros niños pequeños con hipotonía no tienen suficiente fuerza en la mano y dedos para hacer movimiento de pinza.

Lo de la hiperlaxitud se refiere a la gran flexibilidad de las articulaciones, cartílagos y tendones. Cuando es muy notoria, esta condición puede causar que el niño tenga tendencia a padecer de dolores articulares o luxaciones, pero cuando no lo es, puede incluso ser una ventaja en la práctica del ballet, o de deportes como la gimnasia.

La falta de fuerza en la cintura escapular se refiere a la parte que va desde la base del cuello, la clavícula, y el omóplato. Aparentemente por eso mi peque no tenía fuerza en la mano. Una vez su miss me dijo que la fuerza para escribir y dibujar viene desde el hombro. Entonces cuando falta fortaleza en el hombro, el niño escribe o hace trazos muy débiles y es lo que le pasaba a mi hija.

Afortunadamente he observado una mejoría en ella, porque ahora sí hace trazos fuertes o ya no se cansa de colorear libros de figuras como antes.

¿Qué hacer para mejorar la hipotonía leve?

La recomendación que me dieron fue que inscriba a mi hija en clases de natación, aparentemente este deporte ayuda a mejorar la tonicidad de los músculos en los niños hipotónicos.

Pero mi amiga profesora también me dijo que para una hipotonía leve, lo mejor es que los niños jueguen al aire libre en los columpios, en los toboganes, con balancines, con patinetas, etc. Ahí es cuando estarán ejercitando todo su cuerpo y su motricidad.

Los terapeutas también recomiendan que los niños hagan actividades que fortalezcan el tronco, como sentarse sobre una pelota terapéutica, esas para hacer pilates, mientras están viendo televisión o haciendo las tareas, también jugar a la carretilla humana (sosteniendo una persona el vientre y piernas del niño y que este avance sosteniéndose en sus brazos y manos.

También girar o rodar con el cuerpo es una excelente actividad, o jugar a atrapar o lanzar una pelota, o el clásico "matagente". Otras actividades son subir y bajar escaleras colgantes, sobrepasar obstáculos, trepar, jalar, empujar, en general todo tipo de actividades que ayuden a mejorar y reforzar las destrezas motoras.

¿Cómo interfiere la hipotonía en la escuela?

Una primera señal de que un niño es hipotónico es cuando al verlo sentado en una silla está como "chorreado". A los niños hipotónicos les cuesta mantener el cuerpo derecho y erguido, por consiguiente se cansan de mantener por largo tiempo la misma postura.

Al tener esta dificultad, el niño estará moviéndose constantemente en la silla, o para aliviar la incomodidad que siente, se recostará en la carpeta, o subirá los rodillas o los pies en la silla, dando la impresión de ser un niño inquieto que no puede concentrarse en la clase.

De hecho, los niños con bajo tono muscular utilizan más energía mental y física que los demás niños para mantener una postura, por lo que se les hace difícil atender la clase.

De ahí la importancia de tratar oportunamente al niño con bajo tono muscular con miras a evitar dificultades en la vida escolar. Desde casa, podemos ayudar a nuestro hijo haciéndole practicar deportes como la natación, o escuchar música y bailar, jugar a la pelota, y balancearse en el columpio.

Ya lo saben, mucha actividad física al aire libre, y cortar los tiempos sedentarios de ver la televisión o de jugar con tabletas y dispositivos electrónicos.



lunes, 4 de septiembre de 2017

Siete características de las niñas de 10 años

Mi segunda hija cumplió hace poco 10 años, una edad que es significativa no solo para las niñas sino también para sus madres y padres, que empezamos a notar con nostalgia pequeños cambios en nuestras hijas, que nos indican que sus años infantiles están quedando atrás.

niña - portriplepartida.blogspot.com

Si tienes una hija de 10, seguro habrás notado que sus brazos y piernas se han alargado, y que su cintura ha empezado a afinarse. Los 10 años son la edad previa al inicio de la pubertad!. Por triste que pueda ser para tí, es la realidad, tu pequeñita está dejando de serlo.

Los psicólogos dicen que actualmente la pubertad se ha adelantado y que en realidad empieza a los 9 años con las primeras señales de desarrollo físico, como es en las niñas el brote de los pezones. Pero yo más creo que la pubertad se centra en los 11 años, y me ciño a lo que he observado en mi hija mayor y otras niñas: a esa edad la carita les cambia y se ven más como chicas, ya no como niñitas.

Por ejemplo, cuando observo a mis dos hijas mayores, la de 12 años se ve mucho mayor que la de 10, no solo porque es más alta, sino que también porque ha crecido en dimensiones, su cara, sus brazos, sus piernas, sus hombros, el pompis, son mucho más grandes que los de su hermana de 10.

Mi hija de 10 todavía se ve niña, aunque psicológicamente hablando, ya está dando señales de cambio. Por eso en este post, quiero hablar de esos cambios emocionales, o de comportamiento que tienen las niñas de 10 con respecto a sus años más infantiles.

Características de las niñas de 10 años

1. A los 10, las niñas tienen un grupo más íntimo de amigas. Esto es bien característico de la edad. Si antes invitabas al cumpleaños de tu hija a todo su salón de clases, y a otras niñas con las que estudió pre kinder o segundo grado, a los 10 ella ya no querrá una fiesta de cumpleaños masiva, sino solo querrá invitar a quienes son sus amigas más cercanas, o las más afines, las que les caen mejor o con las que más juega y conversa. A los 10, las niñas empiezan a diferenciarse en cuanto a sus intereses y gustos, las más "movidas" o "inquietas" se juntarán con niñas como ellas, y las más tranquilas con las niñas tranquilas.

2. A los 10 si ya está cambiando físicamente, se vuelve pudorosa. Esa escena familiar con la que te encontrabas a menudo, la puerta del baño abierta y a tu hija sentada en el inodoro, se vuelve cosa del pasado. De ahora en adelante la puerta del baño siempre estará cerrada cuando tu hija esté adentro. Si tu hija tiene hermanos, y antes se cambiaba de ropa enfrente de ellos, ya no lo hará más, además que se volverá territorial: no querrá que sus hermanos entren libremente a su habitación.

3. A los 10, les cambia el humor. Puede que se ponga sensible o tal vez malhumorada. A veces tendrá crisis emocionales y te sorprenderá con un "no me entienden!", "me culpan por todo!", "nadie me quiere!". O sino parecerá irascible, y tendrá estallidos de cólera. Son la evidencia de la actividad hormonal que ya empieza a surgir en las niñas.

4. A los 10, la tecnología y las redes sociales son irresistibles. Quizás desde antes tu hija ya te haya empezado a pedir un teléfono celular de regalo, pero si aún no le has dado uno, igual ella podrá echar mano de tu propio smarphone para "conectarse" con sus amigas y crear cuentas en las redes sociales. Las típicas de esta edad son Musicali, Whatsap, Instagram e incluso Snapchat. Desde el año pasado, mi hija y algunas amigas suyas empezaron a crear grupos de Whatsap en nuestros teléfonos, es decir en el de sus mamás. Y ahí estaba yo volviendo loca con el TIN, TIN, TIN del grupo de Whatsap de mi hija. Una vez conté más de 500 mensajes nuevos, peor que un chat de mamás del cole! Y que es lo que se dicen? Intercambian selfies, fotos de sus mascotas, Gifs, se cuentan qué están haciendo en ese momento...

5. A los 10 empiezan a ser críticas con su físico. Es como si de pronto se les abrieran los ojos, y empezaran a ver cosas en su propio físico que no les agrada. "No me gustan mis orejas, son como Dumbo", "mi nariz es muy grande", "mis dientes están chuecos". Los niños pequeños se ven y se sienten satisfechos con lo que tienen, y no se les ocurriría decir que algo de sí mismos no les gusta.

6. A los 10 empiezan a cuestionarte. "Mamá, nunca me oyes cuando te estoy hablando!", "A ver ¿qué te dije?" "Siempre estás con tu celular", "Nunca quieres jugar!". "Me lo prometiste, y no cumpliste!" Definitivamente es el momento cuando la niñita que antes te admiraba, ahora empieza a ver en tí una mamá más humana con debilidades y defectos, y no duda en echártelo en cara.

7. A los 10 los juegos grupales empiezan a quedar en el pasado. Jugar en grupo a las escondidas, o a la chapada o mancha (una variación de la chapada), cada vez se ve menos. Ahora a la hora de recreo, las niñas empiezan a preferir la conversación a los juegos que demandan actividad física. Cada vez que le pregunto a mi hija qué hizo durante el recreo, me dice que dio vueltas por el patio con sus mejores amigas conversando.

Todas estas características las observé antes en mi hija mayor, y ahora la estoy volviendo a ver en mi segunda hija. Es el camino irreversible de su crecimiento, el camino que las llevará a convertirse en adolescentes y luego en unas jóvenes mujeres, y espero estar ahí en cada tramo de ese camino cuando me necesiten, como una guía, o una confidente, o simplemente como su mamá.


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viernes, 25 de agosto de 2017

Diez frases que nunca debes decir a tus hijos

Por todos es conocido que las palabras hirientes son como puñales, y que pueden causar un dolor profundo y duradero más que un golpe físico, ahora ¿qué pasa cuando estas palabras vienen de los propios padres? La huella que dejan en el alma de los hijos es imborrable.

hijo escuchando - portriplepartida.blogspot.com

Hace unos meses, estaba esperando que terminara la clase de ballet de mi hija de 3 años, y al lado habían otras dos mamás, también esperando y conversando. Primero llegó la hija de una de ellas, la niña se sentó, sacó un afiche y se puse a escribir algo. Aparentemente iban a tener una actividad, y la niña estaba confeccionando el afiche.

Al rato, llegó la hija de la otra señora, era una niña como de 8 años, y cuando vio que su compañera estaba haciendo el afiche, dijo: "Yo también quiero hacerlo!", pero su mamá la paró en seco: "No!, tu escribes horrible".

Apenas escuché esto, volteé a mirar a la niña, y ví que empezó a desatar sus zapatillas de ballet, tenía una expresión seria, no lo había tomado a la ligera definitivamente. Más tarde, les conté a mis hijas este episodio que yo había presenciado, y ellas me miraron incrédulas. La mayor, de 12, que siempre ha sido una niña sensible, me dijo, "yo me hubiera puesto a llorar si me hubieras dicho eso!".

Pero la niña del ballet no se puso a llorar, ni puso cara compungida, supongo que ya estaba acostumbrada a escuchar de su madre comentarios como ese.

Decir cosas negativas a nuestros hijos tiene claros efectos contraproducentes. No solo dañamos su autoestima, su sensación de valía, sino que deterioramos la relación madre-hijo, o padre-hijo que tenemos con ellos.

Ejemplo de ese deterioro lo da el escritor y periodista peruano Renato Cisneros, en su libro "La distancia que nos separa", en la que narra la relación fría que tuvo con su padre, un señor muy duro, que en ocasiones le prodigaba palabras de menosprecio.

Relata una ocasión en que él, de unos 8 años de edad, había dicho a su padre algo que a este no le gustó, y comenzó a perseguirlo para darle una tunda. El corrió para escapar del castigo y se escondió en una alacena. Su padre lo alcanzó y quiso abrir la puerta, pero él , muy asustado del castigo que se le venía encima, resistió, impidiéndole abrirla, y entonces oyó decir a su padre: "Tenía fuerza esta cucaracha". Esas palabras de su padre quedaron grabadas a fuego en su mente.

Recientemente en una charla que dio una psicóloga en el nido de mi hija menor, ella dijo que los padres no debíamos señalar las cosas negativas de nuestros hijos, ya sea su mal comportamiento, o sus flaquezas, sus defectos, sino solo lo positivo, para alimentar su autoestima.

Señaló lo importante que era darle un refuerzo positivo a nuestros hijos cuando han hecho algo bueno, cuando se han esforzado y se han portado bien, o cuando han sacado una buena nota en el colegio, pero sin exagerar, pues los elogios constantes pierden su valor, y también tienen su parte negativa y contraproducente.

Dijo algo importante, que nuestros hijos sean testigos de cuando decimos cosas bonitas de ellos frente a otros. Eso es un plus mayor en su autoestima. Entonces cuando viene su tía de visita, que te escuche decirle a ella: "Mateo es un niño muy bueno, generoso, le gusta compartir con todos". O "Camila es muy responsable, hace sus tareas sola, y siempre me trae buenas notas".

A veces en momentos de tensión, estrés, las madres y padres podemos perder la calma y soltar frases de las que después nos arrepentimos. Finalmente, equivocarse es humano, pero no hay que dejar las cosas así. Si se te salió una palabra o frase que no quisiste decir, enmienda tu error, y pide perdón a tu hijo. Sí, reconoce que te equivocaste, estarás dándole un buen ejemplo, el de saber reconocer tus propios errores, y además será un alivio para él o ella saber que no quisiste decir lo que dijiste, que no quisiste herirle.

¿Entonces, cuáles son aquellas frases que nunca debemos decir a nuestros hijos?

1. Tu hermano es mejor que tú o ¿Por qué no puedes ser como tu hermano?. Hacer comparaciones entre nuestros hijos es un grave error. Primero porque nadie es perfecto, entonces si uno de tus hijos saca buenas notas en el colegio, de repente es pésimo en los deportes, o es menos sociable y se le dificulta hacer amigos, mientras que el otro hermano puede ser todo lo contrario, amiguero, con excelentes habilidades sociales, pero flojo para los estudios. Segundo porque sufre su autoestima, no olvidemos que los hijos inconscientemente siempre están rivalizando por el amor de sus padres, entonces si le comparas con el hermano o sacas a relucir siempre las cualidades del hermano, el mensaje que le das es, yo prefiero a tu hermano, porque me da más satisfacciones que tú.

2. Eres un inútil, o No sirves para nada o  No sabes hacer nada bien. Desvalorizar las capacidades de tu hijo también es un golpe muy fuerte en la autoestima. Si le dices constantemente que no puede, terminará por aceptarlo y creérselo.

3. Eres un estorbo. Decir una frase como ésta es doloroso para un hijo, es como decirle, estoy mejor sin tí, o extraño mi vida antes que aparecieras en ella. Hace poco tiempo se hizo viral en las redes sociales un vídeo en el que se ve a una mamá que no podía controlar una pataleta de su hijo, que ya tenía como 8 o 9 años, y le dijo literalmente: "Eres un estorbo en mi vida". Una madre soltera, o una madre que tuvo un niño siendo muy joven, que vio truncarse sus estudios o proyectos personales por el embarazo no deseado, quizás podría llegar a pensar que debió hacer las cosas de forma diferente, pero jamás debe hacer comentarios al respecto a su hijo, ni siquiera un aparentemente inofensivo "ay, cómo me hubiera gustado poder terminar mi carrera!", porque el mensaje que recibe el hijo es: "eres el culpable de que no pude cumplir mis sueños", y qué terrible carga para un niño o un joven sentirse culpable de algo así, siendo totalmente inocente.

4. Eres feo. Hay progenitores que lo pueden decir como si fuera una broma, pero ni siquiera en broma una debería decir a su hijo o hija, eres feo o fea, pues siempre le quedará la duda de si en verdad su madre o padre le considera así. Especialmente en la adolescencia los chicos son muy sensibles al tema de su apariencia física y ella tiene un peso fuerte en la imagen de sí mismos que tienen y de su autoestima.

5. No llores. Criticar a tu hijo por llorar es negativo porque le enseñas a reprimirse, a guardar sus emociones para sí. Si lo criticas por llorar "como una niñita" o cosas así, peor, porque refuerzas el concepto de lo masculino asociado a la fortaleza y lo femenino a la debilidad. El mensaje que recibe el niño es que tú lo consideras débil por llorar.

6. No tienes por qué tener miedo. Si pronuncias esta frase porque tu hijo tiene miedo a los monstruos,  o a los fantasmas, y encima te causa gracia, no estás siendo empática con él, no estás respetando sus temores y emociones.

7. Yo también te odio. Si en un momento de acalorada discusión, tu hijo te lanzó un "te odio!", no le respondas con lo mismo, solo contribuirías a abrir una brecha entre él y tú, además se supone que eres la adulta y puedes mantener una postura alturada aunque tu hijo esté perdiendo el control.

8. Espero que tengas hijos como tú o Ya pagarás con tus hijos lo que me haces. Esperar que el destino le de la revancha es por decir lo menos algo inmaduro de una madre, además qué puede pensar el hijo, ¿que su madre le desea el mal? ¿que su madre se va a alegrar cuando él la pase mal con sus propios hijos?.

9. Llamarlo con sobrenombres como piojo, pulga, enano. Aunque sean dichos en términos cariñosos, los sobrenombres no tienen una carga muy positiva que digamos para la autoestima de una persona.

10. Ya verás cuando tu papá llegue. Esta frase no debería ser dicha por las madres, porque al decirlas estás dejando implícito que no tienes autoridad sobre tu hijo. Además reduce el papel del padre al malo de la película, y el niño termina por sentir miedo del momento en que su papá regrese a casa, en vez de que sea un momento que espere con ansias.

miércoles, 16 de agosto de 2017

Etapas de la infancia: Cuál es la más fácil para las madres

Si eres una mamá primeriza agobiada con el desgaste que te significa el cuidar a tu bebé recién nacido las 24 horas del día, seguro estarás preguntándote cuándo las cosas se pondrán más llevaderas y fáciles, cuando podrás tener un respiro.

niña saltando - portriplepartida.blogspot.com

La verdad es que cada etapa de la infancia de tu hijo, presenta sus propios retos, cada una demanda un desgaste particular. No es nada fácil cuidar a un recién nacido, pero tampoco es sencillo lidiar a diario con los berrinches y pataletas de un niño 2 o 3 años, y más tarde con la rebeldía o malhumor de un púber.

Sí, ser mamá no es fácil, y alguna vez yo misma, cuando mis hijas mayores eran pequeñitas, me preguntaba cuando llegaría el momento en que criarlas se haría más fácil, cuándo podrían ir al baño solas, cuándo empezarían a comer por sí mismas, cuándo podrían bañarse sin ayuda. Y así pasó el tiempo y mi hija mayor ya tiene 12 años, y ahora me encuentro en las puertas de empezar otra etapa de maternidad, que según todo el mundo dice, es difícil y desesperante.

De la adolescencia no conozco nada, así que en esa etapa sí soy mamá primeriza total, pero de las etapas previas ya conozco bastante, y por eso haré aquí un recuento de los retos que se nos presentan en cada etapa de la infancia y cuándo la crianza se nos hace a las mamás un poco más fácil.

1. De 0 a 3 meses

Para mí esta fue una etapa muy dura y difícil y creo que lo es para la gran mayoría de las madres, primero, porque si eres mamá primeriza, no conoces nada de tener un bebé, segundo porque la demanda de atención de un recién nacido es 100%. Un bebé recién nacido no conoce tampoco nada del mundo exterior, y por eso le va a costar un tiempo adaptarse al mundo fuera del útero materno. Llora por leche, llora por sueño, llora por frío, llora por incomodidad por un pañal sucio, llora porque te extraña, llora, llora y llora. Si es un bebé tranquilo y dormilón, te sacaste la lotería, podrá dormir 14 a 16 horas diarias, pero si no, como a mí me pasó, gran parte de tu tiempo lo pasarás tratando de hacerlo dormir, dándole teta, paseándolo en brazos, meciéndolo, cantándole, solo para que se duerma 20 minutos y se vuelva a despertar. Esta etapa fue de locos para mí! Mis hijas no dormían más de 11 horas diarias entre el día y la noche.

2. De 3 a 12 a meses

En esta etapa, tu bebé da un gran salto de desarrollo, ya no es más un recién nacido, ya es un bebé y está encantado con descubrir lo que hay a su alrededor. Se distrae mucho mirando todo, se entretiene queriendo alcanzar objetos, tocarlos, metérselos a la boca y chuparlos, o practicando darse la vuelta para ponerse en posición de panza, y después para poderse sentar, y después para gatear, y luego para caminar. Como todo bebé, aún demanda muchos cuidados, alimentarlo, bañarlo, cambiarle el pañal, hacerlo dormir, jugar con él, cuidar que no tenga un accidente, una caída de la cama o del sofá, o que trate de treparse en las barandas de la cuna, o que cuando empiece a caminar no se vaya a tropezar y golpear con el borde de una mesa, es decir, hay que tener mil ojos encima de ellos, pero de por sí es una etapa de menos llantos y más gorjeos y carcajaditas de bebé.

3. De 12 a 24 meses

Ahora empieza la etapa de los berrinches. Desde poco antes de cumplir un año, ya tu bebé da muestras de enojarse, por ejemplo, si le quitas algo que él tenía en sus manos llora de frustración. Recuerdo que mi hija menor, a los 10 meses, se enojaba y le jalaba el pelo a quién le impidiera hacer algo que ella quería hacer. También es la etapa de tener mucho cuidado con ellos, porque son extremadamente curiosos a esta edad, y todo lo que ven en la casa es algo que quieren tocar, explorar, investigar, y como ya saben caminar, nada los detiene! Hay que estar atentos a los cajones que puedan abrir, a los muebles cerca de ventanas a los que se puedan subir. Mi hija del medio, que era bien inquieta a esta edad, tuvo un accidente alrededor de los 18 meses, cuando un día agarró la afeitadora de su papá y se rebanó un pedazo de piel del dedito índice, y tuvieron que ponerle dos puntos de sutura porque no paraba de sangrar. A esa edad también, ella jalaba un banquito de plástico hasta un repostero de la cocina, lo usaba para subirse en el repostero, luego se incorporaba y alcanzaba la puerta del estante y lo abría para sacar galletas. Ella solita! Felizmente nunca se cayó.

4. De 2 a 4 años

Esta es la etapa cumbre de las pataletas, la de "los terribles 2 años", que se prolongan hasta los 4 años. A los 2 años, el niño descubre su individualidad y también el poder del "No", entonces dirá No a las cosas que tu propongas, "Es hora de tu baño", NO!, "Ya vamos a almorzar" NO!, "Hora de ir a la cama" NO! Cumplir con las rutinas de tu peque se hace súper difícil por su negativa o resistencia a colaborar, y si insistes, pataleta segura. Es desesperante! Además muy estresante tener que lidiar con sus berrinches intempestivos, que surgen en el momento menos pensado y más inoportuno, por ejemplo, cuando estás apurada en vestirlo para dejarlo en la guardería o nido, e irte a la oficina. De pronto, dice que no quiere ponerse ese pantalón azul que escogiste, que quiere el verde, pero el verde está sucio, le explicas. Pero no quiere escuchar, solo quiere el verde, y estalla en llanto, y se tira a patalear en el suelo. Si has manejado bien el tema de las pataletas, para cuando tu hijo tenga 3 y 4 años, puede que los berrinches sean menos frecuentes, pero aún los tendrá y como ya tu hijo habla mejor, y tiene más vocabulario, los acompañará con un "Mamá mala!!", "Mamá loca!!!" o "Mamá tonta y mala!!!", etc.

5. De 5 a 6 años

A esta edad ya son muy independientes, van a baño solos, se visten solos, pueden empezar a ducharse solos también, aunque no lo harán muy bien, a las justas una jabonada en el pecho y piernas y una enjuagada. A esta edad se vuelve por eso más sencillo ir de viaje con ellos pues no necesitan tanta ayuda. Pero a esta edad como ya se sienten niños grandes, habrá situaciones en que quieran hacer cosas sin autorización, cosas tal vez temerarias sobretodo los varones. Es una edad de travesuras e indisciplina.

6. De 7 a 9 años

Esta es la edad en la que las cosas se ponen más fáciles. Tus hijos al alcanzar los 7 años se ponen más maduros. Recuerdo que mi mamá solía decir que los 7 años era "la edad del juicio". Los psicólogos dicen que a esta edad se despierta el sentido de solidaridad en los niños, que antes de los 7 suelen ser muy egocéntricos.  Entonces si tu hijo pensaba primero en sí mismo cuando era más pequeño, y asumía que tú tenías que atender sus necesidades primero que todo, en esta etapa, puede reconocer tus necesidades también, puede estar más presto a colaborar contigo en tareas domésticas o hacerte encargos. A esta edad  conocen muy bien las reglas de la casa, conocen los límites, y los aceptan sin enojarse. Saben lo que te molesta o lo que te disgusta, así que se comportarán más adecuadamente. Dependiendo de cómo lo hayas estado educando, puede empezar a tener más sentido de la responsabilidad.

7. De 10 a 11 años

Esta es la etapa de entrada a la pubertad. Tus hijos empiezan a ponerse "raros". Si antes parecía un niño tranquilo y dócil, de pronto empieza a ponerse respondón o malhumorado, y tu hija igual. O pueden ponerse indiferentes, ensimismados, o las niñas pueden ponerse sensibles, y tener episodios de llanto porque "nadie me quiere", "siempre me culpan de todo", "solo a mí me regañan". O por el contrario, pueden tener estallidos de cólera, y empezar a recriminarte por olvidar algo, por haber llegado tarde a recogerles del colegio, etc. Es la edad en la que empiezan a criticarte, a ver tus defectos, la mamá heroína que admiraban pasa a ser solo una mamá vulnerable y humana.

Hasta ahí mi recuento de las etapas de la infancia. Como ves, la edad entre los 7 y 9 años es la edad más fácil y llevadera, es cuando las cosas se estabilizan y calman, pero valga la aclaración, todo dependerá de cómo el niño sea criado y educado. Un niño criado con mucho mimo y engreimiento, difícilmente va a volverse un niño de buen carácter y educado solo porque tenga 9 años.

Mi hija de cuarto grado me cuenta de algunos compañeros suyos que lloran y hacen pataleta frente al profesor en el salón de clases!

De ahí la importancia de formar a nuestros hijos, desde su temprana infancia, en el autocontrol, en la tolerancia a la frustración, en la autonomía y en los valores. Si esto es así, podremos sentirnos luego felices de ver a nuestros pequeños hijos convertidos en niños solidarios, empáticos, respetuosos y bien educados.


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sábado, 5 de agosto de 2017

¿Es más difícil ser mamá hoy en día?

Hace unos días, conversando con mamás amigas del salón del nido de mi peque, llegamos a una conclusión, ser mamá hoy en día es más difícil de lo que fue para nuestras madres. Y ¿por qué? Porque en temas de educación y disciplina, nuestros padres solo tenían que sacar la correa, o amenazarnos con una buena tunda, para que nos convirtiéramos en los niños más obedientes del mundo.

mamaehija - portriplepartida.blogspot.com

Actualmente, en cambio, las mamás nos desesperamos con hijos que no obedecen, que no escuchan las órdenes que se les dan, que son desordenados, que no hacen las tareas por sí mismos, y que son extremadamente impacientes, todo lo quieren para ayer, y que nos vuelven locas con sus pedidos.

Entre la gente de nuestra generación, se oye decir: "Mi padre nos hacía obedecer solo con la mirada!" "Una sola mirada, y yo ya sabía lo que tenía que hacer". ¿Como hacían nuestros padres para teledirigirnos con los ojos? Pues sabíamos que nuestros padres no se andaban con rodeos, y que si no obedecías, te caía el golpe, o el castigo, por ejemplo irte a la cama sin cenar.

Hoy todo eso es cosa del pasado. El Internet está lleno de páginas donde encuentras "tips" para actuar frente a los berrinches de tu hijo, o vídeos que pretenden enseñarte en "x" cantidad de pasos cómo manejar las pataletas de tus críos. Por ejemplo, hace unos días me topé con un vídeo que te mostraba los 5 pasos de cómo actuar ante un berrinche.

Uno, tomar aire, decía, respirar, calmarte, Dos, analizar qué le puede estar pasando a tu hijo, ¿tiene hambre? ¿tiene sueño?, y después los pasos 3, 4 y 5. Unas décadas atrás, los padres no tenían contemplación alguna ante un berrinche, y de frente te llevaban a la ducha y te soltaban el agua fría encima! Santo remedio! Ni más uno volvía a hacer una pataleta.

O sino, un solo correazo, una sola nalgada, y el niño estaba curado de berrinches y los padres no sentían remordimientos, sino la convicción de que estaban haciendo bien y formando a sus hijos.

Hoy a las madres y padres nos remuerde la conciencia si se nos escapó un grito, o si jaloneamos a nuestro hijo cuando se portó mal y perdimos la paciencia. Nos da terror generarle un trauma, reprimirlo, inhibirlo, volverlo inseguro.

En los hogares de antaño reinaba el autoritarismo paterno. Se daba órdenes a los niños sin necesidad de dar explicaciones y teníamos que acatarlas, y si tenías ganas de reclamar y preguntar por qué?, la respuesta era PORQUE LO DIGO YO, Y PUNTO!

Hoy les damos órdenes a nuestros hijos y nos salen con cada cosa! quejas, reclamos, críticas "qué mala eres!" o chantajes emocionales "ya no te voy a querer" o "mi papá es más bueno".

Los psicólogos nos aconsejan explicarles todo a nuestros hijos, explicarles el por qué de cada orden que se les da, y entender cada etapa de desarrollo en la que se encuentran. Si tiene 18 meses, no sabe hablar bien, no sabe expresarse aún por eso manifiesta su enojo gritando o mordiendo, es un bebé. Si es un niño de 2 o 3 años, nos dicen aún no sabe manejar sus emociones, su enojo, su ira, por eso las pataletas, tienes que ser paciente, y si es un púber de 11, 12 años, nos dicen está en una etapa de cambios hormonales, que ni ellos mismos se entienden, compréndelo, no pelees con él, empatiza con tu hijo.

Con tantas instrucciones que recibimos las madres y padres hoy en día, me pregunto si eso ha hecho que se sienta como una tarea titánica el educar a los hijos, y que muchos terminen tirando la toalla y simplemente adoptando una postura de dejar hacer. Si el niño está pegando a sus compañeritos en el jardín, decimos "es solo un bebé", si hace alboroto y medio en el restaurante, "los niños son así, traviesos", y si es un púber que está haciendo bullying a otros, "son cosas de chicos".

En suma, actualmente para educar a nuestros hijos debemos hacerlo con pinzas, y en ese sentido, sí, parece que educar hoy en día es para las mamás más complicado que décadas atrás.

Nota aclaratoria: Con este post no pretendo defender los castigos físicos, solo se trata de hacer una comparación entre los estilos de crianza de dos distintas épocas.

jueves, 27 de julio de 2017

Ocho cosas no tan "divertidas" de viajar con los niños

Hace una semana nos fuimos de viaje de vacaciones a Cusco para visitar la famosa Machu Picchu, y como las niñas nunca habían estado allí, tenían muchas expectativas por conocer la imponente ciudadela inca. Todo transcurrió sin mayores inconvenientes con nuestras hijas de 12, 10 y 3 años, pero tras cinco días de viaje, mi esposo y yo terminamos totalmente agotados.

familia de vacaciones - portriplepartida.blogspot.com

Sería por la altura -3.400 metros sobre el nivel del mar- o por el intenso trajín, avión, tren, autobús, taxi, caminatas de horas por los sitios arqueológicos, o por tener que movernos con tres niñas, lo cual incrementa la logística de cualquier familia, el caso es que al quinto día, mi esposo y yo ya necesitábamos regresar a Lima.

Sin contar con que mi esposo confundió fechas, y perdimos nuestro tren a Machu Picchu Pueblo! Un momento de pánico, que afortunadamente tuvo solución por la amable intervención de un agente de InkaRail, que nos ubicó en el tren del día siguiente, sin cobrarnos la penalidad por cambio de fecha, que estipula la empresa.

Siempre durante los viajes con niños, hay momentos algo complicados, que se convierten finalmente en anecdóticos, pero que en el momento mismo no te resultan "divertidos". Acá les cuento los que viví en este viaje de vacaciones.

1. La altura y los viajes largos en auto marean. Cuando yo era niña, recuerdo el horrible malestar de estar con náuseas y mareos cada vez que viajaba a la sierra, tanto así que el primer día yo estaba completamente anulada para cualquier cosa, por eso madre prevenida vale por dos, llamé al pediatra de mis hijas para preguntarle qué les podía dar para que la altura no les afecte y nos arruine el viaje. El me recetó Gravol para las dos mayores, pero para la pequeña de 3, me dijo que no era necesario porque la altura no les afecta a los más pequeñitos. Así que cumplí al pie de la letra la recomendación del médico y para fortuna nuestra, mis 3 hijas estuvieron bastante bien. Al día siguiente de nuestra llegada, ya todos estábamos un poco más aclimatados y con mucha energía, y tomamos un taxi para ir a Ollantaytambo. A medio camino, quisimos parar para almorzar en la localidad de Urubamba, y mientras buscábamos el restaurante, mi hija pequeña, la que no había consumido Gravol, y que muy pocas veces en su corta vida, ha vomitado, sin mayores preámbulos ni aviso previo, arrojó su contenido estomacal en el auto, y se embarró toda la ropa. El taxista paró y me dio unos pañales de tela humedecidos (se notaba que ya tenía experiencia en casos de vómito de infantes y estaba bien preparado, además todo el piso de su carro no era de alfombra sino de un material plástico fácilmente lavable). Mis hijas mayores y mi esposo salieron del carro huyendo del mal olor, y me dejaron a mí con la enana, a la que tuve que limpiar con pañitos húmedos y cambiarle de ropa. Luego la mandé afuera con sus hermanas, y me puse a limpiar el vómito, una tarea horrible, porque por momentos creí que yo también iba a vomitar y es que luchaba contra las arcadas que me producía el olor y la visión del vómito!!

2. Cuando te olvidas de uno de tus hijos. La noche que pasamos en la localidad de Aguas Calientes, luego de haber hecho nuestro recorrido de cuatro horas por la ciudadela de Machu Picchu, salimos a las calles a buscar un restaurante para cenar. Ibamos mi esposo, mis tres hijas, mis padres, y yo. Estábamos súper cansados así que no quisimos demorar mucho en la elección de un lugar para comer, así que aceptamos la sugerencia de una señorita anfitriona que le hacía promoción a un restaurante. Pero luego de sentarnos en la mesa y ver el menú, nos entraron dudas de si era la mejor opción, además no había otros comensales en el sitio (señal de que no era bueno?), así que nos arrepentimos, pedimos las disculpas del caso, y salimos del local. Ya en la calle, empezamos a preguntarnos y adónde vamos ahora? Cuando en eso, pregunto "y la peque?" pensando en quién la tendría agarrada de la mano, pero nadie la tenía. "¿Dónde está la peque?!!" Corrimos adentro del restaurante, y allí estaba ella aún seriecita sentada en la mesa. Estaría tan cansada la pobre, que ni se le ocurrió levantarse cuando vio que todos nos fuimos, y nadie atinó a agarrarla para salir. Creo que teníamos la cabeza en otra parte por el cansancio. Es el típico caso que se da cuando tu marido asume que tú tienes al niño, y tú a la vez asumes que él lo tiene.

3. Peleas de tus hijos por tí. Cuando mis hijas eran pequeñas, siempre había conflictos entre ellas por tener la opción de sentarse a mi lado en el avión, o en el autobús, o en el tren. Si a la ida la menor se había sentado conmigo y la mayor se había sentado con su papá, en el viaje de vuelta, la mayor exigía hacer el cambio para ella poder sentarse conmigo. Ahora que son mayores, ya no hay problemas porque adoran sentarse juntas ellas solas. Pero aún pueden darse algunos pequeños conflictos por mamá. En este viaje, por ejemplo, como caminar los 5 en paralelo por las calles es imposible, la mayoría de las veces mi hija mayor iba con su papá, y yo con las dos menores. Pero a veces esto cambiaba y yo iba con la mayor y la peque, mientras que la mediana iba con su papá. Un día escuché esta conversación entre las dos mayores mientras caminábamos por la calle: "Hey!, yo estaba aquí con mami!", "No, yo estaba con ella y tú te metiste", "No, tú me empujaste para ponerte con ella!".

4. Peleas por las camas en el cuarto del hotel. Esto siempre sucede, ya sea porque quieren estar en la cama cerca de la ventana o en la que parece más cómoda o más grande. Una noche de este viaje, tuve un caso difícil de resolver. Acomodamos a mis tres hijas en una habitación, pero como la peque puede caerse de la cama en la noche, junté la cama de mi hija mediana a la de la peque, para que no hubiera este peligro. Esto hacía que la cama donde dormía la mayor, que era una cama de dos plazas, quedara muy alejada de la de sus hermanas, y esto no le gustaba. Pidió a su hermana mediana que se cambie y que duerma con ella. Pero la peque quería, exigía, que la mediana esté cerca de ella. Yo le dije a la mediana "espera que la peque se duerma, y te cambias de cama", así quedamos que lo hiciera. Pero al rato la mayor va a buscarme a quejarse de que la mediana ya no quería cambiarse de cama, porque estaba cansada y solo quería dormir, y no quería tener que esperar que la peque se durmiera para después tener que levantarse y cambiar de cama. La mayor insistía "yo no quiero dormir sola!" (tiene miedo a la oscuridad) ¿Qué hacer? Tuve una idea, que la mediana durmiera en la cama grande que estaba alejada, y que la mayor durmiera en la cama pegada a la de su hermana menor. Ellas estuvieron de acuerdo, y yo pensé "asunto solucionado", cantando victoria en mi mente. Pero entonces, cuando mis hijas cambiaron de camas, la peque empezó a llorar "Nooooo, yo no quiero dormir con A! yo quiero dormir con M!! Buaaaaa". No había forma de tenerlas contentas!, yo quería jalarme los pelos de la frustración!!. Quise gritar: SE ACABO!! SE DUERMEN COMO ESTAN Y PUNTO!!!!!! Pero, respiré hondo, y con voz firme (de no negociar) le dije a la peque: "Dormir al lado de A, es lo mismo que dormir al lado de M, tú tienes tu propia cama". Y felizmente para mí -que estaba muerta de cansancio y solo quería irme a dormir- ella aceptó el nuevo orden y se quedó tranquila. ¿Entendieron todo?

5. Buscar un baño. Cuando tienes a una infante a la que tienes que ayudar a ir al baño, y asegurarte de que no vaya a tener accidentes en medio del viaje, cada vez que dice "¡pila!" te pones frenética en la búsqueda de un baño. Por eso cuando tocó el momento de subir a Machu Picchu, entramos todos a los servicios higiénicos, y animé a la peque a hacer la pila, porque el recorrido de la ciudadela dura horas, y no había forma que interrumpiera la visita para bajar por tener que llevarla al baño. Ella dijo "no tengo ganas", yo le insistí, y expliqué que tenía que hacer pila sí o sí en ese MISMO INSTANTE, y para mi buena suerte, se dejó convencer y lo hizo sin pataleta de por medio.

6. Los benditos berrinches. Cuando vas de viaje con un niño de 12 meses en adelante, prepárate para enfrentar los más inoportunos berrinches. Cuando mi hija mayor tenía un año y cinco meses, recuerdo el berrinche que me hizo en la cúspide de la pirámide de Tenochtitlán durante un viaje en México. Tuve que bajar con ella toda la pirámide soportando sus berridos. Hace dos años, cuando la peque tenía 2, me hizo un berrinche en pleno despegue del avión, porque no quería quedarse quieta en el asiento con el cinturón de seguridad puesto. Gritó y pataleó todo el proceso de despegue, y yo sentía pena por los pasajeros que estaban alrededor nuestro. Felizmente desde que cumplió 3, se volvió una buena viajera de avión, pues ya no hace berrinches, y se queda tranquila con el cinturón de seguridad bien abrochado, al menos durante el despegue y aterrizaje. Pero lo cierto es que aún hace berrinches en casa, y yo temía que durante el viaje se pusiera difícil. Pero un día, apenas iniciado el viaje, ví la oportunidad de influenciarla para que no me hiciera una pataleta. Resulta que ví a una pobre madre lidiando con su hijo de unos 3 años, también llorando y berreando, entonces me acerqué al oido de mi gorda, y le susurré: ¿Ves qué feo se ve cuando un niño hace berrinche?" Mi peque estaba con los ojazos bien abiertos observando la escena, y me respondió seria: "Si". Quiero creer que eso funcionó para que pensara bien antes de hacer pataletas, lo cierto es que no hizo ninguna durante el viaje! Pero tampoco piensen que fue un angelito todo el tiempo, sí tuvo sus momentos de lloriqueos, o de terquedad, por ejemplo en el peor momento, cuando no quiso posar para la foto familiar con el fondo de Machu Picchu!! De nada valieron mis ruegos, ni ponerme firme. Simplemente no quiso, y salió en la toma con la cara larga y mirando el suelo. Quería MATARLA!! (figurativamente hablando, claro)

7. Arrear a los hijos para que se apuren. Salir del cuarto del hotel en las mañanas para ir a tomar desayuno, suele ser en nuestro caso el momento de mayor estrés del día. Mi esposo que es eléctrico siempre está listo antes, y para mis hijas no hay mayor placer durante los viajes que ver televisión en la cama, y toma una eternidad hacer que se alisten para salir del cuarto. Pero por lo menos como ya son grandes, no tengo que bañarlas, ni vestirlas ni peinarlas como sí tengo que hacer con la peque. Entonces por este motivo, resulta que siempre la última en estar lista soy yo, y casi siempre todos se adelantan y se van a desayunar sin mí.

8. Las comidas. Mis hijas no son de comer mucho, y casi siempre quedan satisfechas compartiendo un plato entre dos, cuando no hay menú de niños en la carta. El problema viene cuando no quieren comer lo mismo. Algunas veces para evitar el drama, pedimos platos individuales para ellas pero da pena después ver que no llegan ni a acabar la mitad de su plato. O sea un desperdicio de comida y de dinero.

Si en algo estuvimos plenamente de acuerdo mi esposo y yo, es que viajar con toda la tribu familiar es lindo, pero dos o tres o cuatro veces más desgastante que hacerlo en pareja, proporcionalmente al número de hijos que tengas. Pero qué bien que terminamos pasándolo!.


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viernes, 14 de julio de 2017

Cuatro cosas clave que hacen a los niños felices

Hace unos meses atrás, se me ocurrió hacerle una pregunta seria a mi hija mayor, de entonces 11 años. "¿Eres feliz?". Ella me respondió que sí, y entonces le pregunté, ¿por qué? Pensé que diría algo como "porque tengo una familia, una casa, amigos, un perro...", pero su respuesta, para mi sorpresa, fue más profunda que eso. Me respondió "porque tengo una familia que me quiere, y que me hace sentir amada".

papá e hija - portriplepartida.blogspot.com

Demás decir que se me hizo un pequeño nudo en la garganta, y me sentí feliz, porque si mi hija dice que se siente amada por su familia, entonces sí quiere decir que es feliz de verdad.

Definitivamente deben haber varias cosas que hacen que un niño se sienta feliz, -pero no hablamos de una felicidad momentánea, de esa cuando recibe un regalo, o cuando le celebran su cumpleaños o durante un viaje de vacaciones en la playa- sino de esa sensación de bienestar general con su vida.

Creo que el aspecto más importante, o que pesa más para que un niño se sienta feliz, es sentirse amado por las personas más significativas de su vida, que son su madre y su padre. ¿Y cómo el niño siente este amor genuino, incondicional, incomensurable de sus padres? Bueno, definitivamente no es recibiendo regalos y cosas materiales. Las cosas materiales solo dan felicidad momentánea.

¿Acaso no es común, que cada Navidad, los niños estén súper felices con los lindos y costosos regalos que les hemos dado? luego juegan con ellos un día, o unos cuantos días, y después esos juguetes pasan al olvido?.

Nuestros hijos en cambio sí sienten verdaderamente nuestro amor cuando les brindamos eso que poco nos sobra, y tanto nos hace falta en el mundo de hoy: tiempo. Tiempo para jugar con ellos, para leerles cuentos, para escucharles, para compartir sus actividades favoritas, cine, partido de fútbol, baile, etc; tiempo para abrazarlos, y hacerles cosquillas y reirnos a carcajadas juntos.

Otra manera de demostrarles amor es cuando nos interesamos en sus cosas, en sus inquietudes, en sus gustos. Cuando tu hijo viene a tí con un problema que ha tenido en el colegio, por ejemplo, lo excluyeron de un grupo de juego, y tú le dices "ah, son cosas de chicos, mañana todo va a estar bien", le das una palmadita, y vuelves a concentrarte en tu teléfono celular, no te estás interesando en él.

Los niños de hoy tienen muchos intereses de los que los padres a veces podemos ser ajenos si no estamos hablando constantemente con ellos. ¿Sabes por ejemplo qué youtuber de moda sigue tu hijo en las redes sociales, o qué bloguero es su favorito en Instagram?

Hace unos años descubrí que mis dos hijas mayores, que entonces tendrían 10 y 8 años, miraban vídeos de cuatro hermanas en Youtube, las Haschak sisters, cuatro niñas estadounidenses bastante talentosas que cambian la letra de las canciones de moda y hacen vídeos de ellas cantando y bailando. Por curiosidad, empecé a preguntarles a mis hijas sobre quiénes eran esas niñas, y ellas felices me contaron su vida, obra y milagros. Me dí cuenta que mis hijas disfrutaban de verme a mí, su mamá, interesada en las que cosas que a ellas les gustan.

Lo mismo sucede con las películas. Cada vez que ellas ven en Netflix una película que les ha encantado, me cuentan de qué trata, y me comprometen a verla con ellas. Ya tengo este viernes en la noche separado para ver con mis hijas una película sobre un chico de Marte atrapado en la Tierra!

Y la manera más primordial para demostrarles amor a nuestros hijos son las demostraciones físicas de afecto. ¿Cuántas veces al día abrazas a tus hijos? Hace poco ví un vídeo donde un especialista recomendaba dar a cada uno de nuestros hijos 12 abrazos diarios.

El afecto físico de los padres es como un bálsamo de felicidad para los niños. Hace varios años lo comprobé cuando mis hijas mayores eran pequeñas. En ese entonces yo trabajaba a tiempo completo fuera de casa y a veces notaba a mis hijas malhumoradas, prestas a la pataleta y al berrinche, o un poco desobedientes, entonces opté por prodigarles abrazos, y notaba que eran como magia! De pronto mis enanas se notaban más contentas, más felices, menos rebeldes, más fáciles de llevar.

Pero aparte de la fuente de felicidad que podemos ser los padres para nuestros hijos, hay otras tres cosas que hacen a los niños felices y son:

- Tener amigos. Compartir juegos, vivencias, aventuras y confidencias con los amigos son cosas muy gratificantes para los niños. Tener un grupo de amigos y sentirse valorado y querido en él contribuye a su sensación de felicidad.

- Tener confianza en sí mismo y en sus capacidades. Esto está vinculado con el tener una buena autoestima, si el niño se sabe capaz de resolver problemas, de adaptarse a diferentes situaciones, y de salir airoso de situaciones difíciles, crecerá su sensación de bienestar general. Pero para esto los padres tenemos que darles espacio para que puedan ganar autonomía.

- Tener un talento o habilidad. Cuando un niño cultiva un talento, hace esfuerzos por perfeccionarlo, aprende de sus errores, practica la disciplina, y finalmente logra tener éxito, logra al mismo tiempo una sensación de felicidad, que aumenta también cuando obtiene reconocimiento por sus logros.

Edward Hallowell es un psiquiatra y conferencista, autor del libro "Las Raíces infantiles de la Felicidad Adulta", en el que señala que los mejores indicadores de la felicidad futura son internos no externos, es decir están dentro de uno mismo, no en las cosas materiales que pueda uno tener. De ahí la importancia de darles herramientas a nuestros hijos para que puedan construir esos recursos internos que les servirán en su vida adulta.

Hallowell advierte que aquellos niños mimados, que reciben todas las cosas materiales que puedan desear, y a los que se protege de cualquier incomodidad emocional, son más propensos a convertirse en adolescentes aburridos, cínicos e infelices.

En 2013, la Unicef condujo un estudio sobre la felicidad en los niños, y encontró que los niños holandeses eran los que mostraban mayor bienestar y felicidad. A raíz de ese estudio, dos madres, Rina Mae Acosta y Michele Hutchison, casadas con hombres holandeses, se unieron para escribir un libro y analizar el por qué los niños holandeses parecen ser más felices.

En su libro "Los niños más felices del mundo: la crianza al estilo holandés" ellas concluyen que básicamente hay 6 razones que explican esa felicidad de los niños holandeses.

1. Los niños holandeses siempre toman desayuno con sus padres. El desayuno es el ritual ineludible del hogar.

2. El tiempo es más valioso que el dinero. Los padres holandeses no suelen hacer costosas fiestas de cumpleaños a sus hijos, sino celebraciones sencillas, y es usual comprar juguetes de segunda mano para los niños.

3. Los niños holandeses van al colegio en bicicleta. Es una actividad que propicia la autonomía de los hijos.

4. Se le da mucha importancia al juego libre de los niños. No hay supervisión constante de los padres. Además no importa que llueve o truene, los niños siempre van al parque a jugar.

5. Los papás pasan más tiempo con sus hijos. El gobierno holandés tiene políticas para que la crianza no solo sea responsabilidad de las madres. Por ejemplo, instauró los "días sin paga" de los papás, así ellos pueden pasar más tiempo con sus hijos y repartirse la responsabilidad de la crianza con sus mujeres.

6. No hay exámenes ni tareas escolares en la escuela primaria. ¿Qué niño no sería feliz con esto?!

Lo que más deseamos las mamás es que nuestros hijos sean felices, que crezcan amados, que logren sus sueños y que se sientan satisfechos con las vidas que construyan. Pero para ello debemos sentar en el hogar las bases de su felicidad presente y futura, una felicidad interna y sólida, diferente de aquella felicidad efímera y temporal que solo dura lo que dura el deseo por un juguete nuevo.

martes, 4 de julio de 2017

¿Problemas con la psicomotricidad fina de tu hijo?

Hace unas semanas, tuve una reunión con la profesora de mi hija de 3 años para discutir su desempeño en el nido. En general, todo bien con ella, es una niña que se adapta a las diferentes situaciones, juega bien con sus compañeros, es comunicativa y sociable, pero el informe escrito con el que salí de la reunión, decía que su psicomotricidad fina, aún estaba "en desarrollo".

bebé pintando - portriplepartida.blogspot.com

Para mí fue una sorpresa total. Siempre oí antes de algunas mamás que a sus niños en edad preescolar les habían dicho que se salían de las líneas al colorear una figura, y eso era visto como un retraso en su psicomotricidad fina, pero yo nunca había tenido que pasar por esa experiencia con mis hijas mayores, y cuando les tocó ir al colegio, -en la época en que era obligatorio dar un examen de admisión- fueron admitidas sin ningún problema.

Así que cuando me dijeron que mi hija menor tiene su psicomotricidad fina en desarrollo, o sea que no ha logrado en ese aspecto, los objetivos previstos para su edad, (3 años 8 meses), yo me quedé perpleja. Yo veo que ella hace todo como cualquier niño de su edad, pinta, pega stickers, saca, pone, mete, jala, arma torres, pero aparentemente los ojos expertos de la maestra ven algo más que yo no he notado.

Y sí, su profesora me mostró un dibujo con lápiz que hizo mi peque, y la verdad es que el trazo era muy débil. Ella me dijo que eso demuestra que no hace suficiente presión con la mano al dibujar, y es por eso mismo que se cansa cuando se le pide colorear una figura con lápices de colores, y termina abandonando la tarea antes de terminar.

Además también me dijo que mi hija no agarra el lápiz correctamente, sino toscamente, como agarra un bebé la cuchara cuando está aprendiendo a comer por sí solo.

Pero eso no fue todo. También su psicomotricidad gruesa aún está en desarrollo. El año pasado, me habían hablado que le notaban un poco de hipotonía muscular, Esto sí que me sorprende porque como dije al comienzo, es una niña activa, que disfruta de los juegos infantiles en los parques, que trepa a todo, se desliza, sube, baja. corre. Realmente no veo dónde podría estar un poco retrasada en psicomotricidad gruesa. Pero bueno, esa la dejaré de lado por ahora y me dedicaré a escribir en este post de la psicomotricidad fina.

La psicomotricidad fina es la habilidad para hacer movimientos de precisión y de coordinación óculo-manual. En los jardines de infancia se hace a los niños hacer actividades manuales como dibujar, pintar, colorear, hacer trazos rectos, rasgar papel, hacer bolitas de papel, pegar, cortar con tijera. para desarrollar esta habilidad.

Es típico de los niños pequeños salirse de las líneas cuando colorean una figura, hasta que poco a poco van ganando más precisión. La psicomotricidad fina es muy importante porque es la que permitirá al niño poder escribir.

Recuerdo haber visto los trabajos de niños de Kinder, cuando mi hija mayor estaba en ese grado, y la forma como escribían su nombre decía mucho del desarrollo de su psicomotricidad fina. Algunos escribían sus nombres con letras muy grandes y muy irregulares. Por ejemplo en la M, una de los bastones de la letra era muy largo, y el otro muy corto. Otros niños en cambio escribían sus nombres de forma muy legible, con trazos parejos en todas las letras.

Hace años atrás cuando mis hijas mayores eran pequeñas, y cuando en Perú todos los niños debían dar un examen de admisión al colegio, esos retrasos en el desarrollo de la psicomotricidad fina eran la causa de que se negara el ingreso a los colegios. Entonces cuando se le decía a un niño que su psicomotricidad fina estaba en desarrollo, los padres entraban en pánico, y empezaban a pagar terapias especializadas y talleres para corregir el problema antes que el niño tuviera que dar examen de ingreso al cole.

Afortunadamente para los niños que demoran un poco en desarrollar su psicomotricidad fina, ahora ya no se exige dar un examen de admisión para tener una vacante en el colegio. Entonces lo que nos queda a los padres que tenemos un niño algo atrasado en psicomotricidad fina, es tratar de resolver el tema, pero sin angustiarnos. Y es lo que voy a hacer.

Una de las cosas que me dijo la profesora de mi hija era que la fuerza necesaria para tener una correcta presión de los dedos al tomar un lápiz y dibujar o colorear algo, viene de los músculos del hombro, es decir para poder maniobrar la mano con precisión, los músculos del hombro y del brazo deben estar desarrollados.

Por eso sugirió que mi peque haga ejercicios que fortalezcan esos músculos. Me dijo que algunas de las cosas que podíamos hacer juntas es jugar "a la carretilla", o sea ella debe ponerse en posición de gateo con las palmas de las manos en el suelo, y yo levanto su cadera y piernas, mientras ella trata de avanzar con las manos.

Otro ejercicio para fortalecer esa zona es ponerse en posición de "planchas" con el cuerpo estirado, apoyándose con las palmas de las manos en el suelo, así como los pies, luego levantar una mano de modo que solo se apoye el niño con una sola mano y brazo.

Un tercer ejercicio bueno para desarrollar la musculatura de hombros es jugar a colgarse y balancearse de una barra.

Pero investigando más sobre el tema, encontré que hay muchos ejercicios a modo de juego que una puede hacer con su peque para estimular el desarrollo de su psicomotricidad fina, a aquí te los detallo a continuación:

1. Jugar con ganchos de ropa. Haz a tu peque prender los ganchos de ropa de un libro delgado por ejemplo. Así estará practicando su movimiento de pinza con los dedos índice y pulgar, necesario para hacer una buena presión al tomar un lápiz.


2. Jugar a ensartar bolitas en palitos de madera. Puedes usar esos palitos que se usan para hacer brochetas. También sirve cualquier juego didáctico que consista en ensartar piezas. Esto ayuda a ejercitar la precisión.


3. Jugar con bandas elásticas o ligas. La tarea consiste en colocar las bandas elásticas en un tubo de cartón no muy grueso que puede ser de esos que vienen con los rollos de papel toalla. Al estirar las ligas se ejercitan los dedos de la mano.



4. Jugar a pinchar palitos de madera en un plato descartable de tecnopor. Esto demanda hacer presión con los dedos pulgar e índice.


5. Jugar a cortar cañitas o pajillas con una tijera. El movimiento para cortar con una tijera requiere fuerza muscular en la mano.

6. Ahora jugar a ensartar los trozos de cañitas en palitos de madera. Es un ejercicio de precisión.

7. Jugar a meter canicas o garbanzos en una botella. En esta tarea también se pone a prueba la precisión del niño.

8. Jugar a meter monedas por la ranura de una alcancía. Igualmente se practica precisión con este ejercicio.

9. Jugar a pegar y despegar stickers o pegatinas. Con esto se practica el movimiento de pinza.

10. Jugar con arena kinética. Que el niño amase la arena y forme diferentes figuras.


Desde ya voy a empezar a practicar todas estas actividades con mi hija y espero que en un tiempo corto podamos ver una mejoría.

viernes, 23 de junio de 2017

Guía para entender y conectar con tu hijo púber

Llegas al colegio para recoger a tu hijo de 12 años y apenas él entra al auto empieza a recriminarte fuertemente de por qué llegaste tarde, que tuvo que esperarte mucho tiempo solo y que estaba muy aburrido. Tú, que no has tenido el mejor de los días, reaccionas, qué a quién cree que está hablándole así, eres su madre, no vas a tolerar faltas de respeto. y empieza la pelea diaria con tu hijo púber.

niño púber - portriplepartida.blogspot.com

¿Te suena familiar? La pubertad es una etapa de grandes y veloces cambios para los chicos. El niño cariñoso y dócil que era tu hijo pasa a convertirse en un chico gruñón, que te cuestiona todo el tiempo, que te grita, o vocifera cuando algo no le gusta o no resulta lo que él quiere, y lo peor de todo es que pareces ser siempre tú, su mamá, contra quien dirige toda su agresividad.

Como es natural, esta etapa nos genera mucho estrés las mamás, y a la vez es una etapa de duelo para nosotras, porque ¿qué madre no siente tristeza de que su bebé, su chiquito, crezca? A la vez, para los chicos también es una etapa de duelo por dejar atrás la niñez, y además una etapa de mucha ansiedad por los muchos cambios a todo nivel que están viviendo.

Hormonalmente, el cuerpo de nuestros hijos experimenta una revolución, y todos sabemos cómo se manifiesta esto, subibajas emocionales y cambios repentinos de humor, sino recordemos lo que vivimos durante el embarazo. Entonces no es raro ni anormal que tu hijo púber sufra de malhumor o muestre hostilidad o enojo, y que tu hija púber tenga crisis emocionales de llanto por cualquier cosa.

Para las niñas los cambios físicos son más marcados, desarrollo de las mamas, crecimiento del vello púbico y axilar, en los chicos los cambios son más sutiles, pero en general en esta etapa los chicos de ambos sexos sienten angustia, tienen menos tolerancia a la frustración, y están mucho más sensibles.

Hace unos días, tuve la oportunidad de participar en una reunión de mamás del salón de clases de mi hija de sexto grado, con la educadora Andrea Palacios ** de #MadresDeHoy, para que nos hablara de esta etapa de la pubertad, para que pudiéramos entender por lo que están pasando nuestros hijos y para darnos herramientas para conectar mejor con ellos.

La charla fue excelente y he tratado de resumir en este post las recomendaciones que nos dio Andrea.

¿Cómo debemos actuar como mamás ante los constantes cambios de humor u hostilidad de nuestros hijos púberes?

Lo primero es entender que la hostilidad o agresividad que tu hijo pueda mostrar hacia tí, no es un tema personal, sino que está motivado por este gran cúmulo de cambios, que produce en ellos inseguridad y ansiedad.

Normalmente una mamá a la que su hijo le contesta o le habla feo, se siente atacada, por consiguiente se enoja, le recrimina su rebeldía o su agresividad, "¿por qué estás así? "¿por qué estás tan rebelde?", "¿por qué me contestas de ese modo?" y lo único que se logra con eso es iniciar una pelea.

Ese "por qué..?" hay que desterrarlo de nuestro vocabulario cuando hablemos con nuestros hijos, nos recomendó Andrea, porque los chicos no pueden responder a ese por qué, ya que no entienden lo que les pasa. Lo que debemos hacer es evitar dirigirnos a ellos con enojo sino empatizar con ellos: "Amor, háblame con respeto, vamos a conversar, te veo rabioso, te veo fastidiado, ¿qué pasó?"

Otras veces tu hijo puede estar triste o angustiado por algo que le pasó, ya sea porque obtuvo una nota desaprobatoria, o no lo eligieron para formar parte del equipo de fútbol, y esa angustia se transforma en rabia cuando llega a casa, que es su zona de confort, y esa rabia termina dirigiéndola hacia mamá.

¿Y por qué a mamá? Porque mamá es su ancla, porque todo niño cuando está angustiado se refugia en mamá, pero en un púber esa angustia se manifiesta como rabia, y la dirige hacia su madre. Entonces un chico púber no necesita una mamá que le haga frente, que le recrimine, sino una mamá que lo contenga, y que le ayude a entender sus frustraciones y sus angustias.

La mayoría de mamás, sin embargo, reacciona airada ante la hostilidad del hijo, reclama respeto, amenaza con castigarlo quitándole el teléfono celular, por ejemplo, pero eso no le ayuda al chico a procesar la rabia. Lo que tenemos que hacer las mamás es dar a nuestros hijos herramientas para botar esa ira que llevan dentro.

Andrea recomendó ignorar el enojo o agresividad del hijo, o el ¡ay mamaaá!" con volteada de ojos de la hija, no darnos por enteradas. También escoger el mejor momento para interactuar. Si siempre que recoges a tu hijo del colegio, lo encuentras frustrado y alterado, mejor no buscar iniciar una conversación en ese momento.

Si el chico o la chica reclama que se le ignora, decirle en forma calmada "no, no te estoy ignorando, sí te estoy escuchando, pero de esta manera no puedo hablar".

Si una ha tenido un día pésimo, y el hijo está alterado, evitar entrar a una discusión: " Ahora estoy de mal humor, y no quiero escuchar gritos ni reclamos, he tenido un mal día, hablamos en la casa, cuando me sienta más calmada".

Así también, dice Andrea, les damos el ejemplo de no entrar en discusiones cuando estamos con la cabeza caliente, sino que postergamos el momento para cuando ya estamos más tranquilas.

"Si yo como mamá me regulo en mis emociones, mi hijo también se irá regulando", dijo Andrea, la clave es ser un modelo constante para él.

El otro aspecto importante es que hay que dar alternativas o herramientas a nuestros hijos para que puedan liberar la rabia contenida. Con enojarnos con ellos, con decirles no me vuelvas a hablar así o castigarlos, no logramos que liberen la rabia.

Andrea dijo que los chicos liberan rabia, ansiedad o emociones contenidas, corporalmente, es decir mediante actividad física por lo que se puede usar ello como estrategia. Unos se calmarán jugando básket, o saliendo a correr, otros tocando un instrumento, o escuchando música, hay que proponerles estrategias.

Lo principal es poder empatizar con tu hijo, decirle "entiendo que estés abrumado" con las obligaciones del colegio o los cambios, o por lo que pudiera estar pasando, y hablarle de nuestra propia experiencia cuando fuimos púberes.

"El tiene que sentir no una mamá que está ahí vigilante, sino una mamá que está alerta, que contiene su mundo, que sabe lo que le pasa, que sabe que tiene un conflicto con amigos, o que sabe lo que está viendo en el Ipad, qué bloguero sigue y qué intereses tiene", dijo Andrea.

chicas - portriplepartida.blogspot.com

Cuando nuestros hijos alcanzan la pubertad, se abre para ellos un nuevo abanico de temas, intereses, inquietudes y hábitos en su vida sobre los que pudimos hablar en la charla con Andrea, y algunos de éstos son:

1. Su imagen

La pubertad es el periodo en el que más diferencias, y muy grandes, pueden haber entre chicos de la misma edad. Unos pueden verse muy altos, con acné en la cara, y otros muy pequeños, muy niños, y lo mismo con las chicas. Estas diferencias en su imagen, en su cuerpo, les causa mucha inseguridad. Lo mejor que podemos hacer es conversar con ellos contándoles nuestra propia experiencia, eso en cierta manera, les va a dar tranquilidad.

2. Sexualidad

Andrea dijo que en la pubertad los chicos empiezan a tener mucha curiosidad por el acto sexual, mientras que las chicas más inquietud sienten por saber cómo es el vínculo de enamoramiento entre una chica y un chico. Andrea dijo que los padres somos quienes debemos abordar el tema de la sexualidad con nuestros hijos y no esperar que el colegio se encargue.

Algunos chicos manifiestan rechazo a saber de temas de sexualidad, dicen !ajj!, no quiero saber", pero Andrea dice que incluso ese "ajj" refleja una curiosidad sexual. En esos casos, debemos decirles, "si no quieres hablar de esto, está bien, no estás listo, pero cuando quieras hablarlo, aquí estoy para responderte".

Debemos ser muy claros y explicarles que ellos podrán oir muchas cosas y obtener información de diferentes fuentes, como amigos, Internet, pero que mucha de esa información no es real, es inventada o exagerada.

3. Chats y tecnología

Lo mejor sería poder retrasar el acceso de nuestros hijos a las redes sociales, chats, Whatsapp, porque es evidente que no tienen la madurez suficiente para usarlos. La realidad es que se dan muchas situaciones de conflicto y agresividad en las redes a la que van a estar expuestos nuestros hijos. Por ejemplo en los chats grupales de Whatsapp los chicos eliminan a algún compañero, luego lo incluyen, luego lo vuelven a eliminar. Nosotros debiéramos hablarles de esto y conversar, hacerlos pensar sobre sí mismos, hacerles empatizar con el niño eliminado, cómo crees que se siente, cómo te sentirías tú si te pasara lo mismo, advertirles que piensen bien lo que van a escribir antes de hacerlo, etc.

4. Series de TV

Con Netflix, los chicos tienen actualmente una oferta ilimitada de series de temática adolescente, pero con un contenido realmente fuerte, como por ejemplo la muy publicitada "Thirteen Reasons Why" que toca el tema del bullying, la violación sexual y el suicidio. Este tipo de series no es apropiada para chicos púberes, pero ellos ya tuvieron noticia de su existencia y muy probablemente sentirán curiosidad por verla. Si tu hijo plantea ver una de estas series, propón verla juntos, así tú tendrás la oportunidad de explicar o de aclarar las cosas que está viendo o la información que está recibiendo.

Sí, la pubertad es una etapa difícil para nuestros hijos y para nosotras sus madres, y en el caso nuestro, lo triste es darte cuenta de pronto que tu hijo ya no te ve más como su súper mamá, como lo máximo, a la que admiraba y de la que se sentía orgulloso. El hijo púber empieza a verte más humana, más real, más vulnerable, con todos tus defectos y tus fallas, y empieza a criticarte y a cuestionarte.

Es parte del desarrollo normal de un niño que se va a transformar en un adolescente y luego en un adulto. Necesita diferenciarse de tí, necesita bajarte de tu pedestal, y cuestionarte, para ir construyendo su propia identidad.

Es triste y hasta doloroso, ¿verdad? pero es parte de la vida, lo que podemos hacer es tener en cuenta el dicho "la vaca no se acuerda cuando fue ternera". ¿Acaso no pasaste por la pubertad también? ¿No te desesperaban tus padres siempre dándote órdenes? ¿No te sentías insegura de tu físico? ¿No había momentos en que no querías hablar con nadie? ¿o que sentías que nadie te comprendía?

Aunque el hijo que atraviesa la pubertad pueda parecer malhumorado o distante, es cuando más te necesita. La mamá tiene que ser un acompañamiento constante, no significa que estemos encima de ellos todo el tiempo, pero como dijo Andrea, debemos estar alertas y no perder el vínculo de comunicación con ellos.

Así que la próxima vez que tu hijo venga a tí furibundo y con ganas de discutir, no pises el palito, respira hondo, cuenta hasta 10, ármate de calma y mucha paciencia. Recuerda que con entrar en una pelea, no ganarás nada, solo abrir una brecha entre él y tú.

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** A Andrea Palacios la pueden encontrar y contactar a través de su página Madres de Hoy en Facebook o en http://www.madresdehoy.com
Brinda talleres grupales y sesiones individuales para padres que busquen consejería sobre temas de crianza.