domingo, 21 de febrero de 2016

Los años de transición a la adolescencia

Mi hija mayor pronto cumplirá 11 años, y empieza a entrar en una etapa que definitivamente ya no es la infancia y que algunas veces, sobretodo por algunos arrebatos suyos, empieza a parecerse a la adolescencia.

Adolescente - Portriplepartida.blogspot.pe

Empecé a notar algunos cambios sutiles en ella desde que tenía 9, cuando comenzó a tomarse más tiempo mirándose en el espejo, examinando su rostro y observándose de cuerpo entero probando cómo le quedaba la ropa que tenía puesta. Incluso ya hasta la he escuchado quejarse de que su nariz y sus orejas son muy grandes! y yo pensé que esto era algo de chicas de 13 para arriba.

Recordé que hacía tiempo cuando mi hija tenía unos cinco años, escuché a un psicoterapeuta muy popular en los medios de comunicación decir que la infancia en la actualidad solo dura hasta los 8 años!!! Entonces me pareció difícil de creer, pero es la pura y dura verdad, nuestros niños de hoy dejan la infancia demasiado rápido y antes de que nos demos cuenta o estemos preparados, se acercan a las puertas de la temida adolescencia.

Seguro todos hemos escuchado alguna vez las quejas de los padres de adolescentes, que su vida diaria se transforma en una batalla constante con sus hijos, que de pronto nada los satisface, que se ponen gruñones, malhumorados, que se encierran en sí mismos, que ya no les hablan, que los retan y desafían, que les contestan muy mal, etc y un largo etc.

Todo eso me hace pensar, cómo es que ocurre que una risueña y dulce niña se va transformando en una adolescente, cómo es que se "desconecta" de papá y mamá, y todo su mundo empieza a girar en torno a su grupo de amigos, cómo de pronto empiezan a ver TODOS nuestros defectos y nos los echan en cara. Duro, ¿verdad?

Por esa preocupación e incertidumbre que me genera este tema es que he tenido la idea de documentar todos los cambios que observaré en mi hija. Confieso que me rebano los sesos preguntándome cómo transitaremos por su adolescencia, ¿será una adolescente difícil? ¿será muy rebelde? ¿bajará su rendimiento en el colegio? ¿andará con malas juntas? ¿no querrá saber nada de mí, me odiará? Uff! qué miedo!!!!

Nuestra relación es cercana, yo diría que es una bonita relación, hablamos mucho. No hay cosa que me encante más que hablar con mi pequeña. Yo no soy una mamá gallina, ni mamá sobreprotectora, ni mamá permisiva, si tengo que calificarme diría que soy una mamá cariñosa y firme, siempre he considerado importante poner claros los límites, pero le doy espacio para respirar también, para relajarse a veces.

Yo tengo una teoría, y la voy a comprobar o descartar, cuando me toque a mí lidiar con mis hijas en la adolescencia. Yo creo que los adolescentes se ponen extremadamente difíciles con sus padres en la adolescencia por dos motivos: el primero, porque los padres nunca les pusieron límites. El niño pequeño se acostumbró a manejar a sus padres por medio de rabietas. Los padres alentaron éstas por miedo a la reacción del engreído de la casa, o por simple flojera. Claro, es más fácil darle lo que quiere y que se calle, que lidiar con la pataleta y soportar los gritos y chillidos del nene hasta que se calme. Entonces cuando el niño, que nunca aceptó un no como respuesta o que se las ingeniaba para obtener lo que quería, se convierte en adolescente, no puede tolerar que sus padres se atrevan a querer imponerle reglas, a querer controlarle la vida a los 15 o 16 años cuando ellos ya se sienten adultos!, y ahí empiezan los serios problemas.

La segunda razón por las que los chicos adolescentes se ponen terribles con sus padres es por una revancha inconsciente. Es porque cuando eran niños se sintieron abandonados emocionalmente por sus progenitores. Consideran que éstos no les prestaron atención. Pueden haberlos llenado de regalos y cosas materiales, pero no les dieron su tiempo o tiempo de calidad, no disfrutaron con ellos cosas importantes, se perdieron algunos cumpleaños, se perdieron la actuación del colegio, se despreocuparon de conocer de sus vidas, entonces ahí el adolescente saca a relucir ese resentimiento guardado por años y se enfrenta a sus padres. Es como decirles, "ah, nunca te importé y ahora te interesa lo que hago y lo que no hago, ahora verás".

Creo que como mamá no he caído en esas dos situaciones que describo líneas arriba, entonces ¿debería esperar que mis hijas tengan adolescencias llevaderas?. Yo misma transité por una adolescencia tranquila, nunca le dije una cosa hiriente a mi mamá o me rebelé contra sus decisiones, o me encerré en mi cascarón dejando de hablarle, nada de eso, pero bueno, éstas son otras épocas. Veremos qué me tocará a mí.

Aquí les dejo: Un lindo mensaje para los padres de adolescentes

lunes, 8 de febrero de 2016

Mi mundo rosa

Como dice en mi perfil, soy mamá de tres niñas... Corrección: Soy una feliz mamá de tres adorables niñas! Valga la aclaración, porque siempre me preguntan, que para cuándo el hombrecito, si buscaré el hombrecito, o incluso, que tengo que buscar el hombrecito! Como si tener el hombrecito fuera una obligación, o el alcance del sueño más anhelado de una mamá. Pues no, lamento informarles a esas personas que nunca me ha quitado el sueño tener el hombrecito. Dios me dio tres increíbles niñas, que son mi mayor tesoro y me siento muy bendecida por tenerlas. No niego que jamás en mi mente apareció la idea de tener un niño, pero fue en mi primer embarazo. Pensé que sería ideal tener un niño seguido de dos niñas para que el mayorcito cuidara a sus hermanas. Pero me nació una niña bella, y dos años después, solo esperaba tener otra para que le hiciera compañía y fuera su compañera inseparable de juego. Y así fue. Mis dos hijas mayores son las mejores hermanas! Tienen una relación hermosa de hermanitas, que se quieren, se acompañan, y se protegen.

Seis años después llegó la tercera niña. Para entonces, yo pensaba que lo ideal sería que fuera mujercita y además mi sexto sentido me lo decía. Ya estoy tan acostumbrada a moverme en un mundo rosa, cómo cambiaría el switch a azul!, me decía. Además todo lo tenía para niñas, la decoración, la ropa de cama, el coche-cuna, los juguetes, las muñecas, los vestidos, etc. Yo, previsora, lo había guardado TODO para el tercer bebé. Y todo lo usó mi tercera gordita.

Así pues, mi mundo es rosa, mi mundo es femenino, mi mundo es emociones puras, mi mundo es psicológicamente complejo como somos las mujeres. Y me encanta!! Mis niñas y yo nos entendemos muy bien, son mis compañeras de salidas y de conversación. No hay nada que nos guste más que conversar! Y creo que es uno de mis mejores logros, y espero mantener esta cualidad de nuestra relación a través del tiempo, incluso cuando llegue su adolescencia  --ese tiempo en que normalmente los chicos se separan un poco de los padres-- que ellas busquen conversar conmigo y contarme sus cosas. Quiero mantener siempre abierta la comunicación con ellas, esa es mi prioridad como mamá, esto no quiere decir que quiera ser "amiga" de mis hijas, porque las mamás amigas a veces pueden hacer más daño que bien. Yo seré su mamá, la que las corrija cuando tenga que hacerlo, la que les ponga los límites y las reglas claras, la que no tenga miedo que ellas pongan cara larga o cara de "te odio" cuando yo no les de gusto en algo. Quiero estar siempre atenta de sus vidas y conectada con ellas, saber qué sueñan, saber qué les atemoriza, qué las hace felices, qué les causa de repente ansiedad, qué chico les gusta, quién es su mejor amiga, etc. Me da pena saber de algunos niños que no se sienten escuchados por sus padres o madres, porque éstos están concentrados en su trabajo, o se pasan el día hablando o chateando en sus celulares con sus amistades. Y los niños se dan cuenta. En una charla en el colegio de mis hijas, el conferencista contaba sobre la queja de una niña: "Para mi mamá, su celular es más importante que yo". Woow!

A veces puede ser difícil conversar con nuestros hijos, por ejemplo cuando llegan del colegio: "Cómo te fue en el cole?. "Bien". (Fin de la conversación). Se puede insistir claro, "y qué hiciste en el recreo? a qué jugaste con tus amigos?" -"No me acuerdo". (Segundo intento fallido). "Cuéntame algo" -"¿Cómo qué? ¿Qué cosa quieres que te cuente?" (Tercer intento: me rindo!)

Yo he encontrado una táctica para hacer que mis hijas suelten la lengua. "¿Quién es la niña más antipática de tu promoción?" les pregunté una vez. -"Fulanita". ¿"Por qué ah?" "Ah, porque un día,....bla, bla, bla, bla.". Y no pararon. También lo he probado con amiguitas de mi hija, haciéndoles la misma pregunta, y es increíble cómo sueltan toneladas de información. Con toda esa información nueva, ya una tiene más ángulos para abrir el diálogo la siguiente vez. Y algo más: sirve para detectar casos de bullying, saber si de repente tu hijo o hija está soportando bullying o hay bullying en su entorno que esté afectado a alguno(a) de sus compañero(a)s. También les he preguntado a mis hijas, quién es la niña más estudiosa, o quién la más buena gente de su clase, pero con esas preguntas no obtuve tanta data como con la de la antipatía. ¿Por qué será? ¿Será porque somos más dados a criticar? o porque los aspectos negativos de la personalidad de otros nos afectan más? ¿O será por la misma razón que las noticias malas en los noticieros llaman más nuestra atención que las noticias positivas?

Otra forma de conversar con mis hijas es contándoles cosas de mi niñez, cosas que me pasaron, que fueron importantes para mí, o anécdotas inolvidables, y las posibilidades son miles! Por ejemplo, les cuento qué mascotas tenía de niña y cómo jugaba con ellas, les cuento de mi grupo de amiguitos del barrio y cómo nos divertíamos las tardes de verano jugando en la calle (ellas no pueden creer que jugábamos en la calle, y salíamos a pasear en bicicleta en grupo sin supervisión de nadie, eran otras épocas definitivamente!). Les cuento también de algún trauma que sufrí, como cuando esa ola me tapó y arrastró cuando apenas tenía 3 años, y cómo me tomó años superar mi miedo al mar y cómo lo logré finalmente, les cuento de aquellos inolvidables viajes familiares por tierra que hicimos hacia la sierra, cuando sufrí por primera vez el mal de altura y la pasé mal, y así tantas vivencias que uno acumula en su memoria, y cómo les gusta escuchar eso!. Creo que nuestras propias historias de vida son los mejores cuentos que uno puede relatar a sus hijos. A mi me encanta hacerlo y a mis hijas les encanta escucharme!.

Aquí les dejo un artículo sobre las cosas que una niña ya debe saber para cuando tenga 10 años.

http://www.huffingtonpost.es/laura-usky-/10-cosas-que-tu-hija-debe_b_5670816.html

Aquí un vídeo de la marca Always con un mensaje inspirador sobre el empoderamiento de las niñas.

https://www.youtube.com/watch?v=xH-9nWaqpws


miércoles, 3 de febrero de 2016

Balance luego de un año.. y dos años.

Mi bebé, la tercera de mis hijas, cumplió un año hace 10 días, es decir hace un año que dejé de trabajar, y recientemente me preguntaron si me arrepentía de eso. Mi respuesta fue categórica: para nada! Este ha sido un año lindo, poder haber estado al lado de mi bebe día a día y verla crecer ha sido maravilloso. Empezar otra vez con pañales y biberones después de seis años (los que tenía mi segunda hija cuando nació la bebé) no fue un problema. Es más, me encantó!!. Fue un rememorar los tiempos de bebé de mis hijas mayores y recordar esas cosas de bebé tan tiernas como chanchitos, gorjeos, gestos, pucheritos, carcajaditas, ese olorcito tan rico de bebé, esa placidez y paz que se siente cuando ves a tu bebé dormir, etc, etc, que se me habían olvidado por completo.

DOS AÑOS DESPUES...
Han pasado ya dos años y no me parece. No se cómo pasó todo tan rápido! Mi hijita empezó el nido con un año y cinco meses de edad, y se adaptó muy bien. Luego que empezó el nido yo tenía más tiempo para mi y empecé a pensar en ocupar ese tiempo. De hecho hice algunos trabajos eventuales pero nada de forma permanente. Pero cuando los ahorros que tenía para sobrellevar el tiempo de desempleada empezaron a enflaquecer me empecé a poner un poco nerviosa. Hace unos días le pregunté a mi hijita mayor que le parecería que yo volviera a trabajar como antes, a tiempo completo fuera de casa, y sus ojitos se entristecieron! Me dijo que por favor no, que ella recordaba cómo era antes de triste el no tenerme en la casa todo el día, y que para ella los sábados y domingos en ese entonces eran los días más felices de la semana porque podía tomar desayuno y almorzar con su mami. Gulp! Otra vez me hija me sacaba de cuadro. La verdad, yo tampoco me veo trabajando de nuevo en un horario de oficina lejos de mis niñas. Las he gozado tanto este tiempo que no quisiera separarme de ellas otra vez. Las he recogido del colegio, las he llevado a clases después del cole, las he llevado a fiestecitas de cumpleaños, a citas médicas, etc. ¡Qué difícil es renunciar a todo eso! Creo que este es el momento cuando muchas mamás como yo, que se ven ante la encrucijada de tener que trabajar pero a la vez quieren quedarse con sus pequeños en casa, se hacen la pregunta: "¿y si pongo un negocio?", "¿y si formo una pequeña empresa?", "¿cómo generar ingresos desde casa?". Bueno, en esas estoy, pensando y pensando qué hacer.