jueves, 27 de julio de 2017

Ocho cosas no tan "divertidas" de viajar con los niños

Hace una semana nos fuimos de viaje de vacaciones a Cusco para visitar la famosa Machu Picchu, y como las niñas nunca habían estado allí, tenían muchas expectativas por conocer la imponente ciudadela inca. Todo transcurrió sin mayores inconvenientes con nuestras hijas de 12, 10 y 3 años, pero tras cinco días de viaje, mi esposo y yo terminamos totalmente agotados.

familia de vacaciones - portriplepartida.blogspot.com

Sería por la altura -3.400 metros sobre el nivel del mar- o por el intenso trajín, avión, tren, autobús, taxi, caminatas de horas por los sitios arqueológicos, o por tener que movernos con tres niñas, lo cual incrementa la logística de cualquier familia, el caso es que al quinto día, mi esposo y yo ya necesitábamos regresar a Lima.

Sin contar con que mi esposo confundió fechas, y perdimos nuestro tren a Machu Picchu Pueblo! Un momento de pánico, que afortunadamente tuvo solución por la amable intervención de un agente de InkaRail, que nos ubicó en el tren del día siguiente, sin cobrarnos la penalidad por cambio de fecha, que estipula la empresa.

Siempre durante los viajes con niños, hay momentos algo complicados, que se convierten finalmente en anecdóticos, pero que en el momento mismo no te resultan "divertidos". Acá les cuento los que viví en este viaje de vacaciones.

1. La altura y los viajes largos en auto marean. Cuando yo era niña, recuerdo el horrible malestar de estar con náuseas y mareos cada vez que viajaba a la sierra, tanto así que el primer día yo estaba completamente anulada para cualquier cosa, por eso madre prevenida vale por dos, llamé al pediatra de mis hijas para preguntarle qué les podía dar para que la altura no les afecte y nos arruine el viaje. El me recetó Gravol para las dos mayores, pero para la pequeña de 3, me dijo que no era necesario porque la altura no les afecta a los más pequeñitos. Así que cumplí al pie de la letra la recomendación del médico y para fortuna nuestra, mis 3 hijas estuvieron bastante bien. Al día siguiente de nuestra llegada, ya todos estábamos un poco más aclimatados y con mucha energía, y tomamos un taxi para ir a Ollantaytambo. A medio camino, quisimos parar para almorzar en la localidad de Urubamba, y mientras buscábamos el restaurante, mi hija pequeña, la que no había consumido Gravol, y que muy pocas veces en su corta vida, ha vomitado, sin mayores preámbulos ni aviso previo, arrojó su contenido estomacal en el auto, y se embarró toda la ropa. El taxista paró y me dio unos pañales de tela humedecidos (se notaba que ya tenía experiencia en casos de vómito de infantes y estaba bien preparado, además todo el piso de su carro no era de alfombra sino de un material plástico fácilmente lavable). Mis hijas mayores y mi esposo salieron del carro huyendo del mal olor, y me dejaron a mí con la enana, a la que tuve que limpiar con pañitos húmedos y cambiarle de ropa. Luego la mandé afuera con sus hermanas, y me puse a limpiar el vómito, una tarea horrible, porque por momentos creí que yo también iba a vomitar y es que luchaba contra las arcadas que me producía el olor y la visión del vómito!!

2. Cuando te olvidas de uno de tus hijos. La noche que pasamos en la localidad de Aguas Calientes, luego de haber hecho nuestro recorrido de cuatro horas por la ciudadela de Machu Picchu, salimos a las calles a buscar un restaurante para cenar. Ibamos mi esposo, mis tres hijas, mis padres, y yo. Estábamos súper cansados así que no quisimos demorar mucho en la elección de un lugar para comer, así que aceptamos la sugerencia de una señorita anfitriona que le hacía promoción a un restaurante. Pero luego de sentarnos en la mesa y ver el menú, nos entraron dudas de si era la mejor opción, además no había otros comensales en el sitio (señal de que no era bueno?), así que nos arrepentimos, pedimos las disculpas del caso, y salimos del local. Ya en la calle, empezamos a preguntarnos y adónde vamos ahora? Cuando en eso, pregunto "y la peque?" pensando en quién la tendría agarrada de la mano, pero nadie la tenía. "¿Dónde está la peque?!!" Corrimos adentro del restaurante, y allí estaba ella aún seriecita sentada en la mesa. Estaría tan cansada la pobre, que ni se le ocurrió levantarse cuando vio que todos nos fuimos, y nadie atinó a agarrarla para salir. Creo que teníamos la cabeza en otra parte por el cansancio. Es el típico caso que se da cuando tu marido asume que tú tienes al niño, y tú a la vez asumes que él lo tiene.

3. Peleas de tus hijos por tí. Cuando mis hijas eran pequeñas, siempre había conflictos entre ellas por tener la opción de sentarse a mi lado en el avión, o en el autobús, o en el tren. Si a la ida la menor se había sentado conmigo y la mayor se había sentado con su papá, en el viaje de vuelta, la mayor exigía hacer el cambio para ella poder sentarse conmigo. Ahora que son mayores, ya no hay problemas porque adoran sentarse juntas ellas solas. Pero aún pueden darse algunos pequeños conflictos por mamá. En este viaje, por ejemplo, como caminar los 5 en paralelo por las calles es imposible, la mayoría de las veces mi hija mayor iba con su papá, y yo con las dos menores. Pero a veces esto cambiaba y yo iba con la mayor y la peque, mientras que la mediana iba con su papá. Un día escuché esta conversación entre las dos mayores mientras caminábamos por la calle: "Hey!, yo estaba aquí con mami!", "No, yo estaba con ella y tú te metiste", "No, tú me empujaste para ponerte con ella!".

4. Peleas por las camas en el cuarto del hotel. Esto siempre sucede, ya sea porque quieren estar en la cama cerca de la ventana o en la que parece más cómoda o más grande. Una noche de este viaje, tuve un caso difícil de resolver. Acomodamos a mis tres hijas en una habitación, pero como la peque puede caerse de la cama en la noche, junté la cama de mi hija mediana a la de la peque, para que no hubiera este peligro. Esto hacía que la cama donde dormía la mayor, que era una cama de dos plazas, quedara muy alejada de la de sus hermanas, y esto no le gustaba. Pidió a su hermana mediana que se cambie y que duerma con ella. Pero la peque quería, exigía, que la mediana esté cerca de ella. Yo le dije a la mediana "espera que la peque se duerma, y te cambias de cama", así quedamos que lo hiciera. Pero al rato la mayor va a buscarme a quejarse de que la mediana ya no quería cambiarse de cama, porque estaba cansada y solo quería dormir, y no quería tener que esperar que la peque se durmiera para después tener que levantarse y cambiar de cama. La mayor insistía "yo no quiero dormir sola!" (tiene miedo a la oscuridad) ¿Qué hacer? Tuve una idea, que la mediana durmiera en la cama grande que estaba alejada, y que la mayor durmiera en la cama pegada a la de su hermana menor. Ellas estuvieron de acuerdo, y yo pensé "asunto solucionado", cantando victoria en mi mente. Pero entonces, cuando mis hijas cambiaron de camas, la peque empezó a llorar "Nooooo, yo no quiero dormir con A! yo quiero dormir con M!! Buaaaaa". No había forma de tenerlas contentas!, yo quería jalarme los pelos de la frustración!!. Quise gritar: SE ACABO!! SE DUERMEN COMO ESTAN Y PUNTO!!!!!! Pero, respiré hondo, y con voz firme (de no negociar) le dije a la peque: "Dormir al lado de A, es lo mismo que dormir al lado de M, tú tienes tu propia cama". Y felizmente para mí -que estaba muerta de cansancio y solo quería irme a dormir- ella aceptó el nuevo orden y se quedó tranquila. ¿Entendieron todo?

5. Buscar un baño. Cuando tienes a una infante a la que tienes que ayudar a ir al baño, y asegurarte de que no vaya a tener accidentes en medio del viaje, cada vez que dice "¡pila!" te pones frenética en la búsqueda de un baño. Por eso cuando tocó el momento de subir a Machu Picchu, entramos todos a los servicios higiénicos, y animé a la peque a hacer la pila, porque el recorrido de la ciudadela dura horas, y no había forma que interrumpiera la visita para bajar por tener que llevarla al baño. Ella dijo "no tengo ganas", yo le insistí, y expliqué que tenía que hacer pila sí o sí en ese MISMO INSTANTE, y para mi buena suerte, se dejó convencer y lo hizo sin pataleta de por medio.

6. Los benditos berrinches. Cuando vas de viaje con un niño de 12 meses en adelante, prepárate para enfrentar los más inoportunos berrinches. Cuando mi hija mayor tenía un año y cinco meses, recuerdo el berrinche que me hizo en la cúspide de la pirámide de Tenochtitlán durante un viaje en México. Tuve que bajar con ella toda la pirámide soportando sus berridos. Hace dos años, cuando la peque tenía 2, me hizo un berrinche en pleno despegue del avión, porque no quería quedarse quieta en el asiento con el cinturón de seguridad puesto. Gritó y pataleó todo el proceso de despegue, y yo sentía pena por los pasajeros que estaban alrededor nuestro. Felizmente desde que cumplió 3, se volvió una buena viajera de avión, pues ya no hace berrinches, y se queda tranquila con el cinturón de seguridad bien abrochado, al menos durante el despegue y aterrizaje. Pero lo cierto es que aún hace berrinches en casa, y yo temía que durante el viaje se pusiera difícil. Pero un día, apenas iniciado el viaje, ví la oportunidad de influenciarla para que no me hiciera una pataleta. Resulta que ví a una pobre madre lidiando con su hijo de unos 3 años, también llorando y berreando, entonces me acerqué al oido de mi gorda, y le susurré: ¿Ves qué feo se ve cuando un niño hace berrinche?" Mi peque estaba con los ojazos bien abiertos observando la escena, y me respondió seria: "Si". Quiero creer que eso funcionó para que pensara bien antes de hacer pataletas, lo cierto es que no hizo ninguna durante el viaje! Pero tampoco piensen que fue un angelito todo el tiempo, sí tuvo sus momentos de lloriqueos, o de terquedad, por ejemplo en el peor momento, cuando no quiso posar para la foto familiar con el fondo de Machu Picchu!! De nada valieron mis ruegos, ni ponerme firme. Simplemente no quiso, y salió en la toma con la cara larga y mirando el suelo. Quería MATARLA!! (figurativamente hablando, claro)

7. Arrear a los hijos para que se apuren. Salir del cuarto del hotel en las mañanas para ir a tomar desayuno, suele ser en nuestro caso el momento de mayor estrés del día. Mi esposo que es eléctrico siempre está listo antes, y para mis hijas no hay mayor placer durante los viajes que ver televisión en la cama, y toma una eternidad hacer que se alisten para salir del cuarto. Pero por lo menos como ya son grandes, no tengo que bañarlas, ni vestirlas ni peinarlas como sí tengo que hacer con la peque. Entonces por este motivo, resulta que siempre la última en estar lista soy yo, y casi siempre todos se adelantan y se van a desayunar sin mí.

8. Las comidas. Mis hijas no son de comer mucho, y casi siempre quedan satisfechas compartiendo un plato entre dos, cuando no hay menú de niños en la carta. El problema viene cuando no quieren comer lo mismo. Algunas veces para evitar el drama, pedimos platos individuales para ellas pero da pena después ver que no llegan ni a acabar la mitad de su plato. O sea un desperdicio de comida y de dinero.

Si en algo estuvimos plenamente de acuerdo mi esposo y yo, es que viajar con toda la tribu familiar es lindo, pero dos o tres o cuatro veces más desgastante que hacerlo en pareja, proporcionalmente al número de hijos que tengas. Pero qué bien que terminamos pasándolo!.


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viernes, 14 de julio de 2017

Cuatro cosas clave que hacen a los niños felices

Hace unos meses atrás, se me ocurrió hacerle una pregunta seria a mi hija mayor, de entonces 11 años. "¿Eres feliz?". Ella me respondió que sí, y entonces le pregunté, ¿por qué? Pensé que diría algo como "porque tengo una familia, una casa, amigos, un perro...", pero su respuesta, para mi sorpresa, fue más profunda que eso. Me respondió "porque tengo una familia que me quiere, y que me hace sentir amada".

papá e hija - portriplepartida.blogspot.com

Demás decir que se me hizo un pequeño nudo en la garganta, y me sentí feliz, porque si mi hija dice que se siente amada por su familia, entonces sí quiere decir que es feliz de verdad.

Definitivamente deben haber varias cosas que hacen que un niño se sienta feliz, -pero no hablamos de una felicidad momentánea, de esa cuando recibe un regalo, o cuando le celebran su cumpleaños o durante un viaje de vacaciones en la playa- sino de esa sensación de bienestar general con su vida.

Creo que el aspecto más importante, o que pesa más para que un niño se sienta feliz, es sentirse amado por las personas más significativas de su vida, que son su madre y su padre. ¿Y cómo el niño siente este amor genuino, incondicional, incomensurable de sus padres? Bueno, definitivamente no es recibiendo regalos y cosas materiales. Las cosas materiales solo dan felicidad momentánea.

¿Acaso no es común, que cada Navidad, los niños estén súper felices con los lindos y costosos regalos que les hemos dado? luego juegan con ellos un día, o unos cuantos días, y después esos juguetes pasan al olvido?.

Nuestros hijos en cambio sí sienten verdaderamente nuestro amor cuando les brindamos eso que poco nos sobra, y tanto nos hace falta en el mundo de hoy: tiempo. Tiempo para jugar con ellos, para leerles cuentos, para escucharles, para compartir sus actividades favoritas, cine, partido de fútbol, baile, etc; tiempo para abrazarlos, y hacerles cosquillas y reirnos a carcajadas juntos.

Otra manera de demostrarles amor es cuando nos interesamos en sus cosas, en sus inquietudes, en sus gustos. Cuando tu hijo viene a tí con un problema que ha tenido en el colegio, por ejemplo, lo excluyeron de un grupo de juego, y tú le dices "ah, son cosas de chicos, mañana todo va a estar bien", le das una palmadita, y vuelves a concentrarte en tu teléfono celular, no te estás interesando en él.

Los niños de hoy tienen muchos intereses de los que los padres a veces podemos ser ajenos si no estamos hablando constantemente con ellos. ¿Sabes por ejemplo qué youtuber de moda sigue tu hijo en las redes sociales, o qué bloguero es su favorito en Instagram?

Hace unos años descubrí que mis dos hijas mayores, que entonces tendrían 10 y 8 años, miraban vídeos de cuatro hermanas en Youtube, las Haschak sisters, cuatro niñas estadounidenses bastante talentosas que cambian la letra de las canciones de moda y hacen vídeos de ellas cantando y bailando. Por curiosidad, empecé a preguntarles a mis hijas sobre quiénes eran esas niñas, y ellas felices me contaron su vida, obra y milagros. Me dí cuenta que mis hijas disfrutaban de verme a mí, su mamá, interesada en las que cosas que a ellas les gustan.

Lo mismo sucede con las películas. Cada vez que ellas ven en Netflix una película que les ha encantado, me cuentan de qué trata, y me comprometen a verla con ellas. Ya tengo este viernes en la noche separado para ver con mis hijas una película sobre un chico de Marte atrapado en la Tierra!

Y la manera más primordial para demostrarles amor a nuestros hijos son las demostraciones físicas de afecto. ¿Cuántas veces al día abrazas a tus hijos? Hace poco ví un vídeo donde un especialista recomendaba dar a cada uno de nuestros hijos 12 abrazos diarios.

El afecto físico de los padres es como un bálsamo de felicidad para los niños. Hace varios años lo comprobé cuando mis hijas mayores eran pequeñas. En ese entonces yo trabajaba a tiempo completo fuera de casa y a veces notaba a mis hijas malhumoradas, prestas a la pataleta y al berrinche, o un poco desobedientes, entonces opté por prodigarles abrazos, y notaba que eran como magia! De pronto mis enanas se notaban más contentas, más felices, menos rebeldes, más fáciles de llevar.

Pero aparte de la fuente de felicidad que podemos ser los padres para nuestros hijos, hay otras tres cosas que hacen a los niños felices y son:

- Tener amigos. Compartir juegos, vivencias, aventuras y confidencias con los amigos son cosas muy gratificantes para los niños. Tener un grupo de amigos y sentirse valorado y querido en él contribuye a su sensación de felicidad.

- Tener confianza en sí mismo y en sus capacidades. Esto está vinculado con el tener una buena autoestima, si el niño se sabe capaz de resolver problemas, de adaptarse a diferentes situaciones, y de salir airoso de situaciones difíciles, crecerá su sensación de bienestar general. Pero para esto los padres tenemos que darles espacio para que puedan ganar autonomía.

- Tener un talento o habilidad. Cuando un niño cultiva un talento, hace esfuerzos por perfeccionarlo, aprende de sus errores, practica la disciplina, y finalmente logra tener éxito, logra al mismo tiempo una sensación de felicidad, que aumenta también cuando obtiene reconocimiento por sus logros.

Edward Hallowell es un psiquiatra y conferencista, autor del libro "Las Raíces infantiles de la Felicidad Adulta", en el que señala que los mejores indicadores de la felicidad futura son internos no externos, es decir están dentro de uno mismo, no en las cosas materiales que pueda uno tener. De ahí la importancia de darles herramientas a nuestros hijos para que puedan construir esos recursos internos que les servirán en su vida adulta.

Hallowell advierte que aquellos niños mimados, que reciben todas las cosas materiales que puedan desear, y a los que se protege de cualquier incomodidad emocional, son más propensos a convertirse en adolescentes aburridos, cínicos e infelices.

En 2013, la Unicef condujo un estudio sobre la felicidad en los niños, y encontró que los niños holandeses eran los que mostraban mayor bienestar y felicidad. A raíz de ese estudio, dos madres, Rina Mae Acosta y Michele Hutchison, casadas con hombres holandeses, se unieron para escribir un libro y analizar el por qué los niños holandeses parecen ser más felices.

En su libro "Los niños más felices del mundo: la crianza al estilo holandés" ellas concluyen que básicamente hay 6 razones que explican esa felicidad de los niños holandeses.

1. Los niños holandeses siempre toman desayuno con sus padres. El desayuno es el ritual ineludible del hogar.

2. El tiempo es más valioso que el dinero. Los padres holandeses no suelen hacer costosas fiestas de cumpleaños a sus hijos, sino celebraciones sencillas, y es usual comprar juguetes de segunda mano para los niños.

3. Los niños holandeses van al colegio en bicicleta. Es una actividad que propicia la autonomía de los hijos.

4. Se le da mucha importancia al juego libre de los niños. No hay supervisión constante de los padres. Además no importa que llueve o truene, los niños siempre van al parque a jugar.

5. Los papás pasan más tiempo con sus hijos. El gobierno holandés tiene políticas para que la crianza no solo sea responsabilidad de las madres. Por ejemplo, instauró los "días sin paga" de los papás, así ellos pueden pasar más tiempo con sus hijos y repartirse la responsabilidad de la crianza con sus mujeres.

6. No hay exámenes ni tareas escolares en la escuela primaria. ¿Qué niño no sería feliz con esto?!

Lo que más deseamos las mamás es que nuestros hijos sean felices, que crezcan amados, que logren sus sueños y que se sientan satisfechos con las vidas que construyan. Pero para ello debemos sentar en el hogar las bases de su felicidad presente y futura, una felicidad interna y sólida, diferente de aquella felicidad efímera y temporal que solo dura lo que dura el deseo por un juguete nuevo.

martes, 4 de julio de 2017

¿Problemas con la psicomotricidad fina de tu hijo?

Hace unas semanas, tuve una reunión con la profesora de mi hija de 3 años para discutir su desempeño en el nido. En general, todo bien con ella, es una niña que se adapta a las diferentes situaciones, juega bien con sus compañeros, es comunicativa y sociable, pero el informe escrito con el que salí de la reunión, decía que su psicomotricidad fina, aún estaba "en desarrollo".

bebé pintando - portriplepartida.blogspot.com

Para mí fue una sorpresa total. Siempre oí antes de algunas mamás que a sus niños en edad preescolar les habían dicho que se salían de las líneas al colorear una figura, y eso era visto como un retraso en su psicomotricidad fina, pero yo nunca había tenido que pasar por esa experiencia con mis hijas mayores, y cuando les tocó ir al colegio, -en la época en que era obligatorio dar un examen de admisión- fueron admitidas sin ningún problema.

Así que cuando me dijeron que mi hija menor tiene su psicomotricidad fina en desarrollo, o sea que no ha logrado en ese aspecto, los objetivos previstos para su edad, (3 años 8 meses), yo me quedé perpleja. Yo veo que ella hace todo como cualquier niño de su edad, pinta, pega stickers, saca, pone, mete, jala, arma torres, pero aparentemente los ojos expertos de la maestra ven algo más que yo no he notado.

Y sí, su profesora me mostró un dibujo con lápiz que hizo mi peque, y la verdad es que el trazo era muy débil. Ella me dijo que eso demuestra que no hace suficiente presión con la mano al dibujar, y es por eso mismo que se cansa cuando se le pide colorear una figura con lápices de colores, y termina abandonando la tarea antes de terminar.

Además también me dijo que mi hija no agarra el lápiz correctamente, sino toscamente, como agarra un bebé la cuchara cuando está aprendiendo a comer por sí solo.

Pero eso no fue todo. También su psicomotricidad gruesa aún está en desarrollo. El año pasado, me habían hablado que le notaban un poco de hipotonía muscular, Esto sí que me sorprende porque como dije al comienzo, es una niña activa, que disfruta de los juegos infantiles en los parques, que trepa a todo, se desliza, sube, baja. corre. Realmente no veo dónde podría estar un poco retrasada en psicomotricidad gruesa. Pero bueno, esa la dejaré de lado por ahora y me dedicaré a escribir en este post de la psicomotricidad fina.

La psicomotricidad fina es la habilidad para hacer movimientos de precisión y de coordinación óculo-manual. En los jardines de infancia se hace a los niños hacer actividades manuales como dibujar, pintar, colorear, hacer trazos rectos, rasgar papel, hacer bolitas de papel, pegar, cortar con tijera. para desarrollar esta habilidad.

Es típico de los niños pequeños salirse de las líneas cuando colorean una figura, hasta que poco a poco van ganando más precisión. La psicomotricidad fina es muy importante porque es la que permitirá al niño poder escribir.

Recuerdo haber visto los trabajos de niños de Kinder, cuando mi hija mayor estaba en ese grado, y la forma como escribían su nombre decía mucho del desarrollo de su psicomotricidad fina. Algunos escribían sus nombres con letras muy grandes y muy irregulares. Por ejemplo en la M, una de los bastones de la letra era muy largo, y el otro muy corto. Otros niños en cambio escribían sus nombres de forma muy legible, con trazos parejos en todas las letras.

Hace años atrás cuando mis hijas mayores eran pequeñas, y cuando en Perú todos los niños debían dar un examen de admisión al colegio, esos retrasos en el desarrollo de la psicomotricidad fina eran la causa de que se negara el ingreso a los colegios. Entonces cuando se le decía a un niño que su psicomotricidad fina estaba en desarrollo, los padres entraban en pánico, y empezaban a pagar terapias especializadas y talleres para corregir el problema antes que el niño tuviera que dar examen de ingreso al cole.

Afortunadamente para los niños que demoran un poco en desarrollar su psicomotricidad fina, ahora ya no se exige dar un examen de admisión para tener una vacante en el colegio. Entonces lo que nos queda a los padres que tenemos un niño algo atrasado en psicomotricidad fina, es tratar de resolver el tema, pero sin angustiarnos. Y es lo que voy a hacer.

Una de las cosas que me dijo la profesora de mi hija era que la fuerza necesaria para tener una correcta presión de los dedos al tomar un lápiz y dibujar o colorear algo, viene de los músculos del hombro, es decir para poder maniobrar la mano con precisión, los músculos del hombro y del brazo deben estar desarrollados.

Por eso sugirió que mi peque haga ejercicios que fortalezcan esos músculos. Me dijo que algunas de las cosas que podíamos hacer juntas es jugar "a la carretilla", o sea ella debe ponerse en posición de gateo con las palmas de las manos en el suelo, y yo levanto su cadera y piernas, mientras ella trata de avanzar con las manos.

Otro ejercicio para fortalecer esa zona es ponerse en posición de "planchas" con el cuerpo estirado, apoyándose con las palmas de las manos en el suelo, así como los pies, luego levantar una mano de modo que solo se apoye el niño con una sola mano y brazo.

Un tercer ejercicio bueno para desarrollar la musculatura de hombros es jugar a colgarse y balancearse de una barra.

Pero investigando más sobre el tema, encontré que hay muchos ejercicios a modo de juego que una puede hacer con su peque para estimular el desarrollo de su psicomotricidad fina, a aquí te los detallo a continuación:

1. Jugar con ganchos de ropa. Haz a tu peque prender los ganchos de ropa de un libro delgado por ejemplo. Así estará practicando su movimiento de pinza con los dedos índice y pulgar, necesario para hacer una buena presión al tomar un lápiz.


2. Jugar a ensartar bolitas en palitos de madera. Puedes usar esos palitos que se usan para hacer brochetas. También sirve cualquier juego didáctico que consista en ensartar piezas. Esto ayuda a ejercitar la precisión.


3. Jugar con bandas elásticas o ligas. La tarea consiste en colocar las bandas elásticas en un tubo de cartón no muy grueso que puede ser de esos que vienen con los rollos de papel toalla. Al estirar las ligas se ejercitan los dedos de la mano.



4. Jugar a pinchar palitos de madera en un plato descartable de tecnopor. Esto demanda hacer presión con los dedos pulgar e índice.


5. Jugar a cortar cañitas o pajillas con una tijera. El movimiento para cortar con una tijera requiere fuerza muscular en la mano.

6. Ahora jugar a ensartar los trozos de cañitas en palitos de madera. Es un ejercicio de precisión.

7. Jugar a meter canicas o garbanzos en una botella. En esta tarea también se pone a prueba la precisión del niño.

8. Jugar a meter monedas por la ranura de una alcancía. Igualmente se practica precisión con este ejercicio.

9. Jugar a pegar y despegar stickers o pegatinas. Con esto se practica el movimiento de pinza.

10. Jugar con arena kinética. Que el niño amase la arena y forme diferentes figuras.


Desde ya voy a empezar a practicar todas estas actividades con mi hija y espero que en un tiempo corto podamos ver una mejoría.