viernes, 29 de abril de 2016

De viaje sin hijos (Parte 2)

Y por fin llegó el día del viaje. Mis hijas mayores se fueron al colegio muy temprano y se despidieron de nosotros con fuertes abrazos. "¿Por qué no nos llevan?", me decía la mayor medio en serio, medio en broma. Pero no era la despedida de ellas la que me preocupaba, sino la de la chiquita de dos años y medio. Tenía miedo de una escena de llanto desgarrador e incontenible, que nos dejara a mí y a mi esposo con el corazón estrujado al partir.

¿Cómo haríamos? Irnos sin que se diera cuenta no era una opción para mí. Nunca me gustó actuar así con mis hijas mayores cuando eran pequeñitas. Sentía como si las estuviera engañando o traicionando. Siempre he preferido ser abierta y decirles la verdad, aunque eso me costara después tener que lidiar con sus llantos y tener que consolarlas y hacerles entender. Así que esta vez también tendría que enfrentar la situación.

Primero se despidió de la gorda mi esposo y lo hizo sin mayores problemas, luego bajó las maletas y se quedó esperándome en la calle dentro del taxi que nos llevaría al aeropuerto.

Entonces, luego de un rato, cuando terminé de alistarme, me tocó el turno. La abracé, la besé, le dije nuevamente que papi y mami irían en avión, y que regresaríamos muy rápido y que los abuelitos estarían en la casa cuidándola a ella y a sus hermanas. Empezó a mimarse, como que no quería soltarme. Entonces vino su nana, la cargó y le dijo que era hora de su baño. Mientras se la llevaba, yo bajaba las escaleras y le hacía adiós con la mano "Chau mi amor, nos vemos pronto", y ella empezó a sollozar.

"Ay, lo que me temía", pensé, pero casi al instante se me iluminó el foquito! "Mi amor, te traigo un juguetito de mi viaje! ¿Quisieras un juguetito?", "Si", me respondió medio sollozante todavía. "Y también caramelitos!, Te traigo caramelitos, ya?", le dije con entusiasmo. "Si", volvió a repetir, y dejó de gemir.

La promesa del juguete y los caramelos había surtido efecto!. La nana le dijo algo para distraerla, y mi gorda se olvidó del asunto de mi partida. Se quedó tranquila y no hubo llantos ni nada!!. Ufff! A veces nosotros, los papás, nos hacemos un mundo por algo, nos llenamos de incertidumbre y miedo, pero ellos, nuestros hijos reaccionan mejor de lo que esperábamos.

Creo que tiene mucho que ver con nuestra actitud. Si nuestros hijos pequeños ven en nuestra cara reflejada la ansiedad, la duda, la inseguridad, ellos se llenan de esos sentimientos también. Si ven a mamá calmada, alegre, segura y tranquila, ellos sienten que no hay nada de qué preocuparse.

Y así muy aliviada salí de mi casa, dispuesta a disfrutar de nuestro viaje. Habían pasado cuatro años desde la última vez que mi esposo y yo viajamos solos sin hijas. Casi había olvidado qué tranquilo y relajado era esperar en el aeropuerto que llegara el momento para abordar el avión. Ninguna vocecita chillando "mami, ¿qué puedo hacer?", o "mami, pila!, pila!", o "mami, cómprame algo".

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El hermoso Valle Sagrado

Llegamos a nuestro destino, Urubamba, el Valle Sagrado, un poco más tarde de lo previsto. Eran las 3 de la tarde y buscábamos un restaurante para almorzar. Igual no era un problema para nosotros porque podíamos aguantar un poco el hambre con tal de encontrar ese restaurante recomendado, El Huacatay. Si hubiera estado con las niñas, no hubiera podido hacerlas esperar sin almuerzo hasta las 3.

Y valió la pena la espera, porque en El Huacatay almorzamos ¡riquísimo! en una casona antigua rodeada de un bonito jardín. Luego, ya llenos y satisfechos, nos dirigimos al hotel, el Aranwa Sacred Valley, a orillas del río Vilcanota, ¡hermoso! Este hotel está en lo que era la antigua hacienda Yaravilca, de la época colonial, y aún cuenta con una cocina de esos tiempos.

En la noche, llamé a casa, quería saber cómo estaban mis niñas. La pequeñita no dejó de gritar en el teléfono "¡Hola mamá! Hola mamá!". Parecía contenta y tranquila, y mi mamá me dijo que todo estaba transcurriendo sin problemas en casa.

Fue un corto pero lindo viaje en el que mi esposo y yo pudimos sacudirnos de la rutina, de los quehaceres y responsabilidades de la casa, y reconectarnos como pareja. Me olvidaba mencionar que esta escapadita fue con motivo de nuestro aniversario de bodas número 15!.

Después de disfrutar de la energía del Urubamba, de respirar su aire puro y solazarnos en la contemplación de sus bellos paisajes de montañas de verde aterciopelado, llegó la hora de retornar a Lima.

Yo estaba ansiosa de abrazar a mis pequeñas, comerme a besos a la chiquitina y saber cómo la había pasado sin mí. Ella estaba en el nido cuando llegué a la casa, así que fui a recogerla. Cuando me vió, vino corriendo hacia mí y gritando "Mamááá!". La alcé en el aire, la abracé y besé. ¡Qué rico volver a sentir sus bracitos regordetes rodeando mi cuello!!. ¡Qué delicia besar sus cachetes suavecitos!!

El reporte que me dio la nana de mi gorda fue excelente. Se portó muy bien, comió bien, durmió sin despertarse toda la noche, jugó mucho con sus abuelos, y no hizo pataletas ni berrinches!. Solo pasó algo: en una ocasión se hizo la pila mientras almorzaba. Era algo raro, porque ya había pasado mucho tiempo sin accidentes desde que había dejado los pañales.

Más tarde llegaron del colegio sus hermanas. Más abrazos y besos. ¡Qué bien se sentía estar en casa!.

Dos días después de nuestro regreso, mi pequeña tuvo otro "accidente". Se hizo pis sin avisarme antes para que la llevara al baño. Fue un accidente como con intención. Me puse a pensar que quizás ése era un modo de expresar su protesta por nuestra ausencia. Quizás quería decirme con eso: "Mami, no me gustó que te fueras y me dejaras". Es lo más probable. Los niños de su edad, que no hablan mucho todavía, se expresan mediante comportamientos, morder, pegar, no querer comer, ponerse difíciles, hacerse la pila. Pero afortunadamente no le ha vuelto a pasar a mi gorda. Si fue un modo suyo de quejarse de mi viaje, ya me perdonó!.

lunes, 18 de abril de 2016

De viaje sin hijos (Parte 1)

Todos los que tienen hijos saben que viajar sin ellos es una cosa y hacerlo con ellos es una historia muy diferente. Especialmente cuando ya no son bebés. Llevar bebés de meses de viaje es más o menos fácil, tranquilo. Le das de comer, lo bañas, lo vistes, le cambias de pañal, lo haces dormir, etc, todo dentro del programa de viaje que has ideado con anticipación.

De viajes sin hijos (1)

Cuando son grandecitos ya no es lo mismo. Aún recuerdo la rabieta que hizo mi hija mayor, de entonces 1 año y 5 meses, cuando llegamos a lo alto de la pirámide de Teotihuacán, en México, todo por algo relacionado con una botella de agua. Ella quiso abrirla y tomar por sí misma agua de la botella, pero yo no la dejé hacerlo para que no se echara todo el agua encima. Eso fue todo, y todo lo que recuerdo es llanto a todo pulmón. No nos dejó disfrutar de la hermosa vista panorámica que se tenía desde arriba de toda la ciudad.

Y luego, cuando estuvimos en la famosa Riviera Maya, no hubo un momento en que pudiera echarme en la poltrona para tomar el sol tranquila, disfrutando de una bebida helada, y de la contemplación del mar azul turquesa. Ni hablar! Cada dos por tres, tenía que levantarme para correr detrás de la bebé porque se iba adonde quería. A esa edad son imparables.

En verdad en ese viaje me sentí muy frustrada, porque recordaba los viajes en pareja que hicimos mi esposo y yo antes de tener hijos, en los que la pasábamos tan bien a la orilla del mar, conversando, leyendo, durmiendo la siesta, sin preocupaciones.

Ahora que mis hijas mayores ya están grandes, obvio que ya no hacen pataletas cuando viajamos, pero sí nos la ponen difícil de otra manera: se quejan de todo!. Apenas nos subimos al carro para hacer un trayecto largo, empiezan, especialmente la de 8 años: "Mamá, ¿cuánto falta para llegar?", "A qué hora llegamos?" "Estoy aburrida", "Mamá, ¿qué puedo hacer?", "Esto no es divertido", y otra vez ¿Cuánto faltaaa?", cada dos minutos. Para sacar de quicio a cualquiera!.

Y cuando estamos en una ciudad nueva y mi esposo y yo queremos recorrerla caminando, pasado un rato de paseo, ellas empezarán "¿a qué hora regresamos al hotel?". Recuerdo la vez que llevamos a mis hijas a Disneyworld. Habíamos planificado una semana de visitas a los parques de diversiones. Era el sueño hecho realidad de mi hijita mayor. Pero al tercer o cuarto día, ella, que entonces tenía 7 años, preguntó en la mañana cuando nos estábamos alistando para salir, "Adonde vamos ahora?", "A un parque", le dije. "Otra veeez??!!!", estalló. "Todos los días parques, parques, y parques!!". Y yo que pensé que ella estaba disfrutando mucho el viaje, pero no, ella quería quedarse en la piscina del hotel!.

Yo disfruto mucho de caminatas y paseos maratónicos cuando viajo, Esos que empiezan a las 8:30 de la mañana y terminan a las 10 de la noche. Pero ¿hacerlo con hijos? Ni soñando. No creo que exista una niño o niña que soportara una jornada así.

Entonces, ¿qué haces si quieres viajar ligero de equipaje? (entiéndase, sin niños). Bueno, todo empieza con mucha planificación. Cuando eres soltera, o casada sin hijos, solamente te basta hacer tu maleta, subirte al auto o dirigirte al aeropuerto, y listo, ¡a disfrutar!. Cuando ya tienes un hijo, hay una y mil consideraciones que tomar en cuenta al dejarlo en casa. Desde quién se ocupará de él mientras no estás, quién lo llevará al nido o al colegio, quién lo atenderá en las noches si acostumbra despertarse, y piensas, ¿estará listo ya para quedarse sin mí?. ¿Le afectará?

Antes de convertirme en mamá, una amiga muy cercana me contó que cuando se fue de viaje con su esposo, por 12 días aproximadamente, y dejaron a su bebé de un año y 3 meses al cuidado de los abuelos, la experiencia dejó a su hijito afectado. Y encima de eso, mi amiga y su esposo se dieron con la sorpresa al retornar de que su hijito ya caminaba. ¡Se habían perdido de ese momento tan especial que es ver cuando tu bebé da sus primeros pasos!

Conociendo esa experiencia de mi amiga, yo me propuse nunca dejar a mi hijita siendo tan pequeña. Se me ocurrió que antes de los dos años de edad no sería adecuado, porque había escuchado decir a especialistas que un bebé hasta los dos años se siente como parte de su madre, y que a partir de esa edad es que empieza a desarrollar más independencia.

Entonces así lo hice. Cuando mi hijita mayor cumplió dos, mi esposo y yo planificamos viajar solos por primera vez desde su nacimiento. La dejamos con mis padres, ellos se mudaron temporalmente a mi casa durante nuestra ausencia. A nuestro regreso, la encontramos muy bien. Ella no nos extrañó demasiado, con eso quiero decir que no dio muestras de que la nostalgia por sus papás la afectara. No se puso llorona, no hizo rabietas, no nos buscaba o llamaba. Parece que con los abuelitos se sintió contenta y feliz.

Con la segunda de mis hijas, fue igual. Antes de que tuviera dos años, no me separé de ella para nada. Y cuando por fin mi esposo y yo decidimos viajar a algún lugar, ella se quedó tranquila en la casa, con su hermanita mayor y sus abuelos.

Y ahora es el turno de la tercera! Ya tiene dos años y medio, pero ella es un poquito diferente que sus hermanas mayores, extraña más, siente más mi ausencia cuando no estoy en la casa. Así que para mí es una incógnita el cómo sobrellevará nuestra ausencia durante este viaje de solo dos días y medio.

Hoy mientras ella desayunaba, le dije: "Papá y yo vamos a ir en avión" e hice con mi mano la imitación de un avión despegando. Ella miró interesada y preguntó: "Avón ¿mi?", Quería decir si ella también iba a ir en el avión. Ooops, pensé y tragué saliva. "No", le respondí, y ella hizo un gesto de desilusión y como que iba a ponerse a llorar, pero rápido le dije. "¡Los abuelitos van a venir a la casa!", y felizmente eso la hizo ponerse contenta, y se olvidó del asunto.

Así que espero que todo fluya, que no nos extrañe demasiado, que juegue mucho con sus abuelitos, y que nos reciba a nuestro regreso con una gran sonrisa y muchos abrazos. ¡Ojala! (Continuará).

viernes, 8 de abril de 2016

Ocurrencias infantiles que nos alegran la vida

Todos habremos sido testigos alguna vez de las ocurrencias que tienen algunos niños pequeños y que nos hacen literalmente morirnos de risa, o que nos dejan con la boca abierta porque no nos habíamos puesto a pensar cómo de sus cabecitas podían salir esos razonamientos y conclusiones.

Niña curiosa - Portriplepartida.blogspot.pe

Bueno, pues yo tengo una de esas niñas en casa. Es la segunda de mis hijas, que tiene 8 años, que desde pequeñita hacía unos comentarios tan graciosos que decidí anotarlos todos y algunas veces hasta los compartí en el Facebook para divertir a mis amistades.

Aquí los comparto en orden cronológico.

Ella tendría cerca de dos años, cuando un día se le escapó un pedito (gas) delante de su papá, y él dijo "Oops, y eso?", preguntó. Y ella muy suelta de huesos le respondió: "un carro roto".

Un sábado temprano en la mañana, ella, que no había cumplido aún 3 años, vino hacia mi cama mientras yo recién me despertaba, se paró al lado mío y me dijo muy seria: "Yo me llamo Ojos de Mar".
Yo me quedé sorprendida porque me sonó tan bonito y hasta poético ese "nombre" que ella se habia escogido, y además casualmente sus ojos son de color verde oscuro, y le dije: "Pero tu te llamas Michelle". Ella me respondió totalmente enfática: "No, Michelle es feo!".

Debo decir que ya no piensa que su nombre es feo, y ¡cuánto le divierte que le cuente esta anécdota!. 

Otro día estaba haciendo mimos a su papá y se dio cuenta del poco pelo que le quedaba en la coronilla de la cabeza, entonces le dio unas palmaditas ahí, y le dijo "falta agua". Con toda la lógica de sus tres años, ella comprendió que había que echar agua en la cabeza de su papá para que crecieran más pelos. Obviooo!

En otra ocasión, ella estaba pidiendo insistentemente a su hermana mayor que le prestara un juguetito que había encontrado, pero su hermana no se lo daba. Entonces totalmente frustrada, ella le espetó: "Voy a llamar al lobo para que te coma!".

Una de las ocurrencias más divertidas de mi hija se dio una tarde de verano, después del almuerzo. Estaba yo haciendo la sobremesa, y ella, de tres años y medio, de pronto me dijo: "¿Mami, cuánto falta para que sea señorita?. Totalmente sorprendida, le pregunté "Y por qué quieres ser señorita?". "Para tener plata, y que no me manden". Yo: PLOP!!

Otro día estaba ella, ya de cuatro años, muy impaciente esperando que fuera hora para ir al cine. Le había prometido ir a ver "Los Pitufos".

"Mamiiii, ¿cuánto falta para ver Los Pitufos?"
-"20 minutos".
-"¿Y cuánto falta para 20 minutos?"
-"20 minutos"
-"Pero cuááánto falta para 20 minutos!!"
-"15 minutos" (le dije por contestar cualquier cosa)
-"Y ¿cuánto es eso? mucho? o poco?"
-"Regular"
-Ah ya!. (y por fin me dejó tranquila, fiuu!).

En una oportunidad, estaba viendo la televisión una tarde, y me preguntó "Mami, ¿quién hace que la tele hable?" -Ahh, es que hay gente que ha inventado los dibujitos que tu ves en la tele" -"Y ¿por qué cuando veo atrás de la tele no hay nadie?".

Uno de sus cuentos favoritos era el de la Caperucita Roja, yo estaba contándoselo un día: "Entonces el lobo llegó a la casa de la abuelita y se la comió! luego se puso el camisón de la abuelita y se echó en su cama para esperar a Caperucita Roja". Ella me preguntó; "Entonces la abuelita estaba sin ropa? Sin pensar le respondí "seguramente...". Luego la escuché exclamar escandalizada: "Queé?? La abuelita estaba calata (desnuda) dentro de la barriga del lobo???" Y yo: "Ahh? que? ehh.. Nooo, lo que pasa es que el lobo se comió a la abuelita con ropa y todo, y luego busco en su cómoda y encontró otro camisón y se lo puso"."Ahhh", dijo ella aliviada, y yo fiuu!, pensé, qué buena salida se me ocurrió. 

En otra ocasión, cuando ella ya estaba cursando Pre-kinder en el colegio y faltaba un mes para que cumpliera 5 años, yo estaba revisando sus trabajos, y en una hoja, ví que su profesora había puesto que mi gorda consideraba que su fortaleza era ser honesta. Entonces le dije: "Ah, eres buena siendo honesta!", y ella muy segura de sí misma me respondió: "Si, porque cuando una amiga me cuenta un secreto, y otra quiere saber, yo le cuento el secreto". 

Y finalmente, una vez que habíamos ido de viaje, estábamos en un centro comercial y quise entrar a la tienda de Victoria Secret, Entré con mis dos hijas mayores y ví que había ropa interior en SALE, 3 panties por 10 dólares. Les pedí que me ayudaran a buscar y escoger, y entonces Michelle, que tenía 7 años, me dijo "Mami, por qué son tan bonitas (las panties) si nadie las va a ver". Recuperándome de la sorpresa, le dije "Ehhhh, es que yo las voy a ver", y ella "Ah", y no preguntó más, felizmente :)


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La cartita que me escribió en inglés por el día de la madre cuando estaba en primer grado.


sábado, 2 de abril de 2016

Celos y rivalidad entre hermanos: cómo evitarlos!

Mi hija mayor, que está en quinto grado de primaria, me hizo una curiosa pregunta el otro día: "Mami, ¿mi hermana y yo somos normales?" -¿Cómo que normales?, le pregunté. "Es que en la clase de educación física, estábamos practicando softball, y el profesor, nos dijo, "péguenle con el bate a la bola bien fuerte, imagínense la cara de su hermano o hermana y denle muy fuerte". Ella se quedó perpleja cuando escuchó eso, porque nunca se le habría ocurrido que imaginándose la cara de su hermana menor de 8 años, iba a querer pegarle fuerte con un bate.

Rivalidad entre hermanos - Portriplepartida.blogspot.pe


Mi hija de 10 años adora a su hermana menor, y ella a su vez adora a la mayor, y no exagero para nada. Es una relación de hermanas tan bonita, amorosa, de amistad y de complicidad, y no es porque sea su mamá que lo digo. Cuando la segunda de mis hijas empezó el colegio en pre-kinder, la mayor estaba en primer grado y siempre estaba yendo a ver cómo estaba su hermana menor, tanto que esto llamó la atención de la profesora de mi hija de pre-kinder. La maestra me comentó un día: "Qué linda relación de hermanitas tienen, se nota que no existe rivalidad".

Y es verdad, son muy unidas y no son celosas de sus amistades o de sus juguetes. Cuando mi hija mayor tiene amigas de visita en casa, la segunda se integra perfectamente al grupo, sin que la mayor se incomode. Y cuando la de 8 años, recibe a amigas en casa, la mayor también se une al grupo, y lo pasan divino.

Un perfecto ejemplo de que no existe rivalidad entre ellas, lo viví la Navidad que pasó. Mi hija segunda había pedido un skateboard de regalo, y la mayor no. El 25 en la mañana abrieron sus regalos, y la mayor probó el skateboard de su hermana, y le gustó. Algo hablaron entre ellas, y luego escuche a mi hija segunda diciéndome: "Mami, mi hermana también quiere un skateboard!". O sea estaba abogando por la mayor para que también le compre un skateboard!!. Me dejó con la boca abierta. Retrocediendo a mi propia niñez, si yo hubiera sido mi hija segunda, me hubiera dado bronca que mi hermana también quisiera lo mismo que me habían regalado a mi! Y es más, nunca hubiera pedido a mi mamá que también le comprara lo mismo a ella, porque entonces ella iba a tener más regalos que yo, o no? ¿No es así como piensan los hermanos?

Tal vez mis hijas no son tan normales como hermanas. He visto hermanitas pelear como perro y gato, niñas que no pueden compartir amistades con su hermana, más bien la quieren bien lejos de su grupo, niñas que piden exactamente lo mismo que recibió su hermana, y sino hacen pataleta, o niñas que hacen mohín a todo lo que diga o haga su hermana, como si fueran un enorme fastidio que tienen que tolerar.

Siempre he creído que la rivalidad entre hermanos la fomentamos los padres, cuando sin querer quizás, expresamos favoritismo por alguno de nuestros hijos, o a veces ni siquiera es eso, sino que no cuidamos nuestros gestos, y a ojos de nuestros hijos le prestamos más atención o damos más cariño a uno de ellos. Los celos entre hermanos no tienen edad. La puede sentir el bebé de dos años que acaba de ser destronado por su hermanito recién nacido, o el de 10 años que siente que toda la atención de la familia se la lleva la hermanita de 3.

Yo quiero acá compartir algunos tips para evitar que los celos malogren una relación de hermanitos o hermanitas, para que crezcan queriéndose entrañablemente y no rivalizando por el cariño de papá y mamá.

1. Se empático y delicado con el sentir de tu hijo o hija recién destronado (a). El momento en que el hermanito menor hace su aparición en la vida de tu hijo es crucial. Es un momento doloroso para cualquier niño, y que lo ha llenado de angustia desde los meses previos al nacimiento del hermano bebé, y de preocupación de perder un poco de tu amor. Entonces actúa delicadamente, si tu niño es pequeño todavía, no le quites de pronto las cosas que usaba para dárselas al nuevo hermano, por ejemplo la cuna, la bañera, el coche, un juguete, etc. Mi segunda hija nació cuando la mayor tenía dos años dos meses, entonces me preocupé de sacarla de la cuna y hacerla dormir en su cama grande varios meses antes para que cuando naciera la menor y tuviera que usar la cuna, la mayor no sintiera literalmente que estaba siendo destronada del que había sido su palacio de bebé.

2. Evita que se formen en tu familia duplas no intercambiables. Por regla general el bebé de la casa se apega a la mamá, eso deja al mayor en el aire, entonces busca pegarse al papá. Pero procura romper estas duplas. Si tu hijo o hija menor no quiere soltarte cuando salen a pasear, hazle entender que papá también quiere estar con él o ella, y cambien posiciones, tú lleva o camina con tu hijo o hija mayor y el papá con el pequeño. Si un hermano o hermana mayor ve que su mamá siempre está pegada del menor, siempre lo carga cuando salen de compras o siempre lo lleva de la mano, puede sentir que es menos importante para ella.

3. No hagas mimos excesivos al hijo menor enfrente del mayor. A las mamás nos provoca siempre comernos a besos y apapachar hasta el cansancio a los bebés de la casa! Pero es mejor dejar esos momentos para cuando estás sola con tu hijo o hija menor, y no hacerlo enfrente del hermano o hermana mayor. Para los hijos mayores el ser testigos de los mimos que prodigamos a los hijos menores despierta instantáneamente los celos. En mi caso ésta es una de las principales reglas que yo misma me impuse, y si por alguna razón se me escapaba un cariño, un mimo, a la menor de mis hijas estando presente su hermana, de inmediato hacía lo mismo después con la mayor.

4. No compares a tus hijos. No hay nada que fastidie más a los niños que los comparemos con sus hermanos. Destierren frases como: "Mira cómo tu hermanito come toda su comida solo y tu, nada". "¿Por qué no eres ordenada como tu hermana?", ¿Por qué no haces tus tareas como tu hermano? etc.

5. Se equitativo con los elogios. Si se te ocurre decir algo lindo de uno de tus pequeños, no dejes al otro hermano esperando oir de tu boca algo positivo de él. Si ensalzas las cualidades, habilidades, o virtudes de uno de ellos, entonces de inmediato piensa en algo que puedas decir también de su hermano.

6. No compres todo igual para tus hijos. Aunque ellos pidan el mismo juguete, del mismo tamaño y mismo color, hazles entender que no tiene sentido. ¿Por qué mejor no comprar juguetes diferentes para los dos y así tienen ambos más variedad de cosas para jugar en la casa?. Esto les ayudará a aprender a compartir, algo básico en una buena relación de hermanos. Yo siempre me negué a comprar las mismas cosas a mis hijas. Aunque ellas pidieran la misma Barbie, con el mismo color de pelo, y mismo color de vestido, yo las convencía de que lo mejor era que cada una tuviera una Barbie diferente de su hermana, y así iban a tener más variedades de Barbies. Y esto resultó, ellas no tienen ningún problema en compartir o prestarse sus cosas entre ellas.

7. Acuérdate de darles abrazos a todos tus hijos cada día. Un abrazo cálido es como alimento vital para tus niños, les eleva el espíritu, les llena de alegría, les hace sentirse amados. Y si te provoca y ellos se dejan, apapáchatelos como cuando eran bebés!. Yo lo hago con mis hijas, y no hay nada que disfruten más que volver a ser mis bebitas por unos instantes.