Cuántas veces hemos escuchado lo importante de dar tiempo de calidad a nuestros hijos, pero también lo beneficioso de darles un tiempo exclusivo para cada uno de ellos. Yo lo había escuchado "ene" veces, y leído en un montón de sitios, pero no fue hasta el fin de semana pasado que se dieron todas las circunstancias para poder ponerlo en práctica con cada una de mis tres hijas.
Con lo vertiginoso de nuestras vidas, con las múltiples obligaciones y tareas que tenemos que cumplir a lo largo del día, de la semana, de los meses, es difícil sacar un tiempo que le puedas dedicar exclusivamente a cada uno de tus hijos, es decir tú y él, o tú y ella, nadie más en la ecuación. No se vale la hermanita menor, o el hermanito bebé, aunque lo tengas cargado en un fular, y en teoría, solo duerma y no fastidie. No, se trata de exclusividad total.
La verdad no se si el común de los papás y mamás toma esta recomendación como práctica habitual, pero sí recuerdo al papá de unas amiguitas de mis hijas mayores, que llevaba a almorzar a su hijita mayor de entonces 5 o 6 años, como una especie de "cita", solos los dos. Qué lindo me pareció, pero nunca se me ocurrió sugerirle a mi esposo que hiciera igual con nuestras hijas.
También se de algunas mamás que hacen "viajes de chicas" con sus hijas, y se las llevan a cada una de ellas de viaje por separado, lo que se convierte en un lindo e inolvidable tiempo de compartir juntas y dedicarse mutuamente el 100% de atención y exclusividad.
Para los chicos es el mejor regalo poder pasar tiempo exclusivo con su madre o su padre, sin tener que rivalizar por su atención con sus demás hermanos. Algunas veces los hijos mayores pueden sentirse ignorados cuando el menor capta toda la atención de los padres con una rabieta, un berrinche, o tal vez con sus "gracias" o travesuras. O al revés, el hijo menor puede sentirse excluido de las conversaciones "serias" que puedan tener sus padres y el hermano mayor.
Meses atrás, tuve que llevar a mi segunda hija de 9 años a un cumpleaños lejos de mi casa, y para no tener que regresar a mi casa y luego salir de nuevo para recogerla de la fiesta, decidí quedarme en la misma zona del cumpleaños y hacer tiempo yendo al cine con mi hija de 11 que me acompañaba.
Mi hija mayor me dijo que ese día fue muy lindo para ella, que lo recordaba como un momento muy feliz en que nos fuimos solas las dos a ver una película. Entonces caí en la cuenta que siempre que las llevo al cine, me voy con las tres niñas, o si no puedo llevar a la pequeña por el horario, siempre voy con las dos mayores juntas. De verdad, ir al cine esa vez solo con mi hija mayor fue especial.
Entonces un viernes se dio la oportunidad para poner en práctica lo del tiempo de exclusividad. Resulta que mi hija, la segunda, tenía una actividad programada en el colegio desde inicios de año, que consistía en pasar la noche ahí, es decir iban a hacer un campamento en el colegio del viernes para el sábado.
Ese viernes después de clases, mi hija mayor fue a la casa de una amiga a pasar la tarde, entonces me quedé en casa sola con mi hijita de 3. Era el momento perfecto para pasar tiempo con ella, y decidí llevarla al parque, cosa que debo confesar no hacemos muy a menudo.
Esa noche, acosté temprano a la menor, y ya a solas con mi hija mayor le propuse ver una película en la tele juntas y luego dejarla dormir en mi cama, cosa que me ruega hacer cada vez que mi esposo se va de viaje. Esta vez no se iba de viaje, pero igual lo desalojamos.
Al día siguiente, sábado, mi hija mayor tenía una fiesta de cumpleaños en la tarde, y decidí llevar a mi hija segunda al cine, solas las dos, mientras la pequeña se quedó en casa con su papá. Así fue como en un par de días, pude darles tiempo de exclusividad a cada una de mis tres hijas, y tengo que decir que fue increíblemente satisfactorio, y no veo el momento de volver a repetir la experiencia. Se los recomiendo!
Pero antes de contarles la experiencia, acá van tres tips para hacer de ese tiempo de exclusividad un recuerdo memorable para tu hijo o hija.
1. Escoge la actividad que más le gusta hacer a él o ella. Esto es importante, ellos lo disfrutarán y sentirán una gran felicidad de compartir con mamá o papá su actividad favorita.
2. Si te es posible, deja tu celular en casa, o apágalo. No hay nada más desalentador para los niños, que sus padres no estén concentrados en ellos sino en su teléfono.
3. Muestra entusiasmo, que tu hijo vea y sienta que estás emocionada de compartir tiempo exclusivo con él. Si te aburres, sencillamente finge que no lo estás.
Día de parque
Esa tarde me fui con mi enana, la bebé, al parque. "Vamos a los juegos!", le dije, y me respondió con un "Síííííííí!!!!" saltando de alegría. Hasta yo estaba emocionada.
No es algo que haga frecuentemente o que hagamos con ella frecuentemente. Como es la última de mis hijas, nos hemos relajado con ella, es la verdad. Además como tiene hermanas mayores, siempre está metida en la casa jugando con ellas, especialmente con la segunda. Qué diferente era cuando mis hijas mayores eran pequeñas. siempre las llevábamos al parque, era algo habitual y a ellas les encantaba.
Decidí que esa tarde iba a compensar a mi enana, pasaría una hora por lo menos con ella en el parque. Cuando llegamos no había ningún niño, pero vimos a una niña más chiquita acercándose con su nana. Tenía 1 año y 9 meses y no hablaba todavía, pero ella y mi hija encontraron en el lenguaje universal del juego la manera de interactuar.
Mi gorda trepaba, bajaba, se deslizaba, se columpiaba, corría de aquí para allá sin parar. Un tiempo más tarde llegaron al parque dos niñas, de 3 y 4 años con sus nanas, y mi hija fue completamente feliz. Con estas niñas mi hija hablaba, corría con ellas, trepaba con ellas, se perseguían, se escondían y se buscaban, y reían.
Luego llegó al parque con su cuidadora, Noah, un perrazo labrador macho, súper amistoso y juguetón, y mi hija, que adora a los animales, estuvo en la gloria! Se la pasó corriendo detrás del perro, acariciándole el lomo, riendo a carcajadas.
¿Y yo? Me pasé todo el rato observando a mi gorda, deleitándome en su felicidad. Qué suerte que no llevé el celular, porque lo olvidé en casa, que si lo hubiera tenido conmigo, de hecho que no hubiera podido vencer la tentación de entretenerme con él, y me hubiera perdido esos momentos de juego y felicidad total de mi hijita. Lo único que lamenté es no haber podido tomarle fotos para tener el recuerdo de esa tarde tan bonita que pasamos.
Después de una hora y media en el parque, y cuando ya estaba haciendo algo de frío, le dije a mi enana para irnos, pero por supuesto que no quería. Finalmente 15 minutos más tarde aceptó regresar porque también las otras niñas, sus nuevas amigas, ya se iban con sus nanas.
Esa noche, mi peque cayó como una piedra en su cama, y durmió 11 horas de corrido hasta el día siguiente!! Ella siempre duerme 9 horas y media o 10 máximo, pero 11 nunca. En verdad, la tarde de parque fue memorable.
Noche de chicas
Una vez que acosté a la chiquitina, me dije, ahora a dedicarme a la mayor. A ella siempre le ha gustado que yo la acompañe a ver televisión, creo que a todos los niños les gusta eso en realidad. Cuando ella y sus hermanas están mirando la tv, me llaman para que me siente con ellas frente al aparato, y de rato en rato voltean a mirarme, para comprobar que estoy viendo el programa, y que lo estoy disfrutando tanto como ellas.
Entonces decidimos buscar algo en Netflix para ver, encontramos una película de acción, algo sobre un terremoto. La película no era buena, pero qué importaba, a mi hija le gustó. Cuando terminó eran como 10:30pm. A mi hija mayor le gusta la idea de quedarse viendo televisión hasta tarde, y las 10:30 de la noche es tarde para ella, ya que en tiempos de colegio yo la mando a la cama a las 8pm.
Cuando terminó la peli, nos fuimos a dormir. ¿Ya mencioné que desalojamos a mi esposo de la cama, para que mi hija durmiera conmigo? Aunque tenemos una cama tamaño king size, nunca ha sido cómodo para nosotros dormir con hijos en la cama. No podemos descansar bien, por eso mi esposo prefirió dormir en la habitación de mis hijas mayores que estaba vacía.
A la mañana siguiente desperté al lado de mi bebé grande de 11 años. Nos acurrucamos, la llené de besos y mimos. Ella es muy querendona, y adora que la engría así.
Tarde de cine
El sábado recogimos a mi hija del medio de su campamento en el colegio. Cuando ya estuvo en la casa, todo volvió a la normalidad. Todo el viernes que no estuvo con nosotros, la casa estuvo raramente silenciosa. Mi flaquis de 9, es una chispita, muy bulliciosa, alegre, y exhuberante al expresarse. Cuando me habla, lo hace muy fuerte, y gesticula, y abre los ojos como platos, y usa vocabulario inventado por ella. Ahora se le ha dado por llamarme "mamucha".
Así que la tarde del sábado se lo iba a dedicar a ella, llevándola al cine. Ir al cine es para mi flaquis lo que más le gusta hacer. Cuando era pequeñita se emocionaba horrores cada vez que íbamos a ver una película y me abrazaba de felicidad.
Pero antes de ir al cine, teníamos que dejar a mi hija mayor en una fiesta de cumpleaños. Cuando la dejamos con sus amigas, y mi segunda hija y yo nos quedamos solas en el carro, le dije: "Y ahora tú y yo nos vamos al cineeeeee!!!!". Y ella me contestó con un grito de triunfo: "Síííí, y no van a estar las berrinchudas!!!!!"
Me hizo mucha gracia, y me puse a pensar. En verdad para ella, sus hermanas, la menor, y la mayor, son "berrinchudas", porque la menor obviamente está en su época de berrinches y pataletas constantes, y la mayor a veces hace unos dramas, que supongo se explican por la revolución hormonal pre adolescente. Realmente, hoy por hoy, la segunda de mis hijas es la más ecuánime de las tres.
Llegamos al cine, no tuvimos que hacer cola porque yo ya había comprado las entradas por Internet, solo hubo que recoger la canchita y los refrescos. El momento de recoger la canchita es para mi bebé segunda un momento de expectativa y emoción. Veo cómo se le iluminan los ojos, y creo que hasta saliva su boca, cuando ve a los muchachos que sirven, entregándonos la canchita calientita y salada. La verdad no se qué le gusta más, el hecho de ver una película en sí, o comer la canchita.
Entonces entramos a la sala de cine, disfrutamos de la peli, y nos atragantamos de canchita! Era tanta canchita la que había comprado, que por primera vez nos no nos faltó, sino que sobró!.
Así fueron esos dos días que decidí darles tiempo de exclusividad a cada una de mis hijas. Creo que se cumplió el objetivo, que ellas sintieran en ese momento que solo existían ellas, y que tenían toda la atención de su mamá, nada de hermanos con los cuales competir por atención, nada de celulares que les robaran el protagonismo, nada de obligaciones o trabajo que me distrajera de mi propósito de disfrutar con ellas y sentirnos felices.
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