domingo, 5 de marzo de 2017

¿Indecisa de a qué edad llevar a tu hijo al nido?

Antes de ser mamá, me parecía una barbaridad que los niños entraran al nido poco después de cumplir un año de edad. Me parecía una tendencia loca esa de inscribir a los niños cada vez más temprano en los nidos y yo me dije que nunca metería a un hijo mío al nido antes de los 3 años.


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 Pero, nunca debemos decir nunca, al final terminé haciendo todo lo contrario. Mi gorda de 3 años iniciará su tercer año de nido, lo que significa que es ya toda una veterana de los nidos. Y lo mismo fue con mis dos hijas mayores, o sea mis tres hijas entraron al nido antes de cumplir los 2 años de edad.

Entonces, yo diría que cada mamá que se hace la pregunta de a qué edad llevar a su bebé al nido, tiene que evaluar su caso en particular. Les cuento mi experiencia y el por qué cambié de opinión y decidí llevar a mis hijas muy pequeñas al nido.

Un día recibí en casa la visita de una colega y amiga, mamá de un niño de 5 años y de un bebé de poco más de un año, que tenía entonces la misma edad de mi hija mayor. Los dos hermanitos visitantes se pusieron a jugar de inmediato en el jardín, y mi hijita se limitó a mirarlos de lejos.

Mi gorda no se unía al juego, ni siquiera se ponía a jugar sola, no corría ni reía, estaba en plan de observación nada más. Mientras, los otros niños lucían relajados y dueños del espacio de juego, ella parecía inhibida.

“Algo está verdaderamente mal aquí”, me dije. Después de ese día, me puse a pensar en la explicación para el comportamiento de mi peque. Claro, mi pobre hija se la pasaba todo el día con su nana mientras su papá y yo trabajábamos. La nana era una buena chica, pero no precisamente comunicativa o de personalidad alegre y juguetona que estimulara a mi bebé.

Mi hija no tenía hermanos, ni primos de su edad ni vecinitos con quienes compartir y jugar. En suma, no tenía ocasiones de socializar con otros niños. Entonces me quedó claro que necesitaba ir a un nido. Así que después de las vacaciones de medio año, visité el nido que estaba más cerca de mi casa y hablé con la directora. Justo se había abierto un nuevo salón para niños de año y medio a dos años.

La directora, una señora mayor, era simpatiquísima, un amor de persona, y me dio toda la confianza y seguridad para probar de llevar a mi gorda a su nido. Obviamente pregunté lo que a todas las mamás les preocupa, de cómo es el proceso de adaptación, y si iba a poder quedarme con mi hija hasta que estuviera suficientemente confiada para quedarse sola.

Sí, fue la respuesta, yo iba a poder quedarme dos semanas con ella. Perfecto, me dije, y sin más dudas la inscribí en el nido cuando tenía un año y cinco meses.

Antes de las dos semanas, mi hija estuvo totalmente adaptada. Al comienzo, claro, ella no quería separarse de mamá. Luego, cuando empezó a concentrarse en el juego y a olvidarse de mí, yo me alejaba, y la observaba de lejos. Pero a veces se percataba de que yo no estaba cerca, y se ponía a llorar, entonces yo regresaba a consolarla. Y así hasta que ya no necesitó más cerciorarse de que yo estaba con ella, y ya se quedó tranquila y feliz.

El cambio que dio mi hija fue muy notorio, de mostrarse tímida, como asustadiza, pasó a jugar alegremente con otros niños y a divertirse. Y no solo eso, sino que cuando regresaba del nido a la casa lo hacía feliz, cantando o tarareando las canciones que le habían enseñado.

Con mi segunda hija, pensé que no sería necesario que la metiera al nido muy pequeña porque compañía y estimulación no le faltaban ya que tenía a su hermanita dos años mayor, y todo aprendía de ella. Pero al final sí la inscribí en el nido porque quería ir con su hermana. Cada mañana cuando veía a su hermanita mayor salir de la casa con su lonchera y una pequeña mochila para ir al nido, ella moría por ir también!.

La segunda entró al nido con un año y 7 meses y su adaptación fue instantánea, solo la acompañé en el aula todo el tiempo el primer día. Al segundo día, la dejé en el salón, pero permanecí en el nido mirándola de lejos y ocultándome por indicación de la profesora, y al tercer día ya no fue necesario que me quedara. Mi gorda estaba totalmente adaptada.

Con mi tercera hija, se repitió lo mismo que con la primera. Como sus dos hermanas mayores ya estudiaban la primaria en el colegio, ella se quedaba conmigo toda la mañana en casa. Sin hermanitos para jugar, consideré que lo mejor sería que fuera al nido para que aprendiera a socializar con niños de su edad.

Ella tenía un año y 5 meses cuando inició el nido. Recuerdo de ese primer día que cuando llegamos al aula, la mayoría de niños ya estaba ahí con sus mamás. También estaba la profesora y tres ayudantes, porque tratándose de bebés, (el más chiquito tenía un año y 3 meses), es clave que la profesora tenga suficiente ayuda para vigilar bien a todos.

Apenas entramos al salón mi gorda empezó a llorar. Era la única de todos los niños que lloraba, los demás jugaban con sus mamás y los juguetes que tenían a su disposición, y lucían tranquilos y relajados. La mía en cambio estaba prendida de mí, y no quería soltarme. Cada vez que se acercaba una ayudante de la profe y le hablaba, mi hija lloraba más fuerte, y rechazaba todos los juguetes que le ofrecían para entretenerla.

Esto sí que era nuevo para mí. Mis dos hijas mayores nunca hicieron escenas así en el nido. No pude evitarlo pero me sentí avergonzada. Todo el tiempo que duró esa primera sesión introductoria del nido, ella estuvo llorosa y aferrada a mí, y no quería que nadie extraño se acercara a ella ni que le hablara.

Ahora rememorando ese primer día, creo que lo que la estresó fue que hubiera mucha gente en el salón y mucho ruido. Al día siguiente, hubo más tranquilidad y ella ya no lloró, yo la acompañé todo el tiempo. Al tercer día ya empecé a alejarme y ella no se asustaba, se entretenía con los juguetes y se olvidaba de mí. Al cabo de una semana, ya estaba totalmente adaptada.

Lo curioso fue que ella fue de los niños que más rápido se adaptó, pese a ese primer día un poco accidentado que tuvo. Al siguiente año regresó al nido con dos años ya, y no tuvo ningún problema de adaptación.

Ahora en este nuevo año que iniciará no debería tampoco haber ningún problema, salvo que me sorprenda, pero realmente lo dudo, pues ya tiene 3 años y la que lloró todo el primer día de nido, ha resultado ser muy sociable. Desde hace días me repite que quiere ir al nido, que quiere ver a sus amigas y amigos.

Entonces si me preguntan a mí por mi experiencia con mis hijas en el nido, yo les diría que ha sido genial. Lo recomiendo. Creo que el nido ayuda mucho a nuestros hijos en el tema de la socialización y en el tema del juego que es importantísimo para estimular el desarrollo cognitivo.

Los niños entre 0 y 3 años son verdaderas esponjas, y toda la estimulación a través del juego que se les pueda brindar va a redundar en un desarrollo más pleno de sus capacidades. Pero muchas veces las mamás no tenemos el tiempo necesario para dedicarlo a jugar con nuestros hijos, y es ahí cuando el nido nos puede ayudar.

En los nidos hacen experimentar a los niños con sus manos, jugando con plastelinas, con arcilla, o cerámica en frío, les hacen jugar con témperas, ejercitan su motricidad fina, haciéndoles rasgar papel, o haciéndoles hacer bolitas de papel, trazos con lápices o crayolas. También les enseñan canciones, rimas, que bailen, etc.

En los nidos además aprenden sus primeras habilidades sociales, a esperar su turno, a compartir los juguetes, o a compartir algunos alimentos de la lonchera.

Si estás buscando un nido para tu hijo o hija, estos son los aspectos que en mi opinión son los más importantes a la hora de escoger uno.

1.      Que la profesora sea experimentada. Esto es importante sobretodo cuando se trata de los niños más chiquitos que por primera vez entran al nido. Una miss con experiencia no solo tiene un manejo excelente para hacer sentir a los niños a gusto y seguros, sino también va a saber contener a las mamás. Sí, las mamás también necesitan contención. Una mamá nerviosa o insegura de separarse de su bebé, le trasmite toda esa inseguridad al niño. ¿Cómo el niño se va a quedar tranquilo en el salón, si ve en los ojos de su mamá que ella está insegura y temerosa de dejarlo? Ahí es cuando entran a tallar las misses experimentadas, ellas saben cómo trasmitirle a la mamá angustiada que su niño va a estar bien y lo mismo al niño. Ellas cumplen en ese momento el rol de “despegar” al hijo de la madre. He tenido experiencia con misses experimentadas y otra que no lo era, y he visto que los procesos de adaptación de los niños fueron mucho más cortos cuando la miss tenía mucha experiencia.

2.   Que el nido tenga previsto un tiempo de adaptación para los niños. En este tiempo a las mamás se les permite acompañarlos en el salón mientras van ganando confianza, y luego progresivamente van dejándolos por momentos hasta que están completamente adaptados y listos para quedarse solos.

3.      Que el nido tenga aulas amplias con buena luz natural y ventilación. Para que tu bebé esté a gusto en un nuevo lugar que no es su hogar, al menos debe encontrar agradable su salón de clases donde pasará toda la mañana.

4.      Que el patio de juegos sea atractivo con equipos en buen estado y buen mantenimiento, así como que tenga lugares con sombra para proteger a los niños del intenso sol y calor.

5.      Que puedas contar con asesoría de una psicóloga en el caso que necesites consultar algunos temas como por ejemplo, dificultades de adaptación, o agresividad, o excesiva timidez, etc.

6.      Que sean flexibles en cuanto a horarios. Ya que se trata de niños pequeños, siempre existen imprevistos que pueden impedirte llegar a la hora indicada, como que se despertó más tarde, que hizo una rabieta justo cuando iban a salir con rumbo al nido, que se hizo pis en el pantalón, o caca en el pañal, etc.

7.      Que el nido quede cerca de tu casa. En estos tiempos que el tráfico es una locura y que ir al trabajo o algún otro sitio es un estrés total, es una gran cosa que el nido de tu pequeño quede a solo unas cuadras de tu casa o a pocos minutos de trayecto en auto. Así nuestros hijos llegan contentos al nido sin tiempo para aburrirse en el carro o ponerse de malhumor, y lo mismo cuando regresan a casa.

Espero que mi experiencia les sirva al momento de tomar una decisión, y a todas las mamás que ya tienen hijos en el nido, les deseo un súper y divertido año. Yo trataré de gozarlo al máximo porque este será el último año de nido de mi gorda, y me da nostalgia pensar que cerraremos una etapa tan tierna e inolvidable de la vida como son los años en el nido.










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