martes, 21 de marzo de 2017

Las cosas que nos dan nostalgia a las mamás cuando nuestros bebés crecen

Mi hija menor de tres años solía hacer un escándalo en la casa cuando quería ir al baño. "Baño!! bañoo!!, bañoooo!!", empezaba a gritar para alertarnos, entonces quien estaba más cerca de ella tenía la misión de correr y llevarla al baño. En las últimas semanas, sin embargo, empecé a motivarla a que fuera sola cada vez que sintiera la necesidad, y hace dos días finalmente así lo hizo, no llamó a nadie y fue sola al baño.

pies de bebé - portriplepartida.blogspot.com

Yo estaba cerca, y la observé haciendo la tarea solita sin pedirme ayuda. Me quedé sin palabras, "guauu, lo hizo!", pensé, y de inmediato me invadieron sentimientos encontrados. Claro que maravilla, que ya vaya al baño sola y no dependa de mamá ni de nadie para llevarla, pero que pena!, el que necesitara ayuda para ir al baño era la última cosa de bebé que aún le quedaba.

Entonces mentalmente repasé todas las cosas de bebé ya superadas: ya no usa pañal, ni de día, ni de noche, no toma biberón, el chupón es historia hace tiempo, duerme sola de tirón toda la noche, puede comer sola también, habla y se le entiende todo... en suma ya es una niña grande!! Y no pude dejar de sentir nostalgia de la bebé que fue alguna vez.

Así somos las mamás de contradictorias. Cuando estás cansada de llevar un cargamento de cosas cada vez que sales con tu bebé a la calle, pañales, biberones, mudas de ropa, te preguntas cuándo será más fácil todo, cuando ya no das más de fatiga por falta de sueño, cuándo podrá dormir toda la noche de corrido, cuando estás en el supermercado, viendo que los pañales han subido de precio, cuándo dejará los pañales, pero cuando finalmente tienes todo eso con lo que soñabas, "¡ay qué pena, qué rápido pasó el tiempo, ¡cómo quisiera que siguiera siendo un bebé!".

Me ha sucedido que cuando mis dos hijas mayores eran pequeñas y dejaban atrás la teta, el biberón, el chupón, los pañales, etc, no me invadía la tristeza como lo experimento ahora con la última de mis hijas. Con las mayores el deshacerme de los biberones era bueno, significaba reconquistar espacios en los gabinetes, y el no tener que comprar más pañales, representaba un ahorro significativo al presupuesto familiar.

Con la menor, creo que mi primera reacción es querer alargarle los tiempos. Por ejemplo, a las dos mayores las amamanté hasta los 12 meses cumplidos, pero con la tercera prolongué la lactancia hasta los 13 meses. Creo que el destete me costó más a mí que a ella.

Creo que esto es porque al ser la última de mis hijas, y al ser yo consciente que ya no voy a tener más hijos por decisión propia, me entristece pensar que ya no voy a tener más a una bebé en la casa, y que antes que me de cuenta va a estar del tamaño de sus hermanas de 11 y 9 años.

En estos tres últimos años, ha habido varios momentos que me han dado particular nostalgia y pena de que mi gordita crezca, pero qué le voy hacer, es la ley de la vida, y el tiempo pasa demasiado rápido. Mal haría yo en no dejar que evolucione y crezca, que siguiera dándole la leche en biberón, y siguiera poniéndole pañales y siguiera criándola como una bebé.

Creo que eso perjudicaría a cualquier niño en su autoestima, por ejemplo al ver el niño que sus compañeros del nido ya no usan pañales y no toman biberón. Tampoco contribuiría en nada a un desarrollo de su autonomía. Algunos niños a los 3 años son capaces de señalar y de hacer comentarios directos que pueden incomodar: "¿todavía tomas biberón?", "¿usas pañal?".

A mí los momentos que me generaron una lucha interna entre avanzar y dejar atrás, o más bien prolongar y mantener las cosas tal cual, fueron estos:

1. EL DESTETE. Creo que para algunas mamás el destete nos puede ser tan doloroso como para el niño. Con mis dos hijas mayores hice el plan de destetarlas al año de edad, y así fue, sin sufrimientos. Un día estaban tan distraídas que se olvidaron de la teta y no más la pidieron. Con la tercera de mis hijas planeé hacer lo mismo y a la misma edad, pero llegado el momento, yo no podía! Pensaba en que sería la última vez que gozaría de esa conexión tan íntima y sublime que es el momento de amamantar a tu hija, que no más disfrutaría de ver su mirada tan calma y en paz como cuando tomaba la teta, y que ya no más me sentiría tan en sintonía primitiva con la naturaleza en mi condición de hembra que amamanta a su cría. Al final prolongué la lactancia de mi hija menor casi un mes más de la meta que inicialmente me había puesto, y lo hice aprovechando una gripe que me dio y que me obligó a tomar medicinas.

2. QUITAR EL CHUPON. Deshacerse de los chupones, esos aparatitos que fueron tan indispensables para apaciguar a tu bebé o mantenerlo tranquilo, también nos puede dar tristeza a las mamás, especialmente porque los bebitos se ven tan tiernos con él, sobretodo cuando hacen ese movimiento instintivo de succión "chup, chup, chup". Yo he conservado uno de los chupones de mi gorda como recuerdo. Cuando ella lo encuentra, se emociona "mi chupón!!", pero no se lo mete a la boca, sabe bien que su etapa de bebé ya terminó.

bebé con chupón - portriplepartida.blogspot.com

3. QUITAR EL BIBERON. Deshacerme de los biberones de mi enana y pasar al vaso de entrenamiento también me dio algo de pena igual que con los chupones, y cuando finalmente lo hice, ella se resistió un tiempo a tomar leche en vaso entrenador, era como si tuviera una asociación tan fuerte de la leche con el biberón, que si no había biberón, no quería la leche. Ah, y también me he guardado un biberón de recuerdo, y cada vez que mi hija lo encuentra, lo mira y lo examina con alegría como recordando lindos momentos del pasado.

4. CAMBIAR EL COCHE CUNA. Cuando tuve que buscar un coche bastón para mi gorda porque ella ya tenía más de un año, y además porque el coche bastón es más ligero y fácil de transportar, me quedé mirando el coche cuna y pensaba: "¿Esto es todo?", "¿se acabó ya?", ¿ya no lo necesitará realmente? ¿Tan rápido dejó de ser bebé?". Y mientras pensaba qué hacer con el coche cuna, hasta se me ocurrió quedármelo como recuerdo! Finalmente lo vendí, pero con mucha nostalgia de por medio.

5. PASAR A LA CAMA GRANDE. Yo no tenía mucho apuro en cambiar a mi hija menor de la cuna a la cama grande, total pensaba por lo menos hasta los tres años podría caber en la cuna sin problemas, además no había ninguna perspectiva de hermanitos que vinieran después de ella, ¿por qué no?. Ya había decidido que siguiera durmiendo en cuna, ella tenía dos años y medio de edad, pero la psicóloga del nido al que asistía me dijo que ya era tiempo que la cambiara a una cama grande. Entonces decidí hacerle caso, pero cuando la cuna salió de la habitación de mi peque, me dio mucha pena, y me pasé algún tiempo suspirando de nostalgia cada vez que veía cunas en avisos publicitarios.

Cerrar la  etapa de bebé en la vida de nuestros hijos nos puede causar a las mamás mucha nostalgia, en mayor o menor grado. Como lo mencioné antes, lo he sentido mucho con mi hija menor, y eso fue algo nuevo para mí.

Y tú, mamá, ¿qué actitud tienes ante el crecimiento de tu bebé? ¿Te asalta la pena y la nostalgia? O quizás más bien te sientes aliviada de cerrar etapas? Cuéntame.

Un abrazo.

Carla


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