jueves, 25 de agosto de 2016

Dilema materno: Hablar de sexualidad (y/o sexo) con tu hija púber

Hace unas semanas, un correo electrónico en mi bandeja de entrada me sacó de mi ensimismamiento cuando hacía un recorrido rutinario por las redes sociales en mi celular. Decía el correo: "Charla de sexualidad para los alumnos de 5to grado".


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Sabía que esa charla estaba prevista pero no pensé que tan pronto. O sea, ahí estaba yo, mamá de niña de 11 años, cayendo en la cuenta que nunca he conversado con mi hija sobre cómo se hacen los bebés.

No es que creyera que de ese tópico iba a tratar la charla del colegio. Más bien seguro iba a ser sobre los cambios físicos que se les avecinan a las niñas, la menstruación, etc. Pero ¿y si la ocasión motivaba a las niñas a preguntar, o a intercambiar ideas entre ellas sobre cosas que podrían haber oído?

Recuerdo haber leído que es importante que los padres sean la primera fuente de información de los hijos sobre temas de sexualidad, porque sino es así, los hijos nunca tendrán la suficiente confianza para recurrir a sus padres en busca de información sobre este tema.

O sea que, si por puesta de mano, la vecinita o la prima mayor, te ganó y le contó primero a tu hija o hijo cómo se hacen los bebés, ya fuiste. No te buscará a tí cuando quiera saber más del asunto.

Desde hace un año que le doy vueltas al asunto de cómo y cuándo abordar el tema con mi hija. Yo me había planteado que debía hacerlo cuando tuviera 10 años, pero ya tiene 11 y aún sigo dudando.

No es que lo vea como un tema tabú, sino que pienso si no me estaré apresurando, sino le robaré su inocencia, si no contaminaré su mente de niña con temas de grandes, y es que hasta la Navidad pasada ella seguía creyendo en Papa Noel.

He conversado de esto con algunas mamás y he encontrado dos tipos de opiniones respecto del tema: las que consideran que 10 años es una buena edad para que sepan todo, y las que piensan que es muy pronto, que hay que dejarlos que sean niños el mayor tiempo posible.

Así que sigo deshojando margaritas, "se lo digo ya, o no se lo digo todavía". 

Yo creo que mi hija, y probablemente todas las niñas de su edad sí deben intuir ciertas cosas. Por lo menos deben saber que la palabra sexo tiene una connotación "prohibida para menores". ¿Y por qué creo esto?

Hace unos tres años, cuando las canciones de Katy Perry estaban muy de moda y las pasaban a cada momento en la radio, mi hija no perdía la ocasión de cantarlas. Una de esas canciones, de título "California Girls", en su segunda estrofa dice "Sex on the beach...." Cada vez que la canción llegaba a esa parte, mi hija omitía esa frase, y luego seguía cantando lo demás. Ajá!

Si me remito a mi propia historia personal, a los 11 años yo ya sabía de qué se trataba todo. No porque me lo hubieran contado mis padres, ni alguien en particular, sino porque había sacado mis propias conclusiones. Posiblemente, había leído algo en algún sitio, o ví alguna imagen en la televisión antes que mis papás pudieran cambiar de canal, o vi cómo se apareaban dos perros, en fin, no lo recuerdo.

Lo que sí recuerdo es que cuando estaba en sexto grado, las niñas de mi clase recibimos una charla de una psicóloga sobre sexualidad, que consistió en explicarnos el funcionamiento del aparato reproductor femenino. Dibujando en la pizarra, ella nos explicó cómo las mujeres producíamos un óvulo cada mes, que si no es fecundado es expulsado en la forma de menstruación, y que si el óvulo es fecundado por un espermatozoide, la célula sexual masculina, entonces anida en el útero y da lugar a un bebé.

La psicóloga nos alentó a hacer preguntas, y una de mis compañeras levantó la mano. Se puso de pie, hubo silencio en el salón de clases, todas volteamos a mirarla para escuchar su pregunta, y ella con una sonrisa pícara que nunca olvidaré, preguntó: "Y cómo es que entran los espermatozoides en el cuerpo de la mujer?".

Yo morí de risa por dentro!. En qué aprieto había puesto mi amiga a la psicóloga! En ese entonces yo ya sabía la respuesta. La psicóloga con mucha solemnidad le respondió a mi amiga que por su edad no podía entrar en detalles y que era una información que sus padres en algún momento le iban a dar. Qué decepcionante me pareció su respuesta, recuerdo.

Alguna vez leí que antes de abordar temas de sexualidad con los hijos, hay que preguntarles primero qué saben al respecto, así escuchando su respuesta, uno puede manejar la información que les daremos y no ahondar en detalles que no han pedido saber.

Es decir, la curiosidad de tu hijo o hija es lo que determina qué información le vas a dar. Si hace preguntas, hay que contestarlas, dependiendo de su edad, con una explicación sencilla y general. Si se queda satisfecho con la respuesta, bien, pero si sigue preguntando y quiere saber más, hay que satisfacer su deseo de saber.

Así, si nuestros hijos preguntan cómo entran los espermatozoides en el cuerpo de la mujer, quiere decir que están lo suficientemente maduros para conocer la respuesta, sea la edad que tengan.

Hace unos días, me topé con un libro que había comprado cuando mi hija mayor era pequeña, "What to expect the toddler years", que tenía guardado, y que contiene información muy útil sobre el desarrollo de los niños entre 1 y 3 años de edad.

Me puse a hojearlo y llegué a un subcapítulo que no recordaba haber leído, decía: "The Facts of Life (Los hechos de la vida)", y trataba sobre las preguntas que sobre sexualidad pueden hacernos nuestros hijos desde tan pequeños.

La recomendación para los padres era que si tu hijo o hija te pregunta cómo se hacen los bebés, nunca ignores la pregunta o respondas "te lo explicaré cuando seas mayor". Tampoco deberás contarle esos viejos cuentos sobre la cigüeña o las abejitas, porque luego más tarde, cuando sepa la verdad, perderá la confianza en tí.

Será suficiente si le das una respuesta sencilla y concisa de acuerdo a su edad, más que largas y complicadas explicaciones. Si se te hace difícil explicarlo, dile que van a comprar un libro sobre cómo se hacen los bebés para leerlo juntos.

Hay que decirle que el bebé crece en el vientre de mamá. Si pregunta cómo nace, decirle que generalmente salen por la vagina de mamá, si pregunta cómo se forma, decirle que lo hace cuando se unen un óvulo de mamá y una semilla de papá. Explicarle que papá pone su semilla en el cuerpo de mamá. Si pregunta cómo, decirle que por la vagina de mamá.

Ahora si el niño sigue preguntando y quiere saber cómo hace esto papá, decirle con la mayor naturalidad del mundo que papá pone con su pene su semilla en la vagina de mamá. Así, simple y claro.

Parece sencillo, pero no creo que para ningún madre o padre lo sea. Aunque la verdad, ahora pienso que hubiera sido más sencillo decirle estas cosas a mi hija cuando era pequeña si ella me hubiera preguntado, que ahora que es una pre-adolescente.

Como mencioné antes, mi hija jamás me ha preguntado estas cosas. Sí me preguntó cómo nacen los bebés y le dije que por la vagina, y recuerdo que le pareció surreal.

En su imaginación de niñas, mis hijas creen que un bebé se forma por generación espontánea en la barriga de una mujer, cuando ésta vive con un hombre. Incluso mi segunda hija comentó una vez "¿y cómo sabe el cuerpo de la mujer que está viviendo con un hombre?". Esto lo dijo para ella, como diciendo qué cosas raras tiene la naturaleza.

Pero lo que he descubierto hace poco, y me causa extrañeza, es que las niñas de la edad de mi hija mayor no quieren saber de sexualidad. Un día se me ocurrió comentar en el carro a mi hija y sus amigas, que en el colegio iban a darles esa charla en pocos días, y la reacción fue "ayyy nooooo!. Incluso una de las niñas dijo: "yo quiero faltar ese día! Voy a comer muchos helados para que me de dolor de garganta y así no tener que ir!".

Y mi hija piensa igual. Estaba yo decidida un día a iniciar el tema con ella antes de la dichosa charla, y recibí metafóricamente un portazo en la cara: "No, no quiero saber", me dijo tajante.

"¿Por qué no?", le pregunté. "Porque no quiero", me respondió. "Nadie quiere saber", agregó. Y me contó que una profesora también les había comentado a un pequeño grupo de niñas de su clase que iban a recibir esta charla, y todas al oírlo se pusieron incomodísimas, se encogieron de hombros y se alejaron.

Me quedé perpleja. En mi época, cuando nos anunciaron esa charla de sexualidad, la actitud fue otra. Creo que todas mis compañeras estábamos curiosísimas y ansiosas por oír de lo que nos iban a hablar.

Entonces, llegó el día de la charla. Al despedirme de mi hija en la puerta del colegio, le pedí que escuchara bien y que me contara todo de lo que iban a hablarles. Ella solo meneó la cabeza incómoda y se fue.

Por la tarde, cuando regresó del colegio, le pregunté cómo había sido lo de la charla. "Bien", me contestó sin darme detalles. Cuando indagué más, me contó que les habían pasado un vídeo, y luego les dieron un tiempo para hacer preguntas. ¿Y de qué trató el vídeo?, le pregunté. "No se!", respondió.

Así que sigo tan en la nebulosa como al comienzo. Está clarísimo que mi hija no quiere hablar de estas cosas, pero ¿debo insistir? Creo que por ahora no. Respetaré su decisión, pero de hecho volveré a plantearle una conversación madre-hija en un tiempo más. Quizás luego se muestre más receptiva o más curiosa.

No quisiera que su primera fuente de información sean amigas que muy probablemente tendrán información errónea o llena de mitos. Además también espero que pueda tener la suficiente confianza para acudir a mí, su mamá, cuando tenga inquietudes y dudas por resolver. 

¿Será demasiado esperar esto? ¿Alguien se ha sentido totalmente cómodo y natural de preguntar a sus padres algo relacionado al sexo y la sexualidad? Todos sabemos que no, y menos un adolescente.

Veremos cómo nos va.

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